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Historia de dos Iglesias

  • EL CARDENAL FRANCIS GEORGE, O.M.I.

Durante muchos años en América, el Estado básicamente respetó su promesa de proteger a todas las religiones y no convertirse en un rival para ellas, una iglesia falsa. Ese ya no es más el caso.  


Georgecardinal31Había una vez una Iglesia que fue fundada con la irrupción de Dios en la historia humana, que tenía como fin dar a los seres humanos un camino hacia la vida eterna y a la felicidad junto con Él. El Salvador que Dios envió, su Hijo unigénito, no escribió un libro sino que fundó una comunidad, una Iglesia, que tenía como pilares el testimonio y el ministerio de doce apóstoles.

Él envió a esta Iglesia el don del Espíritu Santo, el Espíritu del amor del Padre y el Hijo, el Espíritu de la verdad que Dios ha revelado sobre sí mismo y la humanidad a través de su irrupción en la historia de la humanidad pecadora.

Esta Iglesia, una comunión jerárquica, siguió a través de la historia, viviendo entre los diferentes pueblos y culturas, siempre llena de pecadores pero siempre guiada en lo esencial de su vida y enseñanza por el Espíritu Santo. Se llamó a sí misma "católica" porque su propósito era predicar una fe universal y una moral universal, que llegara a todos los pueblos y las culturas.

Con frecuencia este objetivo la llevó a entrar en conflicto con las clases dirigentes de muchos países. Tras 1800 años de su historia, comúnmente tormentosa, esta Iglesia se encontró a sí misma presente en la forma de un grupo muy pequeño en un nuevo país al este de América del Norte. Este país se comprometió a respetar todas las religiones porque su Estado no sería confesional y no intentaría jugar el rol de una religión.

Esta Iglesia sabía que estaba lejos de ser socialmente aceptada en este nuevo país. Esto se debía a que una de las razones para establecerlo fue la de protestar contra el permiso que había dado el rey de Inglaterra para celebrar públicamente la Misa católica en suelo del Imperio británico, en los recién conquistados territorios católicos de Canadá.

El rey había traicionado su juramento de coronación de combatir el catolicismo, definido como "el mayor enemigo de América" y de proteger el protestantismo, haciendo peligrar la religión pura de los colonos, dándoles así el derecho moral de rebelarse y rechazar su gobierno.

Pese a ello, muchos católicos de las colonias americanas pensaron que la vida podría ser mejor en el nuevo país que bajo un régimen cuya clase dominante los había criminalizado y perseguido desde la mitad del siglo XVI. Ellos hicieron suyo este nuevo país y lo sirvieron con lealtad.

Frecuentemente, la historia social es conflictiva pero el Estado, básicamente, mantuvo su promesa de proteger a todas las religiones y fue fiel a no convertirse en un rival para ellos, en una iglesia falsa. Eso hasta hace pocos años.

Siempre hubo un elemento cuasi religioso en el credo público del país. Vivió el mito del progreso humano en el que había muy poco lugar para la dependencia de la Providencia divina. Fue propenso a explotar la religiosidad de la gente ordinaria mediante el uso de un lenguaje religioso con el fin de dirigirlos hacia los objetivos de la clase dominante. Algunas formas de anti-catolicismo eran parte de su adn social. Había alentado a sus ciudadanos a pensar en ellos mismos como los creadores de la historia del mundo y como los gestores de la naturaleza, de modo tal que ya no fuese necesario consultar fuente alguna sobre la verdad, aparte de ellos mismos, para contrastar sus propósitos y deseos colectivos.

Pese a esto, de manera explícita, nunca se había cubierto con el manto de una religión ni se había comunicado oficialmente a sus ciudadanos lo que debían pensar, tampoco se les había enseñado qué "valores" debían vivir de manera personal para merecer ser parte del país. Eso hasta hace pocos años.

Durante los últimos años, la sociedad ha aprobado (con leyes y socialmente) todo tipo de relaciones sexuales que antes solían considerarse "pecaminosas". Dado que la visión bíblica de lo que significa ser humano nos dice que no toda amistad o amor puede expresarse en el plano de las relaciones sexuales íntimas, la doctrina de la Iglesia sobre estos temas se presenta ahora como evidencia de intolerancia de todo aquello que defiende, e incluso impone, el derecho civil.

Lo que antes era una solicitud para vivir y dejar vivir se ha convertido en una exigencia para ser aprobado. La "clase dominante", aquellos que conforman la opinión pública en la política, la educación, las comunicaciones y el entretenimiento, está utilizando la ley civil para imponer a todos su propia forma de moral.

Se nos dice que, incluso en el matrimonio, no hay diferencia entre hombre y mujer, aunque la naturaleza y nuestros propios cuerpos evidencien claramente que los hombres y las mujeres no son intercambiables en la formación de una familia. Sin embargo, se nos advierte que aquellos que no se ajusten a la religión oficial ponen su ciudadanía en peligro.

Cuando, en un caso reciente sobre la objeción de conciencia ante una disposición de la Ley de Salud, se decidió en contra de la religión del Estado, el periódico Huffington Post (30 de junio de 2014) planteó "preocupaciones sobre la compatibilidad entre ser católico y ser un buen ciudadano". Esta no es la voz de los 'nativistas' que fueron los primeros en luchar contra la inmigración católica en la década de 1830. Tampoco es la voz de los que quemaron conventos e iglesias en Boston y Filadelfia una década más tarde.

