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Ah, la juventud: Cuando la Iglesia era joven

  • MIKE AQUILINA

Los Padres de la Iglesia tenían un enfoque peculiar frente al ministerio juvenil. Lo descubrí una tarde en el transcurso de una investigación.


tarcisiusExplorando la Patrologia Latina y la Patrologia Graeca, no encontré nada que sugiriese que Ambrosio haya conducido a los adolescentes por viajes en esquí a los Alpes cercanos. Cavando a lo largo de los Padres de Oriente, me quedé incluso más vacío – no había fiestas de secundaria – ni siquiera fiestas con pizzas ni en Antioquía ni en Alejandría. De hecho, en toda la evidencia documentaria de todos los patriarcas antiguos del este y oeste, no existe un solo anuncio en el boletín informativo sobre al menos un grupo juvenil parroquial.

No obstante, los Padres tenían un enorme éxito en el ministerio de los jóvenes y los adultos jóvenes. Muchos de los primeros mártires fueron adolescentes, como lo fueron muchos de los cristianos que se adentraron en el desierto para llevar una vida solitaria. Existe abundante evidencia de que una cantidad desproporcionada de conversiones provino, también, de entre los más jóvenes.

¿Cómo lo hicieron los Padres? Les hicieron promesas locas.

Le prometieron a los jóvenes cosas grandiosas, como persecuciones, un estatus social más bajo, el ridículo público, oportunidades de empleo bastante limitadas, ayuno frecuente, y un alto riesgo de ir a parar a la cárcel y ser torturados, y tal vez, solo tal vez, una muerte violenta temprana en manos de sus gobernantes paganos.

Los Padres miraban a los jóvenes a los ojos y los invitaban a vivir de manera pura en medio de una cultura pornográfica. Miraban a algunos jóvenes – hombres y mujeres – y les decían con audacia que tenían un llamado a vivir la virginidad. Y funcionaba. Incluso los paganos se daban cuenta qué bien funcionaba esto.

Los jóvenes más brillantes en la ciudad más brillante del imperio: un adolescente llamado Orígenes de Alejandría, se ofreció él mismo enteramente a Dios en virginidad. Y, mientras veía que se llevaban a su padre para matarlo, Orígenes mismo se hubiera ido con él, se hubiera entregado, si su madre no hubiese escondido todas sus ropas…

Busqué volúmenes sobre la Antigua liturgia y no pude encontrar ni un fragmento de una misa que hoy en día llamaríamos “relevante”. No había misas especiales para los jóvenes. Incluso existía una fe eucarística arrolladora entre los jóvenes de la Iglesia.

Tarsicio era un chico de la Roma del siglo tercero. Su virtud y devoción eran tan fuertes que el clero confiaba en él para que lleve el Santo Sacramento a los enfermos. Una vez, al llevar un copón, lo reconocieron y fue atacado por una turba de paganos. Se abalanzaron sobre él, tratando de quitarle a la fuerza el copón de sus manos, queriendo más que nada profanar el Sacramento. El biógrafo de Tarsicio, el Papa Dámaso del siglo cuarto, los comparó a una jauría de perros rabiosos. Tarsicio “prefería dar su vida a ceder y revelar el Cuerpo de Cristo."

Lo que hizo a la Iglesia atractiva en el siglo tercero puede hacerla igual de atractiva en el siglo veintiuno. En el mundo antiguo y en el nuestro, los jóvenes quieren un desafío.

Incluso a esa edad tan temprana, Tarsicio era consciente de lo que estaba en juego. Jesús había muerto por amor a Tarsicio. Tarsicio no dudó en morir por amor a Jesús.

Lo que hizo a la Iglesia atractiva en el siglo tercero puede hacerla igual de atractiva en el siglo veintiuno. En el mundo antiguo y en el nuestro, los jóvenes quieren un desafío. Quieren amar con todo su ser. Están dispuestos a hacer las cosas de la manera difícil — si las personas a las que ellos respetan les plantean las exigencias más importantes. Éstas son las marcas que distinguen a los jóvenes. No encuentras a muchos hombres de mediana edad que se adhieren a la Marina para una larga estadía en las instalaciones militares de la Isla de Paris. Son los jóvenes que ruegan someterse a ese tipo de rigor.

El Padre Espiritual John Hugo contó una historia con una advertencia, no de la antigua Iglesia, sino de la Iglesia en Alemania de principios del siglo XX. Los líderes jóvenes se encontraban frente a un país deprimido y abatido por su derrota en la I Guerra Mundial. Los jóvenes parecían no tener un propósito, con pocas esperanzas de tener una oportunidad profesional y sin un sentido de patriotismo u otros ideales.

El clero alemán llevó a cabo un esfuerzo consciente, entonces, por acentuar lo positivo. Decidieron amoldarse a la fragilidad del país, evitar mencionar el sacrificio y restar importancia a la Cruz u otros elementos "negativos" del cristianismo. Hacían muchas caminatas por donde había naturaleza.

Al mismo tiempo, surgió un hombre que convocó a esos mismos jóvenes a que dejen atrás todo por el bien de su país. "Los vistió con uniformes, los hospedó en barracas— en resumen, les exigió que vivan una vida dura y laboriosa." Este hombre, Adolf Hitler, se ganó los corazones de los jóvenes. Porque ningún joven, hombre o mujer, quiere dar su vida de forma mezquina.

Tarsicio lo sabía mejor. Y también los jóvenes en tu parroquia.

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Agradecimiento

Mike Aquilina. "Ah, Youth: When the Church Was Young." Lay Witness (Mayo/junio 2005): 56.

Este artículo se ha reimpreso con permiso de la revista Lay Witness. Lay Witness es una publicación de Católicos por la Fe, Inc., un apostolado laico internacional fundado en 1968 para apoyar, defender y promover los esfuerzos de la Iglesia que enseña.

Sobre El Autor

AquilinaAquilina3Mike Aquilina es vicepresidente del Centro San Pablo de Teología Bíblica y presentador, junto con Scott Hahn, de varias series de televisión en EWTN. Es autor o coautor de Living the Mysteries: A Guide for Unfinished Christians, Fathers of the Church: An Introduction to the First Christian Teachers, The Way of the Fathers: Praying with the Early Christians, y Praying in the Presence of Our Lord: With St. Thomas Aquinas. Visite el blog de Mike Aquilina "The Way of the Fathers" aquí.

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