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Amor y responsabilidad: Castidad Ofensiva

  • EDWARD SRI

La virtud no es solo algo que falta en el mundo moderno. Es algo que a muchos en el mundo moderno en realidad los molesta.


JohnPaulIIEl siguiente artículo está basado en el libro del Dr. Sri, Men, Women and the Mystery of Love (Hombres, Mujeres y el Misterio del Amor)

Esa es una afirmación que Juan Pablo II –entonces Karol Wojtyla– hace cuando comienza hablar de la castidad en su libro Amor y responsabilidad.

¿Por qué muchas personas se ofenden con la virtud? Primero, vivir una vida virtuosa no es fácil. Requiere mucho esfuerzo, práctica y autonegación. Batallamos constantemente contra nuestra naturaleza humana caída y egoísta. En este lado del Jardín del Edén, es mucho más fácil ceder a nuestras emociones y deseos que controlarlos. Por ejemplo, es más fácil ser indulgentes con nuestro apetito que comer con moderación. Es más fácil perder los estribos cuando las cosas no son a nuestro modo que moderar nuestra ira. Es más fácil ceder al desaliento y a las quejas que afrontar nuestras pruebas con alegría y coraje.

Las virtudes nos recuerdan el alto estándar moral al que estamos llamados. Este recordatorio debe inspirarnos a dar más de nosotros mismos en la búsqueda de la virtud y en vivir más como Cristo, en vez de vivir la vida esclavizados por nuestras pasiones,

Sin embargo, no todos quieren que se les recuerde esto. Para las almas que no quieren dejar ciertos places o comodidades –almas que no quieren hacer el trabajo ni los sacrificios necesarios para crecer en la virtud– cualquier conversación sobre la virtud será como un espejo en el que verán su propia flojera moral.

Virtud subvertida

Por esto algunas personas se ofenden con las virtudes. En vez de verse inspiradas a vivir una vida mejor, destruyen el estándar moral de las virtudes y las arrastran a su nivel. En otras palabras, minimizan el significado de las virtudes para evitarse el esfuerzo y excusarse por sus propias fallas morales.

Por ejemplo, imagine a varias mujeres trabajando en una oficina que chismosean y hablan de otra gente a sus espaldas. Sin embargo, una ellas que es cristiana, no usa el lenguaje ofensivo y no participa en el chisme. En vez de verse inspiradas por su ejemplo, sus colegas se burlan de ella. La ridiculizan por ser una "santurrona" que es "demasiado buena comparada a nosotras". Por no hacer lo que hace el resto, ella se convierte en un recordatorio de la conducta inmoral de las otras y así la virtud no es alabada, sino que resulta ofensiva.

Wojtyla dice que mucha gente devalúa las virtudes para excusarse de vivir en un estándar más alto. Dado que no quieren esforzarse para cambiar, tratan a las virtudes a la ligera o incluso las atacan abiertamente para justificarse su propia falta de carácter moral. "El resentimiento… no solo distorsiona las características del bien sino que devalúa lo que con justicia merece respeto para que el hombre no necesite luchar para elevarse al nivel del verdadero bien, sino que reconozca 'ligeramente' como bueno lo que le parece, lo que es conveniente y cómodo" (p. 144).

Castidad ofensiva

La virtud que probablemente es más resistida hoy en día es la castidad. La castidad ya no es vista como algo bueno, noble, como algo que debemos buscar. Es exactamente lo opuesto: la castidad es ahora presentada como algo malo: ¡algo dañino para las personas humanas! Algunos dicen que la castidad es dañina para el bienestar psicológico de los jóvenes hombres y mujeres. El deseo sexual es natural, se dice. Por eso no es natural restringirlo de manera alguna. Otros dicen que la castidad es un enemigo del amor. Si dos personas se aman, ¿no deberían ser capaces de expresar su amor a través de las relaciones sexuales? La castidad puede tener un papel en otras áreas de la vida, pero cuando dos adultos que consienten mutuamente están enamorados, las restricciones de la castidad son un tremendo obstáculo para la pareja que expresa su amor a través del sexo.

Estos y muchos otros argumentos contra la castidad reflejan el resentimiento de nuestra cultura ante esta virtud. Vemos este resentimiento de la castidad en muchas aulas universitarias, en muchos programas "sexuales" y especialmente en los medios. Cuando una película de Hollywood o una comedia en horario estelar muestra una relación romántica, ¿con qué frecuencia la castidad aparece como lo ideal? ¿Con qué frecuencia la castidad se presenta como algo que nos hace felices, como algo que los héroes intencionalmente ponen como prioridad en sus vidas?

