Menu
A+ A A-

Derribando el mito de Galileo

  • DINESH D'SOUZA

Muchas personas han aceptado sin cuestionamientos la idea de que existe una antigua batalla entre ciencia y religión.


Galileo79 Podemos encontrar que esta guerra se publica en muchos de los tratados ateos más destacados, tales como los de Richard Dawkins, Victor Stenger, Sam Harris y Christopher Hitchens. Cada cierto tiempo alguno de los principales semanarios publica un artículo sobre este tema. Los propagadores de este paradigma no llegan a darse cuenta de que son víctimas de propaganda atea del siglo XIX.

Unos cien años atrás, dos intolerantes antirreligiosos llamados John William Draper y Andrew Dickson White escribieron libros para promover la idea de que existe un conflicto irreconciliable entre ciencia y Dios. Los libros estaban repletos de hechos que los pensadores de hoy en día han desacreditado por completo. Sin embargo, los mitos a cargo de Draper y Dickson continúan reciclándose. Muchas personas que se consideran educadas creen en ellos e incluso han encontrado la manera de introducirse en los libros de texto. En este artículo, expondré varios de estos mitos, centrándome especialmente en el caso de Galileo, dado que se lo caracteriza automáticamente como víctima de persecución religiosa y mártir de la ciencia.

La falacia de la tierra plana: Según los textos ateos, todos los cristianos medievales creían que la tierra era plana hasta que aparecieron unos brillantes científicos de la era moderna que demostraron que era redonda. En realidad, las personas educadas de la Edad Media sabían que la tierra era redonda. De hecho, los antiguos griegos del siglo V a.C. sabían que la tierra era una esfera. No necesitaban de la ciencia moderna para señalar algo tan obvio. Podían ver que cuando un barco se dirigía hacia el horizonte, el casco y el mástil desaparecían en momentos diferentes. Incluso más revelador fue el hecho de que durante un eclipse podían ver la sombra de la tierra en la luna. Vean, amigos, ¡es redonda!

Desprecio mítico de Huxley: Hemos leído en diversos libros acerca del gran debate entre el defensor de Darwin, Thomas Henry Huxley, y el pobre obispo Wilberforce. Según la leyenda, Wilberforce le preguntó a Huxley si descendía del simio por parte de madre o padre y Huxley, de manera encantadora, le contestó que prefería descender de un simio más que de un obispo ignorante que engañaba a las personas en torno a los hallazgos de la ciencia. Un desenlace dramático, por cierto, pero el único problema es que nunca sucedió. No existen registros de ello en las actas de la sociedad en las que se transcribió el debate y el amigo de Darwin, Joseph Hooker, quien le informó sobre el debate, dijo que Huxley no hizo réplica alguna contra los argumentos de Wilberforce.

Darwin contra los cristianos: Según el mito, cuando Darwin publicó su obra El origen de las especies, los científicos se alinearon de un lado y los cristianos, del otro. En realidad, hubo buenos argumentos científicos tanto a favor como en contra de Darwin. El naturalista británico Richard Owen, el zoólogo de Harvard Louis Agassiz y el conocido físico Lord Kelvin tenían serias reservas sobre la teoría de Darwin. La historiadora Gertrude Himmelfarb señala que mientras que algunos cristianos encontraban que la evolución no era coherente con la Biblia, muchos otros ofrecieron su apoyo a Darwin. El más típico fue el diario católico más influyente Dublin Review que elogió de forma exagerada el libro de Darwin a la vez que hizo solo algunas objeciones menores.

El experimento que Galileo no hizo: Hemos leído en los libros de texto que Galileo subió a la Torre de Pisa y arrojó objetos livianos y pesados al suelo. Descubrió que ambos llegaban al suelo en el mismo momento, refutando así siglos de teorías medievales vanas. En realidad, no fue Galileo quien hizo esos experimentos, sino que uno de sus estudiantes. El estudiante descubrió lo que todos podemos descubrir haciendo experimentos similares: ¡los objetos pesados llegaban al suelo primero! Tal como lo indica el historiador de ciencias Thomas Kuhn, es solo ante la ausencia de resistencia del aire que todos los cuerpos llegan al suelo en el mismo momento.

Galileo fue el primero en demostrar el heliocentrismo: En realidad, fue Copérnico quien presentó la teoría heliocéntrica de que el sol, y no la tierra, se encuentra en el centro y que la tierra gira alrededor del sol. Copérnico lo hizo más de medio siglo antes que Galileo, pero no tenía prueba directa y admitió que la experiencia puso obstáculos serios que obraban en contra de su teoría. Por ejemplo, si la tierra se mueve rápidamente, ¿por qué los objetos arrojados al aire no aterrizan a una distancia considerablemente más alejada de su punto de partida? Galileo defendió el heliocentrismo, pero uno de sus argumentos más destacados era incorrecto, ya que sostenía que el movimiento normal de la tierra provocaba chapoteos de agua en los océanos explicando el origen de las mareas, cuando en realidad las mareas tienen más que ver con la fuerza gravitacional de la luna que actúa sobre la tierra.

