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La luz en «El instante más oscuro»

  • BRAD MINER

Observar a Oldman como Churchill siendo prácticamente aplastado por el peso de los éxitos alemanes y los fracasos de los aliados es ser testigo de lo que podría ser hasta ahora la mejor actuación del siglo XXI.


churchill1Los premios Golden Globe se presentarán dentro de una semana a partir del domingo; los Oscars el 4 de marzo. Estos eventos repletos de estrellas y autoaduladores con seguridad se mantendrán a raya debido al año escandaloso de Hollywood. Una amiga que está en tema me dice que anticipa que los famosos presentadores redirigirán su angustia y frustración a —¿quién más?— Donald Trump.

Entre tanto, hay películas de 2017 que merecen ser homenajeadas, y dos —en mi opinión, solo dos— que se destacan como meritorias de verdad. No sé ni me importa si alguna de las dos recibirá la estatuilla.

La primera es Dunkerque, dirigida por Christopher Nolan, que reseñé en «Cuando Dios quiera: Una crítica de Dunkerque» luego de su estreno en julio. La segunda es El instante más oscuro, de Joe Wright, un estreno de noviembre, el cual —por diferentes motivos— no pude ver hasta el otro día. (Sin embargo, tomen nota: a partir del 22 de diciembre, la película ahora fue reestrenada en todos lados). Ambas están ambientadas en 1940 y proveen detalles de la crisis que recayó sobre Gran Bretaña en el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

Desde luego, la evacuación de 300 000 miembros de la milicia británica de las playas del norte de Francia, el único tema de la película de Nolan, es el trasfondo de la historia de Wright acerca de los primeros meses de Winston Churchill en el cargo de primer ministro de Gran Bretaña.

Churchill hace una especie de breve aparición al final de Dunkerque, cuando un soldado —salvado de una muerte segura por la famosa flotilla de veleros privados— lee el discurso del primer ministro a la Cámara de los Comunes en el que expresa esperanza (leve, mientras habla) que el Nuevo Mundo vendrá al rescate del Viejo «cuando Dios quiera». Ese discurso también finaliza El instante más oscuro.

Dunkerque es una película magnífica; no obstante, El momento más oscuro, la supera, no en todas las formas —no en su escala o poder visual— sino de una manera particular: la actuación de Gary Oldman como Churchill.

En algunas representaciones se dice que un actor desaparece en su rol, y nunca fue más cierto que en este caso. Hubo un solo momento en El instante más oscuro —sorprendentemente, un plano directo— en el que en verdad vislumbré la cara de Gary Oldman; fue maravillosamente discordante. Sin embargo, nunca lo detecté en estilo o voz. Él es Winston Churchill sin más, y esto se debe a la genialidad de los maquilladores artísticos, dirigidos por Kazuhiro Tsuji, quienes transformaron a Oldman en Churchill. (Parece que Oldman tuvo que convencer a Tsuji de 47 años para que no se «jubile» y tome este trabajo).

Vi otras cuatro películas de Joe Wright, me gustó cada una de ellas, pero ninguna me preparó para lo brillante de su trabajo en El instante más oscuro. Los grandes filmes pueden tratar sobre hombres extraordinarios y eventos importantes, como en este caso, pero lo notable de una cinta se basa en cosas que no son «grandiosas» en un sentido imponente, en especial en alusiones de carácter, con frecuencia —en películas (como en la vida real)— revelados en pequeños momentos, micro gestos, y otros detalles, visuales y audibles. Un buen director y un excelente actor descubren juntos estas cosas, lo cual es la razón por la que el cine es la más colaborativa de todas las artes.

No obstante, la medida más verdadera de la habilidad de Wright —con la hábil asistencia del escritor Anthony McCarten, quien a su vez tuvo la ayuda de los discursos y copiosos escritos de Churchill— es el modo en que crea un alto nivel de tensión en una historia de la que todos conocemos bien el final.