Tampoco es la voz del movimiento Know-Nothing de la década de 1840 y 1850, ni del Ku Klux Klan, que quemó cruces frente a las iglesias católicas en el Medio Oeste después de la guerra civil. Es una voz más sofisticada aún que la de la Asociación Protectora de Estados Unidos, cuyos miembros prometieron nunca votar por un católico para un cargo público. Se trata, más bien, de la voz supuestamente justa de algunos miembros del establishment estadounidense actual que se consideran "progresistas" e "iluminados".

Así reducen la gran tensión que todo esto provoca en sus vidas, aunque también trae consigo la adoración de un falso dios.

El resultado inevitable es una crisis de fe para muchos católicos. A lo largo de la historia, cuando los católicos y otros creyentes de la religión revelada se han visto obligados a elegir entre ser enseñados por Dios o ser instruidos por los políticos, los profesores, los editores de los principales periódicos y los artistas, muchos de ellos han terminado por decidir acoplarse a los poderes fácticos.

Así reducen la gran tensión que todo esto provoca en sus vidas, aunque también trae consigo la adoración de un falso dios. No hace falta ningún valor moral para cumplir con el gobierno y la presión social. Lo que se necesita ahora es una fe profunda para "nadar contra la corriente"; como dijo el Papa Francisco a los jóvenes durante Jornada Mundial de la Juventud del pasado verano (en Río de Janeiro 2013).

Nadar contra corriente significa limitar el acceso que uno tiene a posiciones de prestigio y poder en la sociedad. Esto significa que aquellos que eligen vivir en católico no serán recibidos como candidatos políticos para un cargo nacional, no se sentarán en los consejos editoriales de los principales periódicos, no se sentirán en casa en la mayoría de los cuerpos académicos de las universidades, no tendrán una carrera exitosa como actores ni animadores. Tampoco lo serán sus hijos, quienes también serán vistos como sospechosos.

Puesto que todas las instituciones públicas, sin importar quién las posea o las opere, serán agentes del gobierno y conformarán sus actividades a las exigencias de la religión oficial, la práctica de la medicina y del derecho se hará más difícil para los fieles católicos. Esto ya ha provocado, en algunos estados, que quienes tienen empresas deban moldear sus actividades a lo que dicta la religión oficial o en su defecto pagar una multa, como los cristianos y los judíos son multados por su religión en los países que se rigen por la ley Sharia (NT: ley religiosa islámica que es además ley civil en los países mayoritariamente musulmanes).

Un lector del cuento de las dos iglesias, un observador externo, podría notar que la ley civil estadounidense ha hecho mucho para debilitar y destruir lo que es la unidad básica de toda sociedad humana: la familia. Con el debilitamiento de las restricciones internas que predica una vida familiar saludable, el Estado tendrá que imponer más y más restricciones externas sobre las actividades de cada uno.

Un observador externo podría también señalar que, inevitablemente, la imposición de cualquier cosa que actualmente deseen quienes proponen la religión oficial a todos los ciudadanos e incluso en el mundo en general, genera resentimientos. Un observador externo podría señalar que la clase social juega un papel importante en la determinación de los principios de la religión oficial del Estado. El "matrimonio del mismo sexo", por ejemplo, no es un problema para los pobres o los marginados sociales.

¿Cómo termina esta historia? Pues no lo sabemos. La situación actual es, por supuesto, mucho más compleja que un argumento para un cuento y sí que hay muchos actores y personajes, incluso entre la clase dominante, que no quieren que su amado país se transforme en una iglesia falsa. Sería un error perder la esperanza ya que hay aún muchas personas buenas y fieles.

Los católicos saben, con la certeza que da la fe, que cuando Cristo regrese en su gloria para juzgar a vivos y muertos, la Iglesia católica y apostólica, de alguna forma reconocible, estará allí para reunirse con Él.

No hay garantía divina semejante para ningún país, cultura o sociedad de este o de cualquier otro periodo de la historia humana. 

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Agradecimiento

Su Eminencia el Cardenal Francis George, O.M.I. "A Tale of Two Churches." Catholic New World (7 septiembre 2014.)

Reproducido con permiso de la Oficina de Comunicaciones del Cardenal Arzobispo de Chicago, Cardenal Francis George, OMI

The Catholic New World es el periódico de la Arquidiócesis de Chicago.

Sobre El Autor

GeorgeSu eminencia el Cardenal Francis Eugene George, O.M.I. (1937-2015) fue Arzobispo de Chicago en los EEUU. Como Arzobispo de Chicago ha emitido dos cartas pastorales: sobre evangelización "Convirtiéndose en un Pueblo Evangelizador" (21 noviembre de 1997) y sobre el racismo, "Mora en mi amor" (4 de abril, 2001). Su libro, "La diferencia que hace Dios: una visión católica de la fe, la comunión y la Cultura", es una colección de ensayos que exploran la relación con Dios, la responsabilidad de la comunión y de la transformación de la cultura. Cardenal Francis Eugene George es el autor de The Difference God Makes: A Catholic Vision of Faith, Communion, and Culture.

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