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Catolicismo: el modo de vida más progresista

  • EL PADRE BEVIL BRAMWELL, OMI

En nuestra cultura hay muchas palabras mal utilizadas, pero quizás la peor utilizada es “progreso”.


politicalpolandViene originalmente del latín para decir “seguir adelante”. El Renacimiento dio a la palabra un significado claramente subjetivo:como nuevas ideas sobre la persona y el gobierno que precedió a su aplicación en términos concretos, por ejemplo. La Revolución Industrial agregó la expectativa de que la tecnología iba a resolver los problemas del mundo. No lo hizo, obviamente; sólo creó un mundo de máquinas, sin el necesario desarrollo moral humano.

Históricamente, el mayor uso impropio de la palabra comenzó cuando al progreso se comenzó a entendersimplemente en términos de ideas. Cuando esta o aquella elite construye una idea de progreso, sus visiones pueden o no tener algo que ver con la realidad. Karl Marx, por ejemplo, puede haber sido conmovido por las duras condiciones de los trabajadores, pero todo lo que propuso fueron ideas alternativas sobre la propiedad y el gobierno. Y no muy buenasfinalmente, como podemos ver bastante bien en el bicentenario de su nacimiento este año.

No había ninguna garantía (excepto en su mente) de que las ideas de Marx condujeran al “progreso” que él concebía. Obligar a la compleja dinámica del mundo a ajustarse a sus ideas causó la muerte de decenas de millones de gente. Ese es un hecho verificable y no constituye un progreso. Sin embargo, las encuestas muestran que muchos departamentos de filosofía en los Estados Unidos todavía enseñan el marxismo como un tema serio.

La Iglesia demuestra durante mucho tiempo los defectos de las diferentes ideologías “progresistas” (el Papa León XIII ya sabía dónde iría el socialismo en 1891) y por eso los que abrazan esas ideologías odian a la Iglesia.

Pero consideremos el progreso y la Iglesia más de cerca. Joseph Ratzinger nos recordó, hace décadas, que nuestra fe en la Divina Trinidad proviene de las experiencias históricas concretas de judíos y cristianos.

El pacto de Dios con el pueblo judío comenzó con un poco de cielo en los Diez Mandamientos. Luego, en la tierra de esos Mandamientos, nace una persona real que constituye el Nuevo Pacto: Jesucristo.

Creer en – y tener un pacto con – una persona que posee tanto una naturaleza divina como una naturaleza humana, eso es progreso. Así como conocer la verdad sobre el Creador y su Creación. Es por eso que las enseñanzas católicas se refieren constantemente a la realidad concreta, ya sea del Antiguo Pacto o del Nuevo. Las mentes cristianas están reguladas por nuestra experiencia directa del mundo, un mundo creado por Dios. Tales experiencias no te conducen a ideologías irreales, sino a un mundo que imita lo divino, y que puede ser captado por nuestro pensamiento.

Este es el mejor uso de la mente humana, para regresar al mundo sensible y verificar si nuestros conceptos tienen validez. Como dijo Aquino: “Aunque el intelecto es superior a los sentidos, sin embargo, de una manera recibe de los sentidos, y sus primeros y principales objetos se basan en cosas sensibles.” Es realmente progreso ayudar a las mentes humanas a desarrollarse en una manera consistente y a mantenerlos intelectualmente arraigados en el mundo que las rodea.

Entonces, por ejemplo, los católicos dicen no a la anticoncepción. Las relaciones sexuales involucran cuerpo y espíritu. Usar un anticonceptivo daña la experiencia del mundo real de un espíritu encarnado de muchas maneras. Del mismo modo, en el sexo casual: disminuye irreversiblemente a los participantes. Están evitando la plenitud de su personalidad, es decir, están regresando.

Proteger la humanidad de los individuos, de cada individuo, desde la concepción hasta la muerte natural; eso, también, es progreso. Especialmente en un mundo donde muchas naciones no lo están haciendo, incluso lo consideran inhumano.

Sin embargo, la Iglesia no es solo un correctivo intelectual. Es un sacramento y celebra los sacramentos. Los sacramentos son signos visibles, extraídos del mundo natural, de lo que logran en la gracia y la verdad. Cada sacramento cambia a las personas de forma progresiva, entendida correctamente, a formar cada vez más parte del Reino de Dios.

Este es el progreso hacia la realidad concreta creada de compartir en la vida divina donde “Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.” (Efesios 4: 6)

Esto necesitamos entender y proclamarlocon valentía: la vida católica es una vida de progreso, pero no en un sentido arbitrario decidido por alguien en el refrigerador de agua o en una biblioteca (“the British Museum”, en el caso de Marx). El progreso católico es un progreso ordenado divinamente que profundiza la humanidad del individuo involucrado y lo eleva a la unión espiritual con el Todopoderoso y con los demás.

En la Iglesia el progreso es hacia la santidad, lo último en el progreso humano. Es la plenitud del desarrollo humano en la gracia y la verdad, tanto que San Ireneo describió la situación como: “La gloria de Dios es el hombre plenamente vivo.” Una persona completamente viva es alguien que no fue abortada (una obsesión “progresiva”) y que usa la libertad humana para relacionarse con Dios, incluso cuando la ideología predominante está tratando de sofocar la fe (otra obsesión “progresiva” común).

El progreso en el sentido católico se trata de promover la unión de los seres humanos con Dios y entre sí. Como Dios mismo empodera a esta unión, no es utópica sino real. El progreso católico tiene una meta concreta que es tanto positiva como trascendente: el único progreso verdadero.

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Agradecimiento

bevilEl Padre Bevil Bramwell, OMI. "Catolicismo: el modo de vida más progresista". The Catholic Thing (13 mayo, 2018). 

Reimpreso con el permiso de The Catholic Thing. Todos los derechos reservados. Para derechos de reimpresión, escribir a: info@thecatholicthing.org.  

Sobre El Autor

El Padre Bevil Bramwell, OMI, es doctor en filosofía y ex rector universitario en la CatholicDistanceUniversity. Sus libros son: Laity: Beautiful, Good and True; TheWorldoftheSacraments; y, más recientemente, CatholicsReadtheScriptures: Commentaryon Benedict XVI’s Verbum Domini.

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