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Amor y responsabilidad: Entendiéndolo bien: Las bases de la Amistad

  • EDWARD SRI

¿Qué puede un sacerdote célibe enseñarnos realmente sobre el amor, la sexualidad y las relaciones entre hombres y mujeres?


JohnPaulIIEl siguiente artículo está basado en el libro del Dr. Sri, Men, Women and the Mystery of Love (Hombres, Mujeres y el Misterio del Amor)

Esa es la pregunta que un sacerdote polaco, el Padre Karol Wojtyla, se hacía en la introducción de su revolucionarios libro Amor y responsabilidad. Publicado en 1960, este libro sobre ética sexual es el fruto del extenso trabajo pastoral del Padre Wojtyla con jóvenes junto a sus reflexiones filosóficas sobre este tema mientras servía como sacerdote y profesor universitario en Cracovia, mucho antes de que el mundo lo llegara a conocer como el Papa Juan Pablo II.

En Amor y responsabilidad, el Padre Wojtyla sostiene que mientras que aunque a un sacerdote le falta la experiencia directa del matrimonio y la sexualidad, sí tiene algo que le da una perspectiva más amplia en estos asuntos: una extensa "experiencia vicaria". Como consejero espiritual que ha trabajado de cerca con muchos jóvenes adultos y matrimonios en medio de sus luchas en el amor y la sexualidad, el Padre Wojtyla pudo aprender a partir de un vasto rango de personalidades, relaciones y matrimonios de un modo en el que un laico promedio no podría. Amor y responsabilidad es el fruto de esta rica experiencia pastoral sumada a su propia reflexión filosófica y teológica sobre el amor, el sexo y el matrimonio.

Un "gran libro"

Janet Smith, una de las profesoras más importantes en Estados Unidos sobre la ética sexual, afirma que Amor y responsabilidad no es solo un libro importante, sino que debe ser reconocido como uno de los más grandes libros de la civilización occidental. De la mano de La Ilíada de Homero, La Divina Comedia de Danta y las Confesiones de San Agustín, podemos esperar que Amor y responsabilidad del Papa Juan Pablo II esté en la lista de los grandes libros que se leerán en el mundo en los siglos que vienen. Ella considera que "el libro del Papa pertenece a este grupo y creo que las siguientes generaciones vendrán a leerlo: ciertamente lo deben hacer, porque si lo hacen verán que afronta valientemente preguntas que todos tenemos sobre la vida y ofrece una perspectiva sobre las relaciones humanas que, si se aceptaran, cambiarían radicalmente la forma en la que conducimos nuestras vidas"1.

De hecho, Amor y responsabilidad proporciona contenidos sobre las relaciones hombre-mujer que realmente cambian la vida y que se necesitan desesperadamente hoy en día. Al haber crecido con las secuelas de la revolución sexual, las jóvenes generaciones están hambrientas por una guía sabia para navegar en sus relaciones con el sexo opuesto. Los solteros, las parejas comprometidas y las casadas encontrarán en Amor y responsabilidad no solo una perspectiva muy distinta a la que el mundo tiende a ofrecer, sino una perspectiva que, una vez encontrada, no hará sino ayudar a tener un impacto positivo sobre la forma en la que nos relacionamos unos con otros.

En esta breve serie de artículos, mis metas son modestas. No intento ofrecer un análisis académico del libro o ingresar en un debate erudito sobre ética sexual. En vez de ello busco simplemente hacer que los contenidos de este trabajo desafiante filosóficamente, sean más accesibles al lector promedio laico, así como ofrecer algunas de mis propias reflexiones durante el camino con la esperanza de que los lectores se beneficien de la visión del Papa sobre el amor y la sexualidad y puedan aplicarla personalmente en sus propias vidas.

El Principio personalista

La primera gran tarea del Papa en Amor y responsabilidad es exponer lo que él llama "el principio personalista". De acuerdo a este principio básico para las relaciones humanas, "una

persona no tiene que ser el medio para un fin de otra persona" (pág. 26). En otras palabras, no debemos tratar nunca a las personas en nuestra vida como meros instrumentos para lograr nuestros propios propósitos.

