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Es momento de tomar en serio al Estado Islámico

  • EL PADRE JAMES V. SCHALL, S.J.

Tanto el Estado Islámico, como los movimientos yihadistas más amplios de distintas partes del mundo que concuerdan con él, tienen razón, creo, en lo que respecta a la comprensión de los fundamentos básicos del islam.


isis El islam no tiene un cuerpo ni una figura central o definitiva autorizada para definir qué es exactamente.  Las opiniones acerca de su esencia y alcance varían ampliamente según el entorno político o filosófico de sus propios intérpretes.  El esfuerzo actual por consolidar un estado islámico, con un califa designado para retomar la misión asignada al islam, permite que nos hagamos la siguiente pregunta: "¿Qué es el islam?"

El tema del "terror" es un aspecto adicional de este mismo entendimiento.  Muchas personas fuera del islam intentan separar "terror" e "islam" como si fueran ideas independientes o incluso opuestas.  Es casi imposible mantener esta última opinión con seriedad a la luz de la historia islámica y del texto del mismo Corán.

Sin embargo, John Kerry insiste en decir que lo que vemos es "terrorismo" y que no tiene nada que ver con el islam.  Parece que la administración de Obama tiene por norma no identificar nunca el islam con "terrorismo", sin importar lo que digan la evidencia o los representantes del Estado Islámico.  El vicepresidente habla de "infierno" al referirse a las acciones del Estado Islámico.  Diane Feinstein habla del "mal" detrás de las matanzas existentes en Iraq y Siria.  El papa habla de "parar con la agresión".  Las leyes inglesas anti-odio evitan el tratamiento franco y honesto de lo que realmente sucede en los países o comunidades islámicas de occidente.  Ni siquiera se permite leer en público la visión crítica de Winston Churchill sobre el islam.

Tanto el ecumenismo como el liberalismo, de maneras diferentes, debido a su compromiso con la tolerancia y la libertad de expresión, hacen que resulte difícil tratar lo que está sucediendo en los estados islámicos.  El islam no es amigo del relativismo ni de las distinciones sutiles.

¿Es el terror inherente al islam?

Aquí quiero proponer una opinión.  Una opinión es una postura que ve la verosimilitud y no la certeza de una determinada proposición.  Sin embargo, pienso que esta opinión está bien fundamentada y le otorga más sentido tanto al islam histórico como al presente que la mayoría de los puntos de vista que hoy prevalecen al respecto.  No concibo esta reflexión como definitiva,  ni tampoco la documento formalmente, a pesar de que podría hacerlo.  Es una opinión que, paradójicamente, me parece que respeta mucho más al islam que la mayoría de las críticas o defensas actuales.

Este comentario es una apología, por así decirlo, a favor del Estado Islámico en el sentido de que acepta su sinceridad y su objetivo religioso.  Entiende cómo los antecedentes filosóficos que potencian su visión, según sus propios términos, justifican sus acciones, incluso las más violentas.

Alá le otorga a la violencia un lugar significativo. La controversia real se basa en la verdad de esta proposición, o mejor dicho en la imposibilidad de refutarla.

Tanto el Estado Islámico, como los movimientos yihadistas más amplios de distintas partes del mundo que concuerdan con él, tienen razón, creo, en lo que respecta a la comprensión de los fundamentos básicos del islam.  Podemos encontrar una gran cantidad de pruebas, no sólo en la larga historia de la temprana expansión militar musulmana sino también en su interpretación teorética del mismo Corán, para llegar a la conclusión de que el Estado Islámico y sus simpatizantes están básicamente en lo cierto.  El objetivo del islam consiste en expandir su régimen por todo el mundo en el nombre de Alá, utilizando para ello medios frecuentemente violentos.  El mundo no podrá estar en "paz" hasta que no sea completamente musulmán. Evidencia objetiva demuestra que el "terror" que vemos surge de una lectura de fe de una misión designada por Alá al mundo islámico, y no de las teorías totalitarias modernas, del nacionalismo o de cualquier otro lado.

Buscar otro tipo de explicación equivale a no comprender la verdadera causa que lleva al Estado Islámico y a sus seguidores a actuar como actúan. Los pensadores pragmáticos occidentales, aferrados a sus acotados esquemas de pensamiento, tienden a excluir este tipo de motivación como excusa de la fuerza bruta.  Esta visión muestra los defectos intelectuales y la falta de amplitud en el pensamiento tanto de los líderes como de los pensadores occidentales.

El yihadismo, por así decirlo, es ante todo un movimiento religioso.  Alá le otorga a la violencia un lugar significativo.  La controversia real se basa en la verdad de esta proposición, o mejor dicho en la imposibilidad de refutarla.  En un ensayo reciente publicado en American Thinker se calculaba que durante sus años de expansión, desde sus inicios en los siglos XVII y XVIII, murieron cerca de 250 millones de personas en guerras y persecuciones provocadas por el islam.  Ningún otro episodio en la historia mundial, contando a los totalitarismos del último siglo, ha sido tan letal.

