En el caso de los embriones congelados tenemos un ejemplo impresionante de los inextricables laberintos en los que se aprisiona una ciencia cuando se pone únicamente al servicio del deseo y no de la razón.
La Iglesia jamás ha enseñado que está permitido utilizar métodos anticonceptivos cuando los daños son suficientemente graves.
Los parranderos que en noche vieja se reúnen en el Times Square tenían un papa al que agradecerle, si sólo lo hubieran sabido.
El obispo de Heilsberg yacía en la cama como un hombre que tenía muchas cosas para hacer, pero no tanto tiempo para llevarlas a cabo.
El hombre de fe sabe que las preguntas que hace sobre el universo admiten una solución, porque se las ha planteado el Señor de ese universo.
"Cuando quiera que se detengan", dijo el sacerdote, "tiraré de la soga una vez. Daré dos tirones para que me bajen y tres tirones para que me suban. ¿Estamos listos?"
La nueva cosmología hace posible un nuevo diálogo entre la física y la teología, o más ampliamente, entre la ciencia y la religión.
La idea de que todos y cada uno de nosotros es capaz de un entendimiento básico de la ley moral es un concepto siempre presente en la argumentación bioética.