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Don Quijote y la Via Dolorosa

  • SEAN FITZPATRICK

Hay veces que los lectores le dan el carácter de espiritual a un libro que no se escribió con la intención de que sea un libro espiritual.  


quixoteEl subconsciente muchas veces es el mejor autor, especialmente cuando se trata de la manera en que la divinidad transita por el mundo que ha tejido.  Siempre es bueno que los libros sean reveladores tanto para sus lectores como para sus autores.  Se percibe una cualidad inconfundible cuando una novela apunta a hacer o a descubrir algo y hace y descubre algo totalmente diferente.  Es una cualidad que le otorga autenticidad porque es realista - y también es fiel a la Cuaresma.

La Cuaresma, como la vida, es una prueba para alcanzar o para soportar los obstáculos que abundan en el camino a pesar de la dificultad y el fracaso.  Hay un libro sobre ese camino: el camino de la vida, el camino de la Cuaresma, la via dolorosa; o como Chesterton la llamaba "un camino roto en España, por el que eternamente cabalga en vano un insensato caballero flaco" (traducción de José Antonio Hernández García). Es un libro que muy pocos pensarían que se convertiría en una herramienta de inspiración espiritual cuando los fines se desgastan, las cruces se vuelven pesadas y los propósitos se debilitan o incluso se quiebran. Estamos hablando de Las aventuras de Don Quijote de Miguel de Cervantes, un libro que puede infundir la paz de la locura divina en quienes tienen la tentación de rendirse a la cordura mundana.

Después de perder la razón leyendo libros de caballería, Don Quijote se calza una armadura, monta su rocín andante, Rocinante, y comienza a andar por las llanuras polvorientas de Castilla con su escudero, Sancho Panza, para buscar todo aquello que ha leído, para vivir todo aquello que ha amado.  Cabalga en búsqueda de un mundo glorioso defendiendo a la vez un olvidado código de honor, valentía, justicia y nobleza, y dedica sus actos heroicos a su dama imaginaria, Dulcinea del Toboso.  Fuera de su pueblo, el autoproclamado caballero trota errante y viaja precipitadamente por la España renacentista con la idea delirante y paradójica de intentar desenterrar un mundo muerto.  El resultado es una confusión colosal de lógica e insensatez, de razón y locura, de risa y llanto.

Volando salvajemente con caballo, lanza y escudero, Don Quijote emprende la marcha en busca de caballeros, magos, damas, reyes y castillos.  Sin embargo, el camino lo lleva a darse golpes duros y a enfrentarse con realidades aún más duras.  En su camino, Don Quijote sólo se topa con bandidos, cabreros, presos, doncellas, criadas y posadas.  Una y otra vez, se le niegan sus imaginaciones, se ridiculizan sus modales y   se frustran sus propósitos.  El Caballero de La Mancha, el Caballero de la Triste Figura, sufre derrotas, golpes, heridas y quiebres en cada bocacalle.  Sin embargo, Don Quijote resiste.  Continúa viendo gigantes donde sólo hay molinos de viento y continúa desafiándolos y acusándolos a pesar de las caídas, a pesar de los desprecios.  Ve aquello que se ha entrenado para ver.  Lo que Don Quijote trae a la Edad Moderna después de no haber encontrado la Edad Media es una Edad de Fe.

La búsqueda de Don Quijote es la búsqueda cuaresmal de todas las almas cristianas: traer armonía y orden a tiempos que están desalineados.  Lo que Don Quijote descubre es que el mundo está quebrado y que carece de sentido, y que la tarea de reconstruir entre ruinas es traicionera.  A pesar de que lo pisotean y derrotan una y otra vez, Don Quijote se mantiene firme en su idea de cabalgar por la unidad y sabiduría de los tiempos de antaño y encuentra sostén en su visión a medida que batalla a través de las divisiones y desconexiones de la modernidad.  Hay una sabiduría que pertenece a los idiotas.  La verdad puede ser inaprensible - incluso ilusoria.  "La locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres", escribe san Pablo en su carta a los Corintios.  Puede que Don Quijote esté loco, pero hay formas de locura que son divinas.  Don Quijote puede ver cosas que no son visibles, pero sólo porque ve más allá del velo. 

El mundo no está roto.  El pesimismo que fragmenta la realidad es una falsedad.  El mundo no está dividido, sino que está unificado.  Don Quijote es un héroe del poder indómito del optimismo cristiano, de la imaginación cristiana y de la locura gloriosa cristiana que percibe las realidades más elevadas entre las realidades más modestas.  Don Quijote es un ícono del guerrero caballeresco cristiano porque tiene sueños que están fuera de su alcance y cree en ellos.  Es un hombre de gran fe.  Es sólo cuando se pierde la ilusión, cuando la cordura se deshace de la locura, cuando la realidad reemplaza a los sueños, que Don Quijote es verdaderamente conquistado.  Dostoevsky escribió en su diario que Don Quijote era "el libro más triste jamás escrito", porque "es una historia de desilusiones". Si la lógica del mundo es todo lo que hay, ¿qué motivo hay para ser cuerdo?  La realidad debe tener algo de imaginación para que los hombres puedan escapar de la locura de la razón solamente.