El Papa Juan Pablo II explica por qué esto es así. Las personas humanas son capaces de la propia determinación. A diferencia de los animales que actúan de acuerdo a sus propios instintos y apetitos, las personas pueden actuar deliberadamente. A través de la propia reflexión, las personas pueden elegir un curso de acción para sí mismos y afirmar su "yo interior" en el mundo exterior a través de sus opciones. Tratar a una persona simplemente como un instrumento para mis propósitos es violar la dignidad de la persona como un ser con determinación propia. "Toda persona es por naturaleza capaz de determinar sus objetivos. Cualquiera que trate a una persona como un medio para lograr un fin comete violencia contra la misma esencia del otro" (pp. 26-27).

¿Amar es usar?

Lo que hace difícil vivir este principio básico para las relaciones humanas es el espíritu de utilitarismo que pervierte nuestra sociedad. En esta perspectiva, las mejores acciones humanas son aquellas que son las más útiles. Y lo que es útil es lo que maximiza mis placeres y confort y minimiza mi dolor. La idea que subyace aquí es que la felicidad consiste en el placer. Por lo tanto, debo siempre buscar aquello que me dé confort, ventaja y beneficio, y evitar lo que sea que me cause sufrimiento, desventaja y pérdidas.

Esta perspectiva utilitarista afecta la forma en la que nos relacionamos unos con otros. Si mi meta principal es buscar mi propio placer, entonces evaluaré mis opciones en la vida a la luz de cuánto me lleven a esta meta. Por lo tanto, mucha gente hoy en día –incluso buenos cristianos– puede evaluar una relación en términos de cuán útil una persona es para que yo logre mis metas o cuanta "diversión" tengo con ella. El Papa Juan Pablo II dice que una vez que estas actitudes utilitarias son adoptadas, comenzamos a reducir a la gente en objetos para ser usados para nuestro propio placer (p. 37).

Esto ayuda a explicar por qué muchas amistades y relaciones de pareja (e incluso matrimonios) son hoy tan frágiles y se disuelven con tanta facilidad. Si valoro una mujer solo en la medida en que ella me proporciona algún placer, entonces no hay bases para una relación. En cuanto se acabe la experiencia de placer o de beneficios por estar con ella –o en cuanto encuentre más places o beneficios con alguien más– entonces ya no me es valiosa. Esta perspectiva está muy lejos del principio personalista e incluso más lejos de una relación de amor comprometido.

Amor y Amistad

Aquí podría ayudar mencionar las distintas clases de amistad según Aristóteles, a quien el Papa cita en su reflexión sobre el amor. 2

Para Aristóteles, hay tres tipos de amistad que están basadas en tres tipos de afecto que unen a las personas. La primera es la amistad de utilidad, en la que el afecto está basado en al beneficio o uso que los amigos tienen por la amistad. Cada persona obtiene algo de la amistad que es ventajoso y el beneficio mutuo de la relación es lo que une a dos personas. Por ejemplo, muchas amistades relacionadas al trabajo entran en esta categoría. Digamos que Bob tiene una compañía constructora en Boston. Tiene un amigo llamado Sam en San Francisco porque Sam vende, al mejor precio, los clavos que Bob necesita. Debido a sus negocios, Bob y Sam se ven unas cuantas veces al año, hablan por teléfono una vez por semana e intercambian correos electrónicos regularmente. Por los años haciendo negocios juntos, conocen sobre la carrera, la familia y los intereses del otro. Se llevan bien y sinceramente se desean lo mejor en la vida. Son amigos pero lo que los une es el beneficio particular que cada uno recibe de esa amistad: clavos para Bob y ventas para Sam.

