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Amor y responsabilidad: Hombres, Mujeres y Ternura

  • EDWARD SRI

Tomarse de las manos, compartir un abrazo o un beso, puede ser expresiones inocentes de amor. Pero sin gran vigilancia y virtud, estas expresiones pueden fácilmente convertirse en una forma de utilitarismo que al final aleja a dos personas una de la otra y evita que el amor se desarrolle plenamente.


JohnPaulIIEl siguiente artículo está basado en el libro del Dr. Sri, Men, Women and the Mystery of Love (Hombres, Mujeres y el Misterio del Amor)

Juan Pablo II – entonces Karol Wojtyla – se refiere a este punto cuando habla del tema de la "ternura" en su libro Amor y responsabilidad.

Wojtyla explica que la esencia de la ternura se encuentra "en la tendencia de apropiarse de los sentimientos y estados mentales de la otra persona" (p. 201). Esta es una experiencia común en las relaciones románticas, en las que hombres y mujeres se sienten cercanamente involucrados con la vida interior del amado, entrando en los sentimientos y el estado de la mente del otro.

La ternura también busca la expresión exterior. No es suficiente ser consciente de lo que sucede en la otra persona. Uno también tiende a buscar comunicar este sentimiento de cercanía con el amado. "Siento la necesidad de permitir que el otro 'yo' sepa que llevo sus sentimientos y su estado mental en el corazón, de hacer que este otro ser humano sienta que estoy compartiendo todo, que siento lo que él/ella siente" (pp. 201-2). Entonces expresamos esta ternura a través de diversas acciones exteriores: abrazar a una persona contra el pecho, poner los brazos alrededor del otro, besar a la otra persona.

Ternura prematura

La ternura puede ser muy desinteresada e inocente cuando se origina en la preocupación por la otra persona y lo que le sucede a esa persona interiormente. Sin embargo, Wojtyla advierte que un gesto exterior como un abrazo o un beso puede perder su carácter altruista y rápidamente caer en el utilitarismo una vez que es usado primeramente como un medio para el propio placer. Una vez que "la necesidad de gratificar los propios sentimientos" comienza a oscurecer la genuina preocupación desinteresada por el otro, las expresiones de ternura ya pasaron al egoísmo y evitarán que el amor se desarrolle plenamente (p. 203).

Y cruzar la línea del egoísmo es algo en lo que fácilmente podemos caer, por dos razones. La primera, nos recuerda Wojtyla, es que el amor entre hombre y mujer se origina en buena parte por la sensualidad y la sentimentalidad, que nunca están plenamente satisfechas y que constantemente exigen grandes cantidades de placer. Dada nuestra naturaleza humana caída, entonces, las expresiones exteriores de ternura pueden buscar más recibir el placer emocional o sensual que un deseo desinteresado de ingresar a la vida interior de la vida otra persona. Como Wojtyla explica, "varias formas de ternura pueden fácilmente pasar del amor por la persona y acabar en la dirección del egoísmo emocional de cualquier calibre " (p. 205). La segunda es que los aspectos subjetivos del amor (las intensas emociones o el placer sensual que experimentamos) se desarrollan más fácilmente que los aspectos objetivos (virtud, amistad, autodonación responsabilidad). Dado que la emoción del amor se experimenta frecuentemente como una "explosión repentina e intensa", muchos son tentados a dar o recibir expresiones exteriores de ternura antes de que esos aspectos objetivos del amor tengan la oportunidad de desarrollarse (p. 205). Y, como hemos visto en las reflexiones anteriores, esos aspectos objetivos son cruciales para asegurar que la relación permanece en el nivel del amor desinteresado y no cae en el utilitarismo. Por eso los actos prematuros de ternura son muy dañinos para el amor, porque solamente generan "una ilusión de amor, un amor que en realidad no existe" (p. 205).

De hecho, cuando damos o recibimos un abrazo, un beso o alguna otra expresión de ternura prematuramente – antes de que los elementos objetivos del amor hayan madurado – en realidad estamos poniendo trabas al amor. Wojtyla explica: "indudablemente existe una tendencia… a buscar disfrutar (actos de ternura) prematuramente cuando ambos solo están en la etapa del sentimiento que ha brotado, y con ello la sensualidad, mientras que el aspecto objetivo del amor, y la unión de las personas, aún falta. Esa ternura prematura en la asociación de un hombre y una mujer con frecuencia destruye el amor o al menos evita que se desarrolle plenamente, al impedir la maduración interna y objetivamente de un amor verdadero" (pp. 105-6).

