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Amor y responsabilidad: Cómo la anticoncepción destruye el amor

  • EDWARD SRI

En su libro Amor y responsabilidad, Karol Wojtyla – conocido ahora como Juan Pablo II – reflexiona no solo sobre por qué la anticoncepción es inmoral sino que va más allá, reflexiona sobre cómo en realidad la anticoncepción puede destruir el amor entre un esposo y su esposa en el matrimonio. Aquí consideraremos cuatro puntos de su reflexión sobre el tema.


JohnPaulIIEl siguiente artículo está basado en el libro del Dr. Sri, Men, Women and the Mystery of Love (Hombres, Mujeres y el Misterio del Amor)

Primero, Wojtyla resalta que para que las relaciones sexuales sean la verdadera unión de personas, tienen que estar acompañadas en la mente y la voluntad por la aceptación de la posibilidad de la paternidad. La unión sexual por sí misma no genera una automática unión de auténtico amor. Una pareja puede tener intimidad física sin tener una profunda intimidad personal basada en el amor total, la confianza y el compromiso para con el otro. Uno de los ingredientes principales necesarios para hacer que la unión corporal entre un hombre y una mujer sea un medio para construir una unión personal aún más profunda de amor es la voluntad de aceptar la posibilidad de que a través del acto sexual "me puedo convertir en padre" o "me puedo convertir en madre" (p. 228).

Aproximarse al esposo o a la esposa con una genuina apertura a la posibilidad de la paternidad representa una de las expresiones más profundas del amor y de total aceptación de la otra persona en el matrimonio. Cuando un esposo y una esposa están verdaderamente abiertos a la vida en sus relaciones maritales, es como si se estuvieran viendo a los ojos diciendo "¡te amo tanto que estoy dispuesto(a) a embarcarme en la aventura de la paternidad contigo!... Me confío a ti tanto que estoy dispuesto a ser tu compañero(a) para servir a la nueva vida que se puede originar de este acto".

A la luz de esto, podemos ver cómo la apertura a la vida en realidad incrementa el amor entre los esposos y puede incluso representar uno de los niveles más altos de entrega en el matrimonio. Cuando un esposo y una esposa aceptan la posibilidad de ser padres juntos, no solo están cautivados cara a cara el uno con el otro y por el bien de la relación sino que también están hombro con hombre aguardando juntos a la potencial nueva vida que puede surgir de su amor. Y lado a lado, permanecen comprometidos no solo por el bien del otro, sino para trabajar juntos y servir a esta potencial nueva vida. Aquí vemos que "la relación entre el esposo y la esposa no se limita a ellos, sino que necesariamente se extiende a la nueva persona, que su unión puede (pro)crear" (p. 227).

Rechazar la paternidad, rechazar al esposo(a)

Segundo: Wojtyla muestra que el sexo con anticonceptivos no es solo el rechazo de la posibilidad de la paternidad, sino que al final, un cierto rechazo a la otra persona. Evita que la unión física del sexo marital genere una unión personal de amor (p. 228). Al final, cualquier relación sexual que rechace la posibilidad de la paternidad estará basada en los valores sexuales de la otra persona – aquellos que me generan placer emocional o físico – y no en el valor de la otra persona por sí misma.

Y ese es el gran daño que el sexo con anticonceptivos inflige en el matrimonio. De acuerdo a Wojtyla, cuando los esposos deliberadamente rechazan la posibilidad de la paternidad a través de anticonceptivos, el carácter fundamental de las relaciones sexuales cambia dramáticamente. En vez de ser una unión de amor, en la que los esposos están al menos abiertos a expandir su amor al ser compañeros de la paternidad juntos, el sexo con anticonceptivos orienta sus relaciones maritales hacia una relación bilateral de mero disfrute, con el único propósito de ser usado como un medio de placer (p. 228). En vez de ser visto como co-creador de amor, el cónyuge es visto primeramente como un compañero de una experiencia placentera.

Por ejemplo, cuando un hombre rechaza la posibilidad de ser padre con su esposa en el acto marital, el centro de su experiencia en la relación sexual es el placer sexual. El valor de la mujer como persona y la oportunidad de profundizar el lazo marital se pierde, ya que la mujer pasa a ser predominantemente un medio para el placer sexual en vez de una potencial compañera para la paternidad. Es como si el hombre dijera: "quiero el placer sensual de este acto, pero rechazo la posibilidad de ser padres contigo".

Cuando un hombre y una mujer que tienen relaciones maritales decisivamente impiden la posibilidad de la paternidad y la maternidad, sus intenciones ya no quedan en el otro sino en el mero disfrute: "la persona como co-creadora de amor" desaparece y permanece solo "la compañera de una experiencia erótica". Nada puede ser más incompatible que esto con el acto de amor (p. 234).