La segunda es la agradable amistad que basa su afecto en el placer que uno obtiene de ella. Uno ve al amigo como causa del propio placer. Esta amistad se basa en "divertirse juntos". Los amigos pueden escuchar la misma música, jugar el mismo deporte, disfrutar el mismo ejercicio, vivir en el mismo dormitorio o tal vez les guste ir a la misma discoteca. Las dos personas pueden preocuparse sinceramente por la otra y desearse el bien en la vida, pero lo que las une como amigos es primordialmente el placer o los "buenos ratos" que pasan juntos.

Cimientos frágiles

Aristóteles nota que mientras que las amistades útiles y agradables son formas básicas de amistad, no representan amistad en el sentido pleno. Las amistas útiles y agradables no son necesariamente malas pero tienden a ser las más frágiles. Son las que menos probablemente superen la prueba del tiempo porque cuando el beneficio mutuo o los "ratos divertidos" ya no existen, no queda nada que una a estas dos personas. Por ejemplo, si Sam deja el negocio de venta de clavos y se dedica a vender libros, ¿qué pasará con su amistad con Bob ahora que ya no vende lo que Bob necesita? Sam y Bob podrían aún intercambiar tarjetas de Navidad y correos electrónicos de vez en cuando, pero como ya no necesitan comunicarse regularmente por sus transacciones de negocios, probablemente su amistad comenzará a disolverse. La relación ya no útil mutuamente.

De manera similar, en la amistad placentera, cuando los intereses de una persona cambian o las personas se van y ya no están para compartir "un buen rato", es posible que se desvanezca la amistad. Esto ayuda a explicar por qué las amistades entre los jóvenes cambian con frecuencia. Al cambiar de la secundaria o la universidad al mundo profesional, maduran; y sus intereses, valores, convicciones morales así como su ubicación geográfica tienden a sufrir muchos cambios. Si sus amistades en estos años de transición no están fundadas en algo más profundo que simplemente el hecho de haber estado en el mismo dormitorio, haber jugado el mismo deporte, haber tomado la misma clase o haberse divertido mucho juntos, entonces esas amistades probablemente se disolverán con el tiempo. Tales amistades basadas en los "buenos ratos" juntos difícilmente se mantendrán cuando ya no sea posible compartir esas experiencias placenteras.

La amistad virtuosa

Para Aristóteles, la tercera forma de amistad es la amistad en su sentido pleno. Puede llamarse amistad virtuosa porque los dos amigos están unidos no por el propio interés, sino que buscan una meta común: "la vida buena", la vida moral que se encuentra en la virtud.

El problema de las amistades utilitarias y placenteras es que el énfasis está en lo que se obtiene de la relación. Sin embargo, en la amistad virtuosa, los dos amigos están comprometidos a buscar algo fuera de ellos mismos, algo que va más allá de sus propios intereses. Y es el bien mayor lo que los une en amistad. Esforzándose codo a codo hacia la vida buena y alentándose uno al otro en la virtud, la amistad verdadera se refiere principalmente no a lo que se obtiene de la amistad, sino a lo que es mejor para el amigo y a la búsqueda de la vida virtuosa con el amigo.

Qué construye o rompe una relación

Con este marco general, el Papa Juan Pablo II nos da la clave para prevenir que nuestras relaciones se conviertan en relaciones centradas en las aguas de uno mismo y el utilitarismo. Él dice que la única forma de que dos personas humanas eviten usarse es que ambas busquen el bien común en la amistad virtuosa. Si la otra persona ve lo que es bueno para mí y lo adopta como un bien para él, "se establece un lazo especial entre la otra persona y yo: el lazo del bien común y de una meta común" (p. 28). Esta meta común une a la gente internamente. Cuando no vivimos nuestras relaciones con esta meta común en mente, inevitablemente trataremos a la otra persona como un medio para un fin, para algo de placer o uso.

