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¿Cómo reconocemos al arte verdadero?

  • ROGER SCRUTON

En la última de una serie de tres artículos, el escritor y filósofo Roger Scruton define los elementos que hacen que una obra de arte sea grandiosa.


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El mundo del arte, tal como lo indiqué, está lleno de falsedades.  La originalidad falsa, la emoción falsa y la experiencia falsa de los críticos – todos estos elementos están a nuestro alrededor y en tal cantidad que difícilmente sabremos para donde dirigir nuestra mirada en la búsqueda de algo real.  O, ¿será que no existe algo verdadero?  ¿Tal vez el mundo del arte sea tan sólo una vasta simulación, de la que todos formamos parte ya que, después de todo, no supone un verdadero costo, salvo para hombres como Charles Saatchi, quien es lo suficientemente rico como para derrochar su dinero en basura?  Tal vez cualquier cosa es arte si alguien dice que lo es.  "Es todo cuestión de gusto", dicen ellos.  Sin embargo, ¿no hay nada que responder a ello?  ¿No hay ninguna forma de distinguir el arte verdadero del falso o de decir por qué y cuánto importa el arte?  Haré unas pocas sugerencias positivas.

No obstante, primero debemos ignorar los factores que distorsionan nuestro juicio.  Las pinturas y esculturas pueden pertenecer a alguien, comprarse y venderse.  De ahí que haya un vasto mercado con ellas y sin perjuicio de que tengan o no valor, sí tienen un precio.  Oscar Wilde definió al cínico como una persona que sabe el precio de todo y el valor de nada.  Pues bien, el mercado del arte está inevitablemente a cargo de cínicos.  Nuestros museos acumulan perfecta basura debido, en gran medida, a que tienen una etiqueta de precio.  No puedes ser dueño de una sinfonía o de una novela del mismo modo en que puedes ser dueño de un Damien Hirst.  En consecuencia, hay mucho menos sinfonías falsas o novelas falsas que obras de arte visual falsas.

Las cosas también se distorsionan por los canales de mecenazgo oficial.  El Consejo de Artes existe para subsidiar a aquellos artistas, escritores y músicos cuyo trabajo es importante.  Pero, ¿cómo deciden los burocráticos que algo es importante?  La cultura les dice que una obra es importante si es original y la prueba de que una obra sea original es que al público no le gusta.  Además, si al público le gusta, ¿por qué necesitaría un subsidio?  El mecenazgo oficial entonces favorece inevitablemente a obras arcanas, espantosas o insignificantes más que a las que tienen un atractivo real y duradero.

Entonces, ¿cuál es el origen de ese atractivo y cómo juzgamos si una obra de arte lo posee?  Tres palabras resumen mi respuesta: belleza, forma y redención.

“Turner”

Para muchos artistas y críticos, la belleza es una idea desacreditada.  Denota escenas melosas y melodías berretas que apelan a la abuelita.  El mensaje modernista de que el arte debe mostrar la vida tal cual es permite suponer a muchas personas que, si buscan la belleza, terminarán con lo kitsch.  Sin embargo, esto es un error.  Lo kitsch les dice cuán bellos son.  Ofrece sentimientos fáciles por lo barato.  La belleza les dice que dejen de pensar en sí mismos y despierten al mundo de los demás.  Dice: "Miren esto, observen esto, estudien esto - porque aquí hay algo más importante que ustedes mismos".  Lo kitsch es un medio para la emoción barata.  La belleza es un fin en sí mismo.  Alcanzamos la belleza cuando dejamos nuestros intereses de lado y nos damos cuenta de que el mundo existe.  Hay muchas formas de hacerlo, pero sin dudas el arte es la más importante, dado que se nos presenta con una imagen de la vida humana - nuestra propia vida y todo lo que la vida significa para nosotros - y nos pide que la miremos directamente, no por lo que podamos obtener de ellas, sino que por lo que podemos darle.  A través de la belleza, el arte purifica al mundo de nuestra auto-obsesión.

Nuestra necesidad humana de belleza no es algo de lo que podamos carecer y aún así sentirnos plenos como personas.  Es una necesidad que surge de nuestra naturaleza moral.  Podemos deambular por este mundo, alienados, resentidos, llenos de sospechas y desconfianza.  O podemos encontrar nuestra casa aquí, viniendo a descansar en armonía con otros y con nosotros mismos.  Y la experiencia de la belleza nos orienta por este segundo camino.  Nos dice que el mundo es nuestro hogar, que el mundo ya se encuentra ordenado en nuestras percepciones como un lugar adecuado para la vida de seres como nosotros.  Eso es lo que vemos en los paisaje de Corot, en las manzanas de Cézanne y en las botas desatadas de Van Gogh.