¿Por qué este resentimiento?

Wojtyla dice que la principal razón por la que el hombre moderno ver la castidad como un obstáculo para el amor es que asociamos el amor primeramente con las emociones o el placer sexual que recibimos de la persona del otro sexo. En otras palabras, tendemos a pesar en el amor solo en su aspecto subjetivo. Si vamos a restaurar la virtud de la castidad en nuestro mundo, "tenemos que eliminar primero la enorme acrecencia de subjetividad en nuestra concepción del amor y de la felicidad que puede darle a un hombre y a una mujer" (p. 144).

Para entender mejor este punto, recordemos brevemente los dos aspectos del amor, que hemos considerado en una reflexión previa. 1 Para Wojtyla el aspecto subjetivo del amor es simplemente una "experiencia psicológica": algo que pasa dentro de mí. Cuando hombre y mujeres se encuentran, pueden verse espontáneamente atraídos físicamente por la belleza (él le dice atracción de sensualidad). Y también pueden verse emocionalmente atraídos a la personalidad masculina o femenina (le llama sentimentalidad). Estos deseos sensuales y las respuestas emocionales no son malos. De hecho pueden ser la "materia prima" desde donde el amor auténtico puede desarrollarse. Sin embargo, estas respuestas no representan al amor mismo. A este nivel, se quedan como atracción por el cuerpo de la otra persona o su masculinidad o femineidad, no es amor por la otra persona.

El aspecto objetivo del amor es mucho más que la experiencia psicológica que sucede dentro de mí. Es "un hecho interpersonal". Considera lo que realmente pasa en la relación, no solo los sentimientos bonitos que tengo cuando estoy con la otra persona. El aspecto objetivo del amor involucra un compromiso mutuo de voluntad para lo que es mejor para la otra persona y la virtud de ser capaces de ayudar a que la otra persona logre lo que es lo mejor para ella. Incluso, además, el amor en su sentido más pleno involucra la autodonación: la rendición de la voluntad de uno, una decisión para limitar la autonomía de uno para servir al otro más libremente.

Valores sexuales

Ahora volvamos al problema de la castidad. Wojtyla señala que el aspecto subjetivo del amor se desarrolla más rápidamente y se siente más intensamente que el aspecto objetivo. En el nivel objetivo, toma mucho tiempo y esfuerzo cultivar una amistad virtuosa. Las relaciones centradas en el amor autodonativo y en un profundo sentido de responsabilidad por el otro como un don… no son cosas que sucedan espontáneamente.

Sin embargo, con el aspecto subjetivo del amor, no toma mucho tiempo ni esfuerzo experimentar el deseo sensual o emocional de una persona que anhela al sexo opuesto.

Tales reacciones pueden suceder en un instante. Además, estas respuestas sensuales y emocionales pueden ser tan fuertes que dominan cómo vemos a la otra persona. En nuestra naturaleza humana caída, tendemos a ver a las personas del sexo opuesto primeramente a través del prisma de los valores sexuales: los valores que nos dan placer emocional y sexual. Como resultado, oscurecemos nuestra percepción de ellas como personas y las vemos más como oportunidades para nuestro propio disfrute (cf. p. 159).

Wojtyla afirma que nuestros encuentros con el sexo opuesto están con frecuencia mezclados con este tipo de egoísmo emocional o sensual, con un deseo de usar a la persona para nuestro propio placer emocional o satisfacción sexual. "La verdad del pecado original explica un mal muy básica y difundido: que el ser humano que encuentra a una persona del sexo opuesto no experimenta el 'amor' simple o espontáneamente sino un sentimiento enlodado por el ansia por alegrarse" (p. 161, énfasis añadido).

Nuestra tendencia a usar al sexo opuesto

¿Entendiste esto? Wojtyla está diciendo que cuando nos encontremos a alguien del sexo opuesto (un extraño, un amigo, un colega, una novia, a la esposa o cualquier otra persona) no debemos esperar una actitud puramente desprendida de la bondad Cristiana para espontáneamente salir del corazón. Porque estamos caídos, nuestras muchas y complejas atracciones están con frecuencia mezcladas con una actitud egoísta de querer estar con la otra persona no por el bien de cualquier compromiso del bienestar del otro, sino por las cosas bonitas de placer sensual que podamos recibir de estar con otra persona. En otras palabras, cuando un chico conoce a una chica, no se involucran automáticamente en el amor auténtico, que se dona a uno mismo, amor comprometido por el otro. En vez de eso, al sentirse atraídos unos a otros, están tentados a ver al otro como objetos que satisfagan sus necesidades emocionales o sus deseos sexuales.

