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Anticoncepción, monjas del Congo, elegir el mal menor y conflicto de mandamientos

  • JANET E. SMITH

La Iglesia jamás ha enseñado que está permitido utilizar métodos anticonceptivos cuando los daños son suficientemente graves.


smithjaEs hora de revisar algunos principios básicos que tienen que ver con la cuestión de la moralidad de la anticoncepción.

Significado de anticoncepción: Cosa y acto

Primero, tengamos en cuenta que la “anticoncepción” comprende tanto un acto como una cosa. Sólo el acto admite el análisis moral. Hay muchas “cosas” llamadas anticonceptivos, como por ejemplo píldoras, preservativos, DIU y parches. La anticoncepción como un acto que admite el análisis moral significa hacer algo antes, durante y después de tener relaciones sexuales con tu cónyuge para evitar la procreación.

La Iglesia enseña que los actos de anticoncepción siempre están en contra del plan divino para la sexualidad humana, ya que Dios quiso que todos y cada uno de los actos conyugales expresen tanto la intención de entregarse completa y unitivamente al esposo como el deseo de ser padres con ese esposo. Estos sentidos del acto conyugal son inseparables, tal como lo expresa Humanae Vitae.

Además, muchas formas de anticoncepción actúan no sólo evitando la ovulación o previniendo la concepción, sino que también destruyendo al embrión humano o convirtiendo al útero en un lugar inhóspito para el embrión humano. Estos “anticonceptivos” son verdaderamente anticonceptivos. Provocan la muerte de un nuevo ser humano y son correctamente llamados abortivos. Tanto la anticoncepción como el aborto son males absolutos, siendo el aborto un mal mucho más grave.

Uso terapéutico de hormonas

Siempre existe confusión en cuanto a que la Iglesia permite el uso de las hormonas que se encuentran en la píldora anticonceptiva para tratar determinadas enfermedades físicas. Por ejemplo, es posible que una mujer con quistes ováricos o que sufre de endometriosis descubra que las hormonas que se encuentran presentes en las píldoras anticonceptivas alivien en parte el dolor que provocan tales enfermedades. Las mujeres que toman estas hormonas para reducir el dolor, pero sin la intención de hacer que sus actos sexuales sean infértiles, no están cometiendo actos de anticoncepción. En términos propios del principio del doble efecto, están utilizando las hormonas para conseguir un buen efecto, como el de reducir el dolor y, como efecto secundario, están tolerando la infertilidad causada por tales hormonas.

Monjas del Congo

También genera mucha confusión que los funcionarios de la Iglesia muchas décadas atrás hubieran permitido que las monjas del Congo, quienes se encontraban en peligro de ser violadas, recibieran hormonas para evitar la ovulación (que es lo que hace la “píldora”). En este caso, las hormonas se habrían tomado con la intención de evitar un embarazo, pero no un embarazo que hubiera sido el resultado de un acto conyugal, es decir de relaciones sexuales dentro del matrimonio. No estarían alterando el fin del acto conyugal, sino que se estarían defendiendo de las posibles consecuencias de un acto de violación. Tengan en cuenta que se justifica que una mujer provoque una importante lesión física, hasta incluso la muerte, a un hombre durante una amenaza de violación. Su acto de dar muerte al violador no se justifica como un “mal menor” porque matar no es menos malo que soportar una violación. En cambio, el suyo es un acto en defensa propia justo y moral.

Así, que una mujer haga algo para evitar que el esperma del violador se una a su óvulo es en parte un acto de defensa propia justificable. Su acto no tiene nada que ver con violar el plan de Dios sobre la sexualidad. No está eligiendo tomar anticonceptivos para evitar que el acto conyugal cumpla con su propósito natural. No se está negando a entregarse completamente a su esposo. Está rechazando a un violador y a toda su fisicalidad. Es claro que el uso de hormonas supresoras de la ovulación en este caso no es un acto de anticoncepción. (Una buena fuente de información sobre los antecedentes/fundamentos relacionados con las monjas del Congo es el artículo del padre Edward Bayer, Rape Within Marriage (1985), pp. 82-3).

Principio del mal menor

El principio del mal menor suele malinterpretarse. No se aplica a cometer un mal moral menor para evitar un mal moral mayor. Eso quiere decir que, por ejemplo, uno no puede directamente asesinar a un ser humano inocente para salvar la vida de muchos otros seres humanos inocentes. Uno no puede engañar a sus clientes para darle el dinero a los pobres.