Si el islam es una religión de paz, ¿qué clase de paz provoca?

Excluyendo su misión, incluso dentro del islam hay otras formas posibles de entender los registros islámicos, pero no son más que la interpretación yihadista.  Es posible que algunos entiendan al islam como una religión de "paz".  Sin embargo, esa "paz", según sus propios términos, es la paz de Alá dentro de sus límites.  Con el resto del mundo exterior está en guerra porque pretende cumplir con un objetivo religioso, que todos se sometan a Alá en la forma pasiva que especifica el Corán.

Se puede vencer o detener al islam, como sucedió en Tours o Viena, pero siempre volverá a levantarse como ahora se empeña en hacerlo.   Describir a los yihadistas y líderes del Estado Islámico como meros "terroristas" o matones es utilizar términos políticos occidentales para impedir que veamos el dinamismo religioso de este movimiento.  No les extrañe que nuestros líderes no puedan ni lleguen a entenderlo.  Este objetivo, si se alcanza, es terrible.  Sin embargo, no estamos tratando con un grupo de gánsteres, como muchos suelen sostener. Las raíces del islam son teológicas, de una mala teología, pero coherentes dentro de su propia órbita y presuposiciones.

En pocas palabras, desde su fundación, el islam pretende ser, literalmente, la religión del mundo.  Su postura no puede compararse con nada más.  Se trata de intentar que todo el mundo adore a Alá según los cánones del Corán.  Es una creencia, basada en una supuesta revelación a Mahoma, de la cual existen pocas pruebas.  En el Corán y en los escritos de sus intérpretes podemos encontrar justificaciones suficientes sobre el uso de las armas para expandir esta religión, una vez fundada, a todo el mundo, para explicar los medios violentos, en general exitosos, que utilizan para establecer, pacificar y regular tribus, estados, territorios e imperios.

Según la doctrina musulmana, todos los que nacen en el mundo son musulmanes.  Nadie tiene derecho ni razón de no serlo.  Así, aquellos que no son musulmanes deben convertirse o ser eliminados.  Esto también es cierto respecto de la literatura, los monumentos y demás símbolos de las civilizaciones o estados que no son musulmanes.  Se destruyen porque no están autorizados por el Corán.

La responsabilidad religiosa del islam consiste en cumplir con la misión que se le ha asignado de someter el mundo a Alá.  Cuando intentamos explicar esta religión en términos económicos, políticos, psicológicos o de otro modo, no llegamos a ver lo que está sucediendo.  Desde afuera, es casi imposible ver cómo el sistema es coherente dentro de sí mismo.  Sin embargo, teniendo en cuenta sus premisas y la filosofía del voluntarismo que se utiliza para explicarla y defenderla, resulta mucho más claro que, de hecho, estamos tratando con una religión que se autoproclama verdadera al insistir en que está cumpliendo con la voluntad de Alá, y no con la suya.

Si vamos a tratar con ella, debemos hacerlo en esos términos, en base a la validez de dicha afirmación.  El problema con este enfoque, obviamente, es que la verdad, logos, no es reconocida en este entorno voluntarista.  Si Alá trasciende la distinción entre lo bueno y lo malo, si puede desear algo hoy y lo contrario de mañana, tal como es entendida la omnipotencia de Alá en el islam, no puede haber un debate real que no sea simplemente un enfrentamiento pragmático temporal, un equilibrio entre interés y poder.

Cuando somos testigos de incidentes de violencia en el mundo islámico o en otras partes del mundo provocados por representantes del islam, escuchamos quejas de que ninguna voz musulmana se levanta para condenar esta violencia.  Cuando sucedió lo del 11 de septiembre, no hubo condena dentro del islam, sino celebraciones generalizadas.  Parecía que el islam hubiera resultado victorioso.  Es que todos los pensadores musulmanes saben que no pueden, en base al Corán, condenar el uso de la violencia para expandir su religión.  Hay demasiada evidencia para justificar que este uso está permitido y negarlo equivaldría a menoscabar la integridad del Corán.

Obviamente, los enemigos del Estado Islámico y de sus aliados yihadistas no sólo son los "Cruzados" u Occidente.  Algunas de las guerras más sangrientas del islam fueron la invasión de la India hindú, donde aún quedan rastros de tensión.  También existen fuerzas musulmanas que trabajan en China.  Filipinas tiene un problema más importante, al igual que Rusia.  Pero también el islam libra una batalla consigo mismo: las batallas entre los suníes y chiíes son legendarias.  Es importante tener en cuenta que, si logra sobrevivir, una de las primeras cosas en la agenda del Estado Islámico, es unir a todo el islam en una unidad de credo.

Un tema inconcluso desde Tours y Viena

Todos los estados islámicos existentes son una suerte de compromiso entre la misión islámica verdadera y las fuerzas, en general fuerzas militares que limitan esta unificación mundial.  La mayoría de los gobiernos musulmanes vigentes reconocen el peligro