Nuevamente, estas reacciones a los valores sexuales ciertamente no son malas por si mismas. Sin embargo, si no estamos atentos, esta materia prima puede ser usada como una salida para nuestro disfrute emocional o sensual. Y mientras esto suceda, el amor desinteresado por la otra persona nunca llegará a desarrollarse. Por eso necesitamos una virtud que nos ayude a integrar nuestras atracciones sensuales y sentimentales como el amor auténtico por el otro como persona. Wojtyla sigue: "dado que las sensaciones y acciones que surgen de las reacciones sexuales y las emociones conectadas con ellas, tienden a privar al amor de su gran claridad, es necesaria una virtud especial para proteger el verdadero carácter y el perfil objetivo. Esta virtud especial es la castidad" (p. 146).

La castidad. La guardiana del amor

Ahora podemos ver por qué la castidad es tan necesaria para el amor. Lejos de ser algo que obstaculiza nuestro amor, la castidad nos permite amar. Protege el amor de la familia para que no caiga en actitudes utilitarias o egoístas y nos permite amar desinteresadamente: sin considerar las emociones fuertes o el placer sensual que recibimos del amado.

Si vamos a amar verdaderamente a una persona del sexo opuesto, tenemos que ser capaces de ver mucho más que el valor sexual de la persona. Tenemos que ver el valor total de la persona y responderles con amor entregado. Wojtyla dice que la castidad nos permite hacer justamente eso. "La esencia de la castidad consiste en la prontitud para afirmar el valor de la persona en toda situación y en elevar al nivel personal todas las reacciones al verlo del 'cuerpo y el sexo'" (p. 171).

Sin embargo, el hombre sin castidad se coloca en una situación muy triste. No es libre para amar. Puede tener buenas intenciones y un sincero deseo de cuidar de su amada, pero sin castidad, su amor nunca florecerá, porque no será puro. Estará mezclado con una tendencia a ver a su amada primeramente en términos de sus valores sexuales, que hacen que su corazón disfrute con emociones y que su cuerpo anhele el deseo sensual. Wojtyla explica que el hombre sin castidad no puede amar desinteresadamente a su amada por ser ella una persona, porque su corazón está demasiado preocupado por el placer emocional y sensual que recibe de ella (p. 164).

Pero la castidad le permite al hombre ver claramente no solo los valores sexuales de su amada, sino mucho más, su valor como persona. Libre de actitudes utilitarias, el hombre casto es entonces libre para amar. "Solo el hombre casto y la mujer casta son capaces del verdadero amor. Porque la castidad libera su asociación, incluyendo las relaciones sexuales maritales, de la tendencia de usar a una persona… y al liberarse de ello se introduce en la vida de ambos y en sus relaciones sexuales una disposición especial al 'amor amable'" (p. 171).

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Agradecimiento

Edward Sri. "Amor y responsabilidad: Castidad Ofensiva." Lay Witness (2005).

Para ahondar sobre este tema, ver el libro del Dr. Sri. Men, Women and the Mystery of Love: Practical Insights from John Paul II's Love and Responsibility (Servant Books).

Este artículo se publica con permiso de la revisita Lay Witness. Lay Witness es una publicación de Catholic United for the Faith, Inc., un apostolado laico internacional fundado en 1968 para apoyar, defender y colaborar en los esfuerzos de la enseñanza de la Iglesia.

Sobre El Autor

sri10sri9Dr. Edward (Ted) Sri es un profesor Asistente de teología en el Benedictine College en Atchison, Kansas, y un colaborador frecuente de Lay Witness. Edward Sri es el autor de Rediscovering the Heart of the Disciple: Pope Francis and the Joy of the Gospel, Men, Women and the Mystery of Love: Practical Insights from John Paul II's Love and ResponsibilityMystery of the Kingdom (Misterio del Reino), The New Rosary in Scripture: Biblical Insights for Praying the 20 Mysteries (El Nuevo Rosario en la Escritura: Perspectiva Bíblica. Su último libro es Queen Mother: Queen Mother: A Biblical Theology of Mary's Queenship (Reina Madre) basado en su disertación doctoral que está disponible llamado a Benedictus Books al (888) 316-2640.Los miembros de CUF reciben un descuento de 10 por ciento.

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