Debemos recordar que la palabra “mal” no se refiere sólo al mal moral. La palabra “mal” se refiere a una imperfección de cualquier tipo, por ejemplo, a cualquier imperfección física. La ceguera, por ejemplo, o la renguera son “males” físicos.

El principio del mal menor se aplica a elecciones de sentido común de hacer o de someterse a algún mal no moral en pos de un bien mayor. Uno puede destruir una propiedad para salvar una vida, como por ejemplo tirar abajo una puerta para salvar a un niño atrapado y en peligro. No es un mal moral destruir una propiedad. Sí, se comete un “mal” -la puerta está rota y ya no puede usarse-, pero el mal es un mal material, no un mal moral. En cambio, es moralmente bueno tirar abajo la puerta.

El principio del mal menor no justifica que una mujer utilice métodos anticonceptivos para evitar un embarazo porque tiene miedo de que al niño le pase algo durante el embarazo. En este caso, una mujer está eligiendo hacer algo inmoral para evitar un daño. Esta elección viola el principio fundamental de que nunca debemos cometer un mal moral para conseguir algo bueno. Tiene la intención de frustrar el fin y sentido del acto sexual a los efectos de proteger a un niño concebido de un daño, pero al utilizar anticonceptivos para evitar un embarazo está haciéndole un daño al acto conyugal y a su relación matrimonial.

Existen muchos tipos de “daño” que los cónyuges querrían intentar evitar con el uso de métodos anticonceptivos. De hecho, uno sospecha que siempre hay un daño que los cónyuges intentan evitar con el uso de anticonceptivos -daños tales como problemas económicos, incomodidad, amenaza a la salud de la madre, frustración sexual, etc. La Iglesia jamás ha enseñado que está permitido utilizar métodos anticonceptivos cuando los daños son suficientemente graves ya que ello equivaldría a elegir cometer un mal moral para evitar un daño.

Sugerir que una suerte de “emergencia” o “situación especial” permitiría que una persona en estado de conciencia utilice métodos anticonceptivos no se ajusta a la teología moral católica. Siempre está mal que los esposos utilicen métodos anticonceptivos. ¿Cómo puede una emergencia o situación especial justificar lo que siempre está mal? No se utiliza bien la conciencia cuando se determina que es moral hacer algo intrínsecamente malo en situaciones especiales. Una de las tareas de la conciencia consiste precisamente en posibilitar que las personas respeten las normas morales en situaciones especiales. Por ejemplo, no se nos permite que en emergencias o situaciones especiales matemos directamente a seres humanos inocentes aun cuando pudiera resultar algo muy bueno de esas muertes. El martirio es precisamente el resultado de negarse a hacer algo que es moralmente malo en una “emergencia” o “situación especial”.

Métodos naturales de planificación familiar

Sin embargo, las parejas en situaciones complicadas tienen opciones. Pueden utilizar uno de los muchos métodos muy efectivos de planificación familiar natural. Estos métodos cumplen con el plan de Dios sobre la sexualidad; permiten que los esposos se unan en un acto conyugal en el que los sentidos unitivo y procreativo aún se encuentran intactos; no han hecho nada antes, durante o después del acto sexual para volverlo infértil. Actúan con el conocimiento de que las condiciones del acto, condiciones que no surgieron de sus propias acciones, hacen que la concepción de un nuevo niño sea casi imposible. Dios permite que los esposos tengan relaciones sexuales tanto cuando la mujer es fértil como cuando es infértil, por lo que no hay nada de malo en tener relaciones sexuales durante períodos infértiles. Dios permite que los esposos se abstengan de tener relaciones sexuales durante períodos fértiles y de este modo, cuando una pareja se priva porque no sería beneficioso concebir un niño, está haciendo algo bueno, no algo malo.