Las Aventuras de Don Quijote es uno de los Grandes Libros, pero también es un buen libro.  De hecho, lo que hace que Don Quijote sea grande no es necesariamente más importante que lo que hace que sea bueno.  El motivo por el cual se la considera la primera novela moderna, o si Don Quijote está loco en un mundo cuerdo o cuerdo en un mundo loco, o cuales son las intenciones e identidad del narrador árabe no son realmente tan esenciales como la hermosa y brutal parábola que representa Don Quijote a lo largo de sus percances episódicos en nombre de la caballería.  Las aventuras de Don Quijote son una Pasión donde el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.  La novela toma su cruz, capítulo tras capítulo, y sigue a Cristo.  Capítulo tras capítulo, el Caballero de Triste Figura cae y capítulo tras capítulo vuelve a levantarse y a seguir adelante.  Es un libro que representa todo el dolor y el patetismo, toda la humanidad y el humor, que escribe sobre la llamada caballeresca de la vida cristiana.

Si bien es desalentadoramente extenso y conocidamente repetitivo, los lectores que puedan acompañar a Don Quijote en sus interminables caídas, galopes y vueltas a empezar, página tras página, tomarán la determinación de hacer lo mismo en sus propias vidas, día tras día.  El cristianismo es una religión caballeresca y si bien el título de caballero está extinto, no hay motivos para creer que la caballería también debe haber perecido.  El título anacrónico de caballero de Don Quijote es un modelo que todos debemos seguir a la hora de resistir al mundo cuando el mundo está equivocado.

Las Aventuras de Don Quijote es uno de los Grandes Libros, pero también es un buen libro.

Se da especial relevancia a este curso, este camino roto de peligros imprevistos, durante el tiempo de Cuaresma y especialmente durante la Semana Santa.  Es justo en el momento en que se da por terminada la carrera cuaresmal que los católicos se sienten quebrados, heridos y hasta incluso golpeados.  Sin embargo, como Don Quijote y nuestro Señor, todos están llamados a levantarse y seguir adelante, a andar sin dejarse intimidar por el fracaso, derribando el desánimo y convencidos de que son el enemigo del mal.  Los católicos deben aprender a cabalgar aun cuando parezca en vano; a inclinarse y a dejarse caer; a que Cristo los conquiste y a que los llamen tontos por su causa.  Una vez más, San Pablo nos dice: "Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes; lo que es vil y despreciable y lo que no vale nada, para aniquilar a lo que vale".

Nunca está mal hacerse el tonto para la mayor gloria de Dios y en defensa de su Reino.  Miguel de Cervantes lo aprendió de Don Juan de Austria en la Batalla de Lepanto, reconociendo el heroísmo de quien corrió el riesgo de quedar en ridículo para conservar las cosas sagradas que el hombre moderno había olvidado.  Cervantes percibió una nueva raza de héroe en el alocado Don Juan, un héroe cuyo heroísmo era nuevo porque insistía en verdades antiguas desdeñadas por el mundo moderno.

Cervantes se inspiró en él para crear a Don Quijote, cuyo heroísmo se regocija en las palabras del Rey Crucificado: "Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí". Don Quijote es un libro sobre caballería cristiana y sobre la situación de los cristianos: la necesidad de llevar una carga; que lo vean como un loco y se burlen de él; ser un tonto para una buena causa; hacer lo que el cielo cree que está bien incluso cuando el mundo dice que está mal; ser un defensor; tener principios; ser valiente; ser inquebrantable; que lo conquisten una y otra vez y que sigan levantándose del suelo.  Ser "quijotesco" no quiere decir ser pintoresco, encantador o ingenuo, sino que significa sufrir el rechazo y al mismo tiempo regocijarse en la alegría del viaje, incluso cuando el camino es una via dolorosa.

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Agradecimiento

Sean Fitzpatrick.  "Don Quixote and the Via Dolorosa." Crisis Magazine (21 de marzo de 2016).

Reimpreso con el permiso de Crisis Magazine

La imagen de arriba corresponde a "Don Quixote De La Mancha" pintado por Augusto Ferrer-Dalmau.  

Sobre El Autor

fitzpatrick Sean Fitzpatrick nació en Ottawa, Canadá, y se graduó en Thomas Aquinas College, California.  Enseñó literatura, mitología y poesía durante diez años en St. Gregory's Academy, y actualmente trabaja en Clairvaux Institute para fundar una nueva escuela en tradición clásica.  El señor Fitzpatrick es ilustrador de libros para niños y un escritor en potencia.  Vive en Scranton, Pensilvania, junto a su esposa, Sophie, y sus cuatro hijos. 

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