Especialmente en el matrimonio, existe la tentación del egoísmo, de querer que nuestro cónyuge y nuestros hijos se adapten a nuestros propios planes, horarios y deseos. Por ejemplo, cuando el fin de semana se acerca, me puedo enfocar en las cosas que quiero hacer –proyectos de la casa que quiero hacer, trabajo que quiero adelantar, deportes que quiero ver– sin darle prioridad a lo que mi esposa e hijos puedan necesitar de mí. Cuando se refiere a las finanzas familiares, puedo alegremente estar de acuerdo en gastar dinero en cosas que son importantes para mí, pero puedo resistirme fuertemente al deseo de mi esposa de investir en algo que no me beneficiará directamente o que incluso sea importante para nuestra familia.

Sin embargo, el Papa Juan Pablo II nos recuerda que la verdadera amistad, especialmente la amistad en el matrimonio, tiene que estar centrada en el lazo de la meta común. En el matrimonio cristiano, esa meta común involucra la unión de los esposos, el servicio de ambos para con el otro y ayudarse a crecer en santidad, así como la procreación y la educación de los hijos.

Nuestras preferencias individuales y agendas deben estar subordinadas a estos bienes mayores. El esposo y la esposa tienen que subordinarse al otro y al bien de sus hijos, trabajando para prevenir cualquier individualismo egoísta que pueda afectar su matrimonio. Como un equipo, el esposo y la esposa trabajan juntos en pos de este bien común y disciernen juntos la mejor forma de usar su tiempo, energía y recursos para lograr las metas comunes del matrimonio.

El Papa explica cómo la unión de los esposos en este bien común ayuda a asegurar que una persona no sea usada o descuidada por la otra. "Cuando dos personas distintas conscientemente eligen una meta común esto los coloca en igualdad e impide la posibilidad de que uno de ellos se subordine al otro. Ambos... están como si estuvieran... subordinados al bien que constituye el fin común" (pp. 28-29).

Sin este fin común, nuestras relaciones inevitablemente caerían en alguna forma de uso de la persona para nuestro propio beneficio o placer. En el siguiente artículo, consideraremos cuán crucial son estos puntos esenciales de Amor y responsabilidad para navegar en la atracción física y psíquica que con frecuencia experimentamos cuando nos encontramos gente del sexo opuesto.

Notas al pie

  1. Janet Smith, "John Paul II and Humanae Vitae" (Juan Pablo II y la Humanae Vitae) en por qué la Humanae Vitae tenía razón (San Francisco: Ignatius Press, 1993), 232.
  2. Para un análisis más amplio sobre la amistad en Aristóteles, ver J. Cuddeback, Friendship: The Art of Happiness (Greeley, CO: Epic, 2003) (Amistad, el arte de la felicidad).

 

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Agradecimiento

Edward Sri. "Amor y responsabilidad: Entendiéndolo bien: Las bases de la Amistad." Lay Witness (2005).

Para ahondar sobre este tema, ver el libro del Dr. Sri. Men, Women and the Mystery of Love: Practical Insights from John Paul II's Love and Responsibility (Servant Books).

Este artículo se publica con permiso de la revisita Lay Witness. Lay Witness es una publicación de Catholic United for the Faith, Inc., un apostolado laico internacional fundado en 1968 para apoyar, defender y colaborar en los esfuerzos de la enseñanza de la Iglesia.

Sobre El Autor

sri10sri9Dr. Edward (Ted) Sri es un profesor Asistente de teología en el Benedictine College en Atchison, Kansas, y un colaborador frecuente de Lay Witness. Edward Sri es el autor de Rediscovering the Heart of the Disciple: Pope Francis and the Joy of the Gospel, Men, Women and the Mystery of Love: Practical Insights from John Paul II's Love and ResponsibilityMystery of the Kingdom (Misterio del Reino), The New Rosary in Scripture: Biblical Insights for Praying the 20 Mysteries (El Nuevo Rosario en la Escritura: Perspectiva Bíblica. Su último libro es Queen Mother: Queen Mother: A Biblical Theology of Mary's Queenship (Reina Madre) basado en su disertación doctoral que está disponible llamado a Benedictus Books al (888) 316-2640.Los miembros de CUF reciben un descuento de 10 por ciento.

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