Esto me lleva a la segunda palabra importante que mencioné - forma.  La verdadera obra de arte no es hermosa del mismo modo que lo es un animal, una flor o un trecho de campo.  Es algo creado deliberadamente, en donde una necesidad humana de forma supera a la aleatoriedad de los objetos.  Nuestras vidas se encuentran fragmentadas y distraídas - concebimos ideas en nuestros sentimientos, pero nunca se concretan.  Se nos revela muy poco como para que podamos comprender su importancia por completo.  En el arte, sin embargo, creamos un campo de la imaginación, en el cual cada idea que concebimos, se concreta, y en que cada fragmento es parte de un todo que tiene sentido.  El objeto de una fuga de Bach parece avanzar en su propia armonía, llenando el espacio musical y moviéndose con lógica hasta su culminación.  Sin embargo, no se trata de un ejercicio de matemática.  Todas las piezas de Bach están impregnadas de emoción, moviéndose al compás de la vida interior de quien las escucha.  Bach nos traslada a un espacio imaginario y allí nos presenta una imagen de su propia realización.  Del mismo modo, los tonos piel que Rembrandt aplica sobre un rostro envejecido nos muestran cómo cada uno de nosotros capta algo de la vida que se encuentra en su interior, de manera tal que la harmonía formal de los colores expresa la integridad y unidad de la persona.  En Rembrandt, observamos carácter integrado en un cuerpo desintegrado.  Y nos conmovemos hasta alcanzar una actitud de reverencia.

Gogh

La perfección formal no puede lograrse sin conocimiento, disciplina y atención a los detalles.  Las personas de a poco comienzan a entenderlo.  Ya no podemos creer en la ilusión de que el arte fluye de nosotros y de que el único objetivo de una escuela de arte es enseñarnos a abrir esos grifos.  Quedaron atrás los días en que se podía causar conmoción envolviendo un edificio en poliestireno, como Cristo, o sentándose frente al piano en silencio durante cuatro minutos y 33 segundos como John Cage.  Para ser realmente modernos, debemos crear obras de arte que tomen la vida moderna, en todas sus formas de desconexión, y la lleven a su integridad y resolución, tal como lo hizo Philip Larkin en su gran poema "Las bodas de Pentecostés".  Está bien que un compositor agregue sonidos disonantes y clústeres de acordes en sus piezas musicales al estilo de Harrison Birtwistle, pero si no sabe nada de harmonía y contrapuntos, el resultado no será música, sino que ruido aleatorio. Está bien que un pintor salpique pintura al estilo de Jackson Pollock, pero el verdadero conocimiento del color viene de estudiar el mundo natural y de encontrar nuestras propias emociones reflejadas en los tonos secretos de las cosas, tal como Cézanne encontró paz y consuelo en un plato de manzanas.

Si observamos a los verdaderos apóstoles de la belleza de nuestros tiempos - pienso en compositores como Henri Dutilleux y James Macmillian, en pintores como David Inshaw y John Wonnacott, en poetas como Ruth Padel y Charles Tomlinson, en escritores de prosa como Italo Calvino y Georges Perec - quedamos inmediatamente impresionados por el inmenso esfuerzo, el aislamiento estudioso y la atención a los detalles que han caracterizado a su oficio.  En arte, la belleza debe ganarse y el trabajo es más arduo a medida que crece la imbecilidad del momento.   No obstante, esta tarea vale la pena y así llego a la tercera palabra importante - redención.

Frente a la pena, imperfección y fugacidad de nuestros afectos y alegrías, nos preguntamos: "¿por qué?". Necesitamos consuelo.  Buscamos en el arte la prueba de que la vida en este mundo tiene sentido y que el sufrimiento no es inútil como muchas veces parece ser, sino que es la parte necesaria de un todo más amplio y redentor.  Las tragedias nos muestran el triunfo de la dignidad sobre la destrucción y de la compasión sobre la desesperación.  De una manera que siempre será misteriosa, dotan al sufrimiento de una realización formal y así restauran el equilibrio moral.  El héroe trágico se realiza a través de su suerte.  Su muerte es un sacrificio y este sacrificio renueva al mundo.

Rembrandt

La tragedia nos recuerda que la belleza es una presencia redentora en nuestras vidas.  Es el rostro del amor que brilla en medio de la desolación.  No debería sorprendernos que muchas de las más hermosas obras de arte moderno hayan surgido como una reacción al odio y a la crueldad.  Los poemas de Akhmatova, los escritos de Pasternak, la música de Shostakovitch — semejantes obras encendieron una luz en la oscuridad totalitaria y reflejaron amor en medio de la destrucción.  Algo similar puede decirse de los Cuatro cuartetos de Eliot, del Réquiem de guerra de Britten o de la capilla en Vence de Matisse.

El modernismo surgió porque los artistas, escritores y músicos se aferraron a la visión de la belleza como una presencia redentora en nuestras vidas.  Esa es la diferencia entre una obra de arte verdadera y una falsa.  El arte verdadero es una obra del amor.  El arte falso es una obra de la decepción.;

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Agradecimiento

scruton Roger Scruton. "How do we know real art when we see it?", BBC News (19 de diciembre de 2014).

Reimpreso con el permiso de Roger Scruton. 

Sobre El Autor

scrutongodsmScrutonsm Roger Scruton es profesor investigador en el departamento de filosofía de St. Andrews University, académico invitado del American Enterprise Institute en Washington DC y senior fellow de investigación en filosofía en Blackfriars Hall en Oxford. Es autor de Notes from UndergroundThe Face of GodThe Uses of Pessimism: And the Danger of False HopeBeauty, Understanding Music: Philosophy and Interpretation, Culture Counts: Faith and Feeling in a World Besieged, An Intelligent Person's Guide to Modern CultureAn Intelligent Person's Guide to PhilosophySexual DesireThe Aesthetics of MusicThe West and the Rest: Globalization and the Terrorist Threat, y Gentle Regrets: Thoughts from a Life. Roger Scruton forma parte del comité asesor del Centro de Recursos para la Educación Católica. 

Copyright © 2014 Roger Scruton
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