El drama de sacar a «nuestros muchachos» de las costas de Dunkerque antes de que fueran masacrados por las fuerzas alemanas que se acercaban es, en realidad, parte de la trama secundaria en El instante más oscuro. El mayor drama y los detalles más sutiles ocurren a la hora de relatar los conflictos de Churchill con los miembros clave en su Gabinete de Guerra, en particular, Neville Chamberlain (Ronald Pickup), a quien Winston acababa de reemplazar como primer ministro, y con el ministro de Asuntos Exteriores, el vizconde Halifax (Stephen Dillane), quien apoyaba la creencia de que la única esperanza de Gran Bretaña es su hora más oscura, en última instancia, era negociar un acuerdo con Adolfo Hitler.

Se entiende por qué estos hombres buscaban, como Chamberlain lo explicó al comienzo, «paz en nuestro tiempo». Los aliados, que todavía no incluían a los Estados Unidos, estaban perdiendo —y mucho— y el optimismo de Churchill en 1940 parecía casi delirante.

Observar a Oldman como Churchill siendo prácticamente aplastado por el peso de los éxitos alemanes y los fracasos de los aliados es ser testigo de lo que podría ser hasta ahora la mejor actuación del siglo XXI. Ver luego al Churchill de Oldman levantarse de una casi desesperación a un optimismo más refinado, uno que movilizó a los británicos a permanecer firmes en la batalla contra uno de los males más grandes de la historia, es emocionarse hasta las lágrimas.

Aunque, claro, lloro con facilidad.

En una escena que puede o no mostrar los eventos reales, Churchill presenta a las personas las razones para perseverar y mantenerse fuertes. Al final de mi crítica de Dunkerque escribí: «¡Tom Hardy gana la guerra!» (Tom Hardy representa un piloto de la Royal Air Force que brinda apoyo aéreo durante la evacuación de Dunkerque). Al ver la escena a la que me refiero en El instante más oscuro (pero que no analizaré para que el lector disfrute mirarla sin que disminuya su impacto), yo pensaba: ¡Winston se sube al subterráneo, y gana la guerra!

¿Qué tienen que ver cualquiera de estas magníficas películas con nuestra publicación católica? Nada en conexión directa con la fe. (Sí hay una breve escena en la cual se muestra a unas monjas caminando en una calle de Londres. Probablemente benedictinas anglicanas. Sin embargo, El instante más oscuro es en verdad una experiencia espiritual.

Aquino pregunta (ST, Q. 123): «¿La fortaleza es virtud?» Lo es. Luego: «¿Es virtud especial?» Sí. ¿Por qué? Porque, santo Tomás explica, «el miedo al peligro de la muerte tiene el gran poder de hacer que el hombre se aleje del bien de la razón». El peligro de la muerte… o de la derrota.

El doctor Angélico concluye citando una de sus fuentes favoritas, Aristóteles, quien observa, «los justos y los fuertes son los más queridos, porque son los más útiles en la guerra y en la paz».

Así era Winston Churchill.

Gary Oldman recibió una nominación a los Golden Globe por su actuación, pero El instante más oscuro no la recibió como mejor película dramática ni Joe Wright en la categoría de mejor director. La película está calificada como apta para mayores de 13 años (lenguaje vulgar en algunas escenas) y presenta buenas actuaciones secundarias de Kristin Scott Thomas como Clementine Churchill y Lily James como la secretaria de Churchill.

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Agradecimiento

Brad Miner. "Cuando Dios quiera: una crítica de "Dunkerque" The Catholic Thing, (diciembre 26, 2017).

Reimpreso con el permiso de The Catholic Thing.

Sobre El Autor

miner.jpgBrad Miner es editor principal de The Catholic Thing, profesor emérito del Faith & Reason Institute, y miembro del consejo de Aid to the Church In Need USA. Fue editor literaro de National Review. Su nuevo libro Sons of St. Patrick, el cual escribió con George J. Marlin, ahora está a la venta. The Compleat Gentleman está disponible en audio y como aplicación de iPhone.

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