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En defensa de Cenicienta

  • CAITLIN MARCHAND

Pobre Cenicienta.  ¡Qué castigo tan equivocado recibe!


cinderella Al momento de elegir a una princesa favorita, hoy en día se habla de Bella, Elsa o Ana.  No es mi caso. Cenicienta siempre y por siempre será mi princesa favorita de los cuentos de hadas.  "¡Pero ella es una herramienta del patriarcado!",  podrán decirme.  "¡La pisotean constantemente y no se defiende!"  No pueden estar más equivocados, ya que la enseñanza que nos deja Cenicienta es un ejemplo de perfecta ecuanimidad.

Todos están muy obsesionados porque Cenicienta se deja maltratar.  Pues bien, todos están equivocados.  Cenicienta simplemente no tiene autoestima por lo que hace, sino por lo que es.  Se conforma con trabajar como esclava para su malvada madrastra porque su vida interior la sostiene.  Me pareció un detalle sutil que en la película de Kenneth Branagh Cenicienta sintiera un deber para con su hogar, el lugar donde habitaron sus padres y antepasados. El punto principal aquí es que a ella no le interesa demasiado lo que hace a lo largo del día, lo cual se pone de manifiesto en las charlas que tiene con sus amigos los animales y en sus cantos.  No olviden que se trata de un cuento donde todo es simbólico.  Estos momentos simbolizan la felicidad y la paz que siente Cenicienta a pesar de las circunstancias que le toca vivir.  Tal vez ello se encuentre perfectamente simbolizado en la canción Canta el ruiseñor, en la que a Cenicienta se le aparecen imágenes de sus propias reflexiones.  Ella es perfectamente autosuficiente.  Lo que define a nuestra heroína no es que se encarga de limpiar los pisos y de preparar el desayuno, sino que es amable, tiene una gran imaginación y que se alimenta de fuentes ocultas, pero profundas, de alegría.

De todos modos, Cenicienta no acepta todo sin siquiera chistar.  Su tranquilo sentido del humor se desborda bastante seguido en respuesta a los abusos que recibe de su madrastra.  Por ejemplo, cuando frunce la nariz y le indica a Lucifer que deberá interrumpir la "lección de música".  (Sí, recuerdo de memoria la versión antigua del dibujo animado).  Este humor le sirve para consolarse y, si bien algunas veces es a expensas de la ridiculez de sus hermanastras, nunca lo utiliza para herirlas.  Cuando Cenicienta decide que hay algo que de verdad tiene ganas de hacer, dice para sus adentros: "Después de todo, sigo siendo un miembro de esta familia y según el mandato real deben asistir todas las solteras casaderas".  Si fuera una princesa moderna liberaría al poderoso Snark y se desharía de todos con su donaire sarcástico.  Tal vez resulte efectivo, pero poco amable…  Eso no es propio de nuestra heroína.  Su aplomo no es otra cosa que el fruto de su subordinación, si bien no deja de conservar los principios que le son propios y que le impiden abajarse al nivel de la familia de su madrastra.

Tal vez la mayor injusticia que le hacemos a Cenicienta es confirmar que la lección del cuento se limita a que es rescatada por un hombre que la tomará en matrimonio.  Podría admitir que el punto más débil de mi argumento es que se enamoran muy poco tiempo después de haberse conocido.  Déjenme intentarlo igual.  Primero, para desviarnos un poco del tema, en efecto he conocido hombres durante un largo tiempo sólo para descubrir que realmente no los conocía.  Por otro lado, mi esposo es una persona tan honesta y abierta que con sólo conocerlo, incluso por un corto período de tiempo, uno comienza a amarlo (o al menos a sentir agrado por él).  La adaptación de Branagh maneja esta pequeña dificultad con destreza a través de un breve encuentro en el bosque antes del baile.  Ambos personajes son tan claramente genuinos durante este encuentro que podemos ver la rapidez con que logran conocer la profundidad de sus corazones durante un corto período de tiempo.  Miremos la escena del baile también.  ¿Qué es lo que atrapa la mirada del príncipe?  ¿La belleza de Cenicienta?  Seguramente su belleza no estuvo de más, como así tampoco el vestido diseñado por las hadas.  Sin embargo, con la excepción de Anastasia y Griselda, había muchas mujeres bellísimas, refinadas y bien vestidas en el salón.  No, Cenicienta se destaca por el aura de ecuanimidad que emana.  ¡Ingresa al salón como si fuera la dueña de casa!  ¿Qué hacen entonces los tortolitos?  Bailan y luego dejan rápidamente la fiesta porque tienen la necesidad de conversar un rato.  Sienten un deseo irresistible de conocerse de verdad.

Cenicienta tuvo el final feliz en su interior todo el tiempo y el príncipe se enamoró de eso mismo. Qué mensaje más hermoso.

Acepten o rechacen mi intento de explicar la velocidad con que se enamoraron.  Al final, es un cuento de hadas.  Creo que ya sería demasiado esperar que se sienten y conversen sobre la religión con la que educarán a los niños o sobre quién se ocupará de tal o cual quehacer del hogar.  Aparte de todo eso, aún sigue pendiente el tema de que Cenicienta no demuestra ni el más mínimo interés en utilizar al príncipe como una vía de escape para huir de las circunstancias que la rodean.  Lo único que la pobre muchacha pide es una noche para olvidarse de su trabajo de esclavo.  Cuando el hada madrina le advierte que el hechizo se romperá a la medianoche, Cenicienta le contesta que es tiempo más que suficiente para ella.  Cuando suena la campana, se despide del príncipe y le agradece por una noche maravillosa.  A la mañana, recuerda esa noche de encanto como un recuerdo feliz y no como el primer paso de una maniobra para conseguir marido.  Por el amor de Dios, cínicos, durante la mayor parte del tiempo, ¡ella ni siquiera sabe que el muchacho es el príncipe!  Otro hermoso agregado que se hizo en la película de 2015 es la escena en que encierran a Cenicienta en el ático para que no pueda probarse la zapatilla de cristal.  En la película antigua, ella tira abajo la puerta de su prisión.  Es justo, diría.  No obstante, en esta última versión, hay una escena perfecta en que simplemente se sienta en la ventana y canta, resignada a que sus sueños de cuentos de hadas habían terminado.  De hecho, es su canto, nuevamente el símbolo de sus recursos internos de esperanza, el que alerta al príncipe de su presencia.

Sí, Cenicienta avanza para encontrar la felicidad al lado de su príncipe.  Sí, su matrimonio la salva de seguir ocupándose de las tareas domésticas, pero ella nunca necesitó salvarse de eso.  Ahora bien, si piensan que el matrimonio en sí mismo es esclavitud, entonces no puedo ayudarlos. Sin embargo, pero me parece que Cenicienta mereció ese final feliz.  No porque sea lo suficientemente hermosa como para atrapar a un muchacho rico.  No porque la magia resuelve todos los problemas. Cenicienta tuvo el final feliz en su interior todo el tiempo y el príncipe se enamoró de eso mismo.  Qué mensaje más hermoso.  

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Agradecimiento

marchand Caitlin Marchand. "In Defense of Cinderella." Catholic Education Resource Center   (23 de marzo de 2015).

Reimpreso con el permiso de la autora, Caitlin Marchand.  

Sobre El Autor

Caitlin Marchand se graduó en Christendom college. Creció en British Columbia, pero actualmente vive en Louisiana con su esposo y sus cuatro hijos. Educa a sus hijos en su hogar y disfruta de hacer publicaciones en el blog www.theunrepeatables.wordpress.com durante su tiempo libre.  

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