En realidad, la Iglesia fue la principal promotora de la nueva ciencia y fue la misma Iglesia que financió a Galileo. Los astrónomos más importantes de esos tiempos eran sacerdotes jesuitas.

La Iglesia se oponía dogmáticamente a la nueva ciencia: En realidad, la Iglesia fue la principal promotora de la nueva ciencia y fue la misma Iglesia la que financió a Galileo. Los astrónomos más importantes de esos tiempos eran sacerdotes jesuitas. Estaban abiertos a la teoría de Galileo, pero le dijeron que la prueba para demostrarlo no era contundente. Esa fue la opinión del astrónomo más importante de la era, Tyco Brahe. La visión de la Iglesia del heliocentrismo no fue precisamente dogmática. Cuando el Cardenal Bellarmine se encontró con Galileo, le dijo que "si bien la experiencia nos dice claramente que la tierra permanece quieta, si hubiera una prueba real de que el sol se encuentra en el centro del universo... y de que el sol no gira alrededor de la tierra sino que es la tierra la que gira alrededor del sol, entonces deberíamos proceder con suma cautela al explicar pasajes de las sagradas escrituras que parecen enseñar lo contrario y sería más conveniente admitir que no las entendimos que declarar como falsa una opinión que resultó ser verdadera. Sin embargo, esto no debe hacerse con prisa, y en lo que a mí respecta, no creeré que existen tales pruebas hasta que no me las hayan enseñado". Galileo no tenía tales pruebas.

Galileo fue víctima de tortura y abusos: Este es tal vez uno de los temas más recurrentes y aún así es completamente falso. La Iglesia trató a Galileo como una celebridad. Cuando fue citado por la Inquisición, se lo albergó en la gran Villa Medici de Roma. Asistió a recepciones con el Papa y los cardenales más destacados. Aún después de haber sido condenado, primero fue alojado en el magnífico palacio episcopal y luego se lo mantuvo bajo "arresto domiciliario” y se le permitió que visitara a sus hijas a un convento cercano y que continuara publicando trabajos científicos.

La Iglesia se equivocó al condenar a Galileo por herejía: Galileo no fue acusado de hereje ni condenado por tal motivo. Se lo acusó de enseñar heliocentrismo violando específicamente su promesa de no hacerlo. Este fue el cargo por el que se declaró la culpabilidad de Galileo. Había asegurado al Cardenal Bellarmine que dada la sensibilidad del tema, no promovería públicamente el heliocentrismo. Sin embargo, cuando se designó a un nuevo Papa, Galileo decidió faltar a su palabra. Cuando le preguntaron sobre esto en el juicio, dijo que su obra Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo no abogaba por el heliocentrismo. Esta es una mentira categórica, como pueden verlo claramente quienes lean el libro de Galileo. Incluso les resultaba difícil a quienes respaldaban a Galileo, y había muchos, que lo defendían en este punto.

¿A qué concusión podemos llegar entonces? Galileo tenía razón acerca del heliocentrismo pero sabemos que la tenía solo en retrospectiva debido a la evidencia que surgió tras su muerte. La Iglesia no debería haberlo juzgado, aunque la conducta imprudente de Galileo contribuyó con su suerte. Aún así, su suerte no fue tan terrible. El historiador Gary Ferngren llegó a la conclusión de que "se ha demostrado que la imagen tradicional de Galileo como un mártir de la libertad intelectual y como una víctima de la oposición de la Iglesia a la ciencia fue algo más que una caricatura". Recuerden esto la próxima vez que escuchen a un ateo "semi-educado" divagando sobre la "guerra entre religión y ciencia".

dividertop

Agradecimiento

dsouzadinesh Dinesh D'Souza. "Derribando el mito de Galileo." ("Debunking the Galileo Myth") Dinesh D'Souza Blog (26 de noviembre de 2007).

Este artículo se reimprimió con el permiso de Dinesh D'Souza.

Sobre El Autor

dsouza1D'souzagsmDinesh D'Souza es un comentarista político indio-americano, el cineasta. Él es el autor de What's So Great About Christianity, The Enemy at Home: The Cultural Left and Its Responsibility for 9/11, Letters to a Young Conservative, What's So Great about America, Illiberal Education: The Politics of Race and Sex on Campus; The End of Racism; Ronald Reagan: How an Ordinary Man Became an Extraordinary Leader; y The Virtue of Prosperity: Finding Values in an Age of Techno-Affluence. Dinesh D'Souza forma parte del comité asesor de Catholic Education Resource Center. Visite su página web aquí.

Copyright © 2007 Dinesh D'Souza
back to top