La planificación familiar natural no sólo es moral, sino que además aporta muchos otros beneficios con dimensiones morales. Por ejemplo, no tiene prácticamente ningún costo ni efectos secundarios negativos. Los emprendimientos de salud pública ahorrarían muchas sumas de dinero si enseñaran los métodos naturales de planificación familiar en vez de comprar y distribuir preservativos. Tampoco sería necesario que tengan que lidiar con las consecuencias negativas para la salud de las mujeres y los efectos dañinos sobre el medio ambiente. Los métodos naturales de planificación familiar son espectacularmente “verdes” tanto para el cuerpo de la mujer como para el medio ambiente. El dinero que se ahorra por el uso de los métodos naturales de planificación familiar podría destinarse a matar insectos que transportan virus terribles o a descubrir vacunas para protegernos de horribles enfermedades.

Conflicto entre el quinto y el sexto mandamiento

Consideremos entonces la aseveración de que podría existir un conflicto entre el quinto (“no matarás”) y el sexto mandamiento (“no cometerás actos impuros”) que justificaría el uso de anticonceptivos. ¿Cuál es el riesgo de violar uno de esos mandamientos para cumplir el otro? ¿El razonamiento en este caso sería que se responsabiliza a quienes conciben, por ejemplo, a un niño con microcefalia de una suerte de “asesinato”? En otras palabras: ¿el hecho de cumplir con su fidelidad marital manteniendo relaciones sexuales abiertas a la vida los pone en condiciones de hacer peligrar la vida de un niño concebido (una violación del quinto mandamiento)? O, por el contrario, si se abstienen de mantener relaciones sexuales con el fin de evitar poner en riesgo la vida de un niño, ¿puede decirse que esa abstención es una suerte de violación del sexto mandamiento?

Este “conflicto” parece implicar que usar anticonceptivos (lo cual viola el sexto mandamiento) es menos malo que violar el quinto mandamiento y que debe permitírsele a los esposos utilizar métodos anticonceptivos para evitar concebir a un niño con microcefalia - visto como una suerte de asesinato. Pero este razonamiento no es sólido por varios motivos. Primero, concebir a un niño con microcefalia no es una forma de asesinato; la vida siempre es un regalo y aún la vida como una persona con microcefalia es un regalo. Existen sin dudas graves desafíos y dificultades al vivir con microcefalia como así también al cuidar a alguien con microcefalia, pero nadie ha dañado a una persona por haberle dado la vida.

Además, los esposos no están obligados a tener relaciones sexuales. Si creen que mantener relaciones sexuales los podría llevar a situaciones problemáticas para las cuales no están preparados, son libres de abstenerse por completo de tener relaciones sexuales o de abstenerse por un determinado período. Los esposos se abstienen por toda suerte de motivos -debido a una separación física, enfermedad y hasta incluso razones triviales como el deseo de ver deportes en la televisión o de lavar la ropa. Abstenerse para evitar exponer a un niño al peligro de padecer microcefalia podría parecer un motivo respetable para la abstinencia.

Existen algunos principios básicos que es necesario tener en mente a la hora de evaluar las propuestas para ayudar a las mujeres que viven en áreas en que los niños concebidos podrían contraer enfermedades letales o que causen deformidades. La anticoncepción no es una solución moral. El uso de un método natural de planificación familiar sí lo es.

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Agradecimiento

smithjJanet E. Smith. "Contraception, Congo Nuns, Choosing the Lesser Evil, and Conflict of Commandments". Catholic World Report (20 de febrero de 2016).

Reimpreso con el permiso de Catholic World Report.

Sobre El Autor

smith6Smithjanet1Janet E. Smith es titular de la Cátedra de Ética de la Vida del Padre Michael J. McGivney en el Seminario Mayor del Sagrado Corazón en Detroit. Es autora de Life Issues, Medical Choices: Questions and Answers for CatholicsThe Right to Privacy (Bioethics & Culture)Humanae Vitae: A Generation Later y editora de Why Humanae Vitae Was Right. Publicó muchos artículos sobre temas de ética y bioética. Enseñó en la Universidad de Notre Dame y en la Universidad de Dallas. La profesora Smith recibió el premio Haggar Teaching de la Universidad de Dalas, el Profile Person of the Year de la Diócesis de Dalas y el premio Cardenal Wright de la Fellowship of Catholic Scolars. Está prestando servicios por un segundo período como consultora en el Consejo Pontificio para la Familia. Se distribuyeron más de un millón de copias de su charla, "Contraception: Why Not". Visite la página web de Janet Smith aquí. Consulte las cintas de audio y escritos de Janet Smith aquí. Janet Smith forma parte del comité asesor de Catholic Education Resource Center.

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