Por eso la apertura a la vida en el acto sexual es "una condición indispensable del amor" (p. 236). Como Wojtyla explica: "Cuando la ida de ‘podría ser padre, ‘podría ser madre’ es rechazada en la mente y la voluntad de un esposo y una esposa, no queda nada en la relación marital, hablando objetivamente, excepto el mero disfrute sexual. Una persona se convierte en objeto de uso para el otro" (p. 239).

Continencia periódica

Tercero: Si bien las parejas no deben rechazar nunca la posibilidad de la paternidad en las relaciones sexuales, Wojtyla enseña que no necesitan "desear positivamente procrear en cada ocasión que se tiene relaciones" (p. 233). Las relaciones se necesitan para el bien y la profundización de la relación marital, no solo para la procreación.

Entonces, como sabio pastor que es, Wojtyla explica que las parejas deben estar abiertas a la posibilidad de una nueva vida en cada relación sexual, pero que no tienen que tenerlas con la intención específica de tener un hijo cada vez. Él dice que sería suficiente que las parejas digan "realizo este acto sabiendo que podemos ser papás y que estamos dispuestos a que eso suceda" (p. 234).

Además, las parejas pueden afrontar ciertas situaciones en las que deseen evitar la concepción de un hijo. En esos casos, las parejas pueden optar por abstenerse de tener relaciones sexuales, especialmente en los periodos fértiles de la mujer. Wojtyla llama a esta práctica "continencia periódica". (Hoy, muchos católicos practican la continencia usando un método de regulación natural de la natalidad). Al evitar tener relaciones sexuales en los días fértiles del ciclo de la mujer, las parejas pueden evitar la concepción sin distorsionar para nada el significado fundamental de las relaciones maritales. Como Wojtyla explica, "un hombre y una mujer movidos por la verdadera preocupación por el bien de su familia y un sentido maduro de responsabilidad por el nacimiento, mantenimiento y educación de sus hijos, podrán entonces limitar las relaciones sexuales y abstenerse de ellas en periodos en los que estas puedan generar un embarazo no deseable en las particulares condiciones de la vida matrimonial y familiar" (p. 243).

Aún abiertos a la vida

Finalmente, mientras la abstinencia periódica es una opción viable para los esposos cristianos, Wojtyla explica que es permitida "solo con ciertas condiciones" (p. 240).

Primero, dice que lo más importante a considerar es la actitud de la pareja hacia la procreación. La continencia periódica puede usarse para ayudar a regular la concepción, pero no puede ser usada para evitar tener familia: "No podemos hablar de la continencia como virtud cuando los esposos aprovechan los periodos de infertilidad biológica exclusivamente con el propósito de evitar juntos la paternidad" (p. 242).

Segundo, Wojtyla dice que el bien de la familia debe considerarse seriamente antes de practicar la continencia periódica. Él destaca cómo darle hermanos a los niños puede contribuir de manera importante a la educación de un niño y a la crianza, dado que los hermanos forman una comunidad natural que ayuda a modelar al niño. De hecho, en un interesante argumento, Wojtyla parece indicar que el ideal mínimo de hijos para una familia es al menos tres. Es muy importante que este ser humano (un niño) no esté salo, sino rodeado de una comunidad natural. A veces nos dicen que es más fácil tener varios hijos que uno solo, y también que dos niños no son una comunidad: son dos niños únicos. Es misión de los padres dirigir su crianza, pero bajo su dirección los hijos se educan solos porque se desarrollan en el marco de una comunidad de niños, en un colectivo de hermanos (pp. 242-3).

Wojtyla ciertamente no está diciendo que los padres que tienen solo un hijo o dos no son capaces de educarlos bien. Pero sí parece sugerir que tener al menos tres hijos permite un mejor ambiente para que los niños sean criados en familia. ¿Por qué dice eso? A primera vista, el número parece arbitrario y él no lo explica mucho. Sin embargo, a la luz de lo que ya ha dicho sobre el amor, él podría estarse refiriendo al tema del "lazo del bien común", cómo el amor busca unir a dos personas alrededor de una meta común hacia la cual se dirigen juntos. (ver pp. 28-9). Este es claramente el caso del matrimonio, en el que dos esposos están unidos alrededor del bien común de profundizar su propia unión y servir a los niños que puedan tener. Pero también puede ser el caso de los mismos niños que tienen la oportunidad de esforzarse juntos hacia el bien común de servir a otro hermano en la familia.

Por ejemplo, cuando mi esposa y yo tuvimos a nuestro segundo hijo, era fascinante ver a nuestra hija mayor, Madeleine, crecer en amor por su hermano mejor, Paul. Ella quería hacerlo sonreír. Quería alimentarlo. Y mientras Paul crecía, era una alegría verlo amar a Madeleine y verlos jugando juntos, disfrutando uno con otro y sirviéndose entre sí. Si bien, como la mayoría de los niños, ciertamente tuvieron muchos "menos que virtuosos momentos" en su relación, Paul y Madeleine sin embargo crecían constantemente en una relación de amor como hermanos.