¿Yendo demasiado lejos?

La experiencia de muchos jóvenes confirma esto. En las etapas iniciales de una relación, un hombre y una mujer pueden comenzar a desarrollar una buena amistad. Pueden pasar mucho tiempo caminando, tomando café, socializando en grupos más grandes de personas; siempre conversando bien con el otro y conociéndose mejor. Pero una vez que la relación se hace física, esas formas físicas de intimidad se van haciendo cada vez más importantes en la relación, mientras que la comunicación real, el superar los problemas y el crecimiento en la virtud va pasado gradualmente a un segundo plano.

Y eso no debe sorprendernos. Si prematuramente experimentamos los sentimientos intensos asociados al placer sensual, es menos probable que cultivemos los aspectos objetivos del amor (virtud, amistad, compromiso, autodonación), dado que esos aspectos requieren mucho más tiempo, trabajo y sacrificio para que se desarrollen. ¿Por qué esforzarse para eso si se puede obtener el placen sensual del amor tan fácil e inmediatamente? Sin embargo en la realidad, el dar y recibir ternura nos aparta del aspecto objetivo del amor, solo crea la apariencia del amor y con frecuencia oculta la actitud que subyace en una relación así: un egoísmo que es muy opuesto al amor.

Por eso tenemos que ser extremadamente cuidadosos al dar o recibir actos de ternura. Wojtyla dice que las expresiones de ternura deben siempre estar acompañadas por un sentido más grande de responsabilidad por la otra persona. "No puede haber ternura genuina sin un hábito perfeccionado de continencia, que tiene su origen en una voluntad siempre lista para mostrar amabilidad y para superar la tentación del mero disfrute… Sin esa continencia, las energías naturales de la sensualidad y las energías de los sentimientos que están en su órbita, se convertirán simplemente en 'materia prima' de la sensualidad o en el mejor de los casos del egoísmo emocional" (p. 207).

Los temblores del matrimonio

Luego de hablar sobre los peligros de la ternura prematura, que se aplica especialmente a las citas y a las relaciones de cortejo, Wojtyla trata el rol crucial que debe jugar la ternura en un matrimonio. Aquí se refiere no solo a las manifestaciones exteriores de ternura, sino más fundamentalmente, a la ternura misma. En el matrimonio, la ternura debe involucrar "la participación estable de la emoción, de un compromiso durable para el amor, porque esto es lo que acerca a un hombre y una mujer, crea un clima interior de 'comunicatividad'" (p. 206). Luego dice que "una gran cantidad" de este tipo de ternura se necesita en un matrimonio. En este contexto, Wojtyla ofrece una segunda y más completa definición de ternura, a la luz de cómo se aplica en una relación esponsal: "la ternura es la capacidad de sentir con y por toda la persona en su totalidad, sentir incluso los temblores espirituales más profundos y siempre tener en cuenta el verdadero bien de esa persona" (p. 207). ¡Qué descripción tan profunda! Sentir "los temblores espirituales más profundos". ¿Usted siente lo que sucede en lo más profundo de su esposo(a)? ¿Sus esperanzas, sus miedos, sus cargas o sus heridas?

Wojtyla desafía a los esposos a tener corazones que estén verdaderamente unidos, realmente capaces de ingresar en la vida interior del otro. Escribe: "la ternura crea un sentimiento de no estar solo, el sentimiento de que toda la vida es igualmente el contenido de la vida de otra que es muy querida. Esta convicción facilita grandemente y refuerza ese sentido de unidad" (p. 207).

Las mujeres y la ternura

Wojtyla dice que las mujeres no solo esperan este tipo de ternura de sus maridos, sino que en realidad tienen un derecho especial a ella en el matrimonio. Da tres razones por las cuales los esposos deben ingresar profundamente en la vida emocional de sus esposas.

La primera, en el nivel más básico, la vida emocional de una mujer es generalmente más profunda que la del hombre. Por eso, la mujer tiene una mayor necesidad de ternura, de modo que los hombres pueden no tenerla fácil para entender esto ya que no comparten tanto esta necesidad.

Segunda: la mujer se entrega al hombre. Cuando una mujer se cada, ella es quien típicamente deja su hogar, su padre y madre, para unirse a su marido. Considerando que las mujeres suelen tener una vida emocional más rica, pueden experimentar este alejamiento más intensamente que los hombres, especialmente si provienen de una familia unida y si tienen una relación buena con sus padres. Mientras que muchos hombres esperan con ansias el momento de dejar el hogar y comenzar la nueva aventura de la vida matrimonial, algunas mujeres, si bien también experimentan esta emoción, también experimentan un sentimiento de pérdida ya que dejan atrás a personas con las que han estado relacionadas emocionalmente toda la vida, para unirse a sus esposos. Por ello, la mujer tiene una mayor necesidad de su esposo ingrese en sus sentimientos y en estado mental mientras ella pasa por esta transición y se entrega en el matrimonio.

Tercera: la mujer pasa por experiencias extremadamente importantes y complejas en la vida (como un embarazo, el nacimiento de un hijo, la crianza, dejar el trabajo, quedarse en casa). Algunas mujeres se sienten muy solas en medio de estas nuevas experiencias. Por ello tienen una necesidad especial de ternura por parte de sus esposos mientras pasan por estas transiciones.

El desafío de los hombres

Wojtyla desafía a los hombres a hacer mucho más que proveer a sus esposas financieramente o cuidar de las cosas de la casa. Desafía a los esposos a ingresar profundamente en la vida emocional de las esposas: "sentir con y por toda la persona". Los hombres que se dejan llevar demasiado por el trabajo, los deportes, las noticias o los proyectos en casa y se mantienen distantes emocionalmente de sus esposas no logran dar este tipo de ternura que Wojtyla describe: el tipo de ternura al que las mujeres tienen derecho en el matrimonio.

Este desafío a los hombres es especialmente importante cuando sus esposas se convierten en madres, porque es quizás cuando más necesitan la ternura de sus maridos. Nuestra cultura no reconoce plenamente la dignidad y el valor de la maternidad. Los hombres en el trabajo constantemente son alabados, respetados y reciben reconocimiento por sus logros profesionales, pero las madres que deciden quedarse en casa y dedicarse plenamente a los hijos rara vez reciben tal afirmación en el mundo. De hecho, muchas veces son menospreciadas.

Un ejemplo de mi propia vida: La gente muchas veces me agradece mis libros, artículos y la enseñanza. Pero pocas personas en el mundo agradecen a mi esposa por haberle dado la vida a nuestros hijos, o por cuidad las cosas espirituales como hablarles de Jesús y formarlos en la virtud, o por cosas más mundanas como cambiar pañales, llenar botellas para bebés o leer "La oruga hambrienta" cinco veces al día. Hacer el trabajo apostólico católico de escribir y enseñar puede ser algo bueno, pero palidece en comparación con lo que mi esposa hace en casa con nuestros hijos.

Sin embargo, nuestra cultura reafirma a la gente por su productividad y logros fuera de casa, pero mira hacia abajo a la mujer que elige quedarse en ella para criar a los hijos. No sorprende entonces que muchas madres se sientan muy solas y empiecen a cuestionarse sobre su vida mientras viven la transición del trabajo a la maternidad. Por eso, especialmente en una cultura como la nuestra, los hombres, más que nunca, necesitan dejar sus cosas y apoyar a sus esposas para ingresar en los muchos "temblores espirituales" que puedan encontrar mientras ocurren estos importantes eventos en la vida de las esposas.

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Agradecimiento

Edward Sri. "Amor y responsabilidad: Hombres, Mujeres y Ternura." Lay Witness (2005).

Para ahondar sobre este tema, ver el libro del Dr. Sri. Men, Women and the Mystery of Love: Practical Insights from John Paul II's Love and Responsibility (Servant Books).

Este artículo se publica con permiso de la revisita Lay Witness. Lay Witness es una publicación de Catholic United for the Faith, Inc., un apostolado laico internacional fundado en 1968 para apoyar, defender y colaborar en los esfuerzos de la enseñanza de la Iglesia.

Sobre El Autor

sri10sri9Dr. Edward (Ted) Sri es un profesor Asistente de teología en el Benedictine College en Atchison, Kansas, y un colaborador frecuente de Lay Witness. Edward Sri es el autor de Rediscovering the Heart of the Disciple: Pope Francis and the Joy of the Gospel, Men, Women and the Mystery of Love: Practical Insights from John Paul II's Love and ResponsibilityMystery of the Kingdom (Misterio del Reino), The New Rosary in Scripture: Biblical Insights for Praying the 20 Mysteries (El Nuevo Rosario en la Escritura: Perspectiva Bíblica. Su último libro es Queen Mother: Queen Mother: A Biblical Theology of Mary's Queenship (Reina Madre) basado en su disertación doctoral que está disponible llamado a Benedictus Books al (888) 316-2640.Los miembros de CUF reciben un descuento de 10 por ciento.

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