Sin embargo, algo significativo cambió en su relación cuando llegó nuestro tercer hijo. De pronto, los días de Paul y Madeleine no solo estaban llenos con los juegos de ambos, sino que ahora estaban fascinados juntos con el nuevo bebé en casa. Como hermana y hermano, Madeleine y Paul comenzaron a dirigir su atención no solo entre ellos, sino juntos hacia su nueva hermana pequeña, Teresa. Juntos le cantaban, juntos quería alimentarla, juntos trataban de hacerla reír. Madeleine y Paul estaban aprendiendo no solo a jugar juntos disfrutando de la compañía del otro, sino compañeros al servicio de una nueva vida distinta a la de ellos: su nueva hermana. Esa podría ser la razón por la que Wojtyla dice que tres el número mínimo ideal de hijos en una familia: con al menos tres hijos, dos pueden trabajar juntos para servir al otro, y entonces sus oportunidades de crecer en el amor, la amistad y la virtud como comunidad se profundizan aún más.

En conclusión, Wojtyla nos recuerda que si estamos considerando la continencia periódica, tenemos que considerar no solo nuestra seguridad financiera de nuestra propia comodidad y nuestras preferencias de estilo de vida, cuando deseamos regular la concepción. Tenemos que considerar seriamente la bendición de nuevos hermanos, que pueden generar bienestar a nuestros niños individualmente, para toda nuestra familia e incluso para la sociedad. Wojtyla advierte que los padres que deciden limitar la cantidad de hijos sin considerar estos bienes mayores, fuera de sí mismos, pueden generar un serio daño a familia y la sociedad.

Los mismos padres deben estar atentos, cuando limitan la concepción, de no dañar sus familias o la sociedad, que tiene su propio interés sobre el tamaño óptimo de la familia. Una determinación de parte del esposo y la esposa para tener la menor cantidad de hijos posible, de hacer sus vidas fáciles, puede generar un daño moral en su familia y en la sociedad (p. 243).

Nuevamente, ciertamente puede haber circunstancias en las que regular el número de hijos a través de la abstinencia periódica es necesario y de hecho parte del deber paternal (p. 243), pero la intención de limitar el número de concepciones nunca debe ser una renuncia a la paternidad misma. "La continencia periódica como método de regular la concepción es permisible mientras no entre en conflicto cuando una sincera disposición de procrear " (p. 243).

Entonces, en la abstinencia periódica, los esposos no deben buscar "evitar el embarazo a toda costa " (p. 243). Dos cosas deben tener en cuenta. Por un lado, las parejas que solo tienen relaciones sexuales cuando la mujer es infértil deben también aproximarse a la relación sexual con la voluntad de aceptar la posibilidad de convertirse en padre y madre, incluso cuando no desean un embarazo y están practicando la continencia periódica para evitar un embarazo. De otro lado, además de mantenerse abiertos a la vida en las relaciones sexuales, deben tener además una "disposición general" hacia ser padres en el ámbito más amplio de su matrimonio como un todo, ya que los hermanos son buenos para los niños, para la familia y para la sociedad como un todo (p. 243).

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Agradecimiento

Edward Sri. "Cómo la anticoncepción destruye el amor." Lay Witness (2005).

Para ahondar sobre este tema, ver el libro del Dr. Sri. Men, Women and the Mystery of Love: Practical Insights from John Paul II's Love and Responsibility (Servant Books).

Este artículo se publica con permiso de la revisita Lay Witness. Lay Witness es una publicación de Catholic United for the Faith, Inc., un apostolado laico internacional fundado en 1968 para apoyar, defender y colaborar en los esfuerzos de la enseñanza de la Iglesia.

Sobre El Autor

sri10sri9Dr. Edward (Ted) Sri es un profesor Asistente de teología en el Benedictine College en Atchison, Kansas, y un colaborador frecuente de Lay Witness. Edward Sri es el autor de Rediscovering the Heart of the Disciple: Pope Francis and the Joy of the Gospel, Men, Women and the Mystery of Love: Practical Insights from John Paul II's Love and ResponsibilityMystery of the Kingdom (Misterio del Reino), The New Rosary in Scripture: Biblical Insights for Praying the 20 Mysteries (El Nuevo Rosario en la Escritura: Perspectiva Bíblica. Su último libro es Queen Mother: Queen Mother: A Biblical Theology of Mary's Queenship (Reina Madre) basado en su disertación doctoral que está disponible llamado a Benedictus Books al (888) 316-2640.Los miembros de CUF reciben un descuento de 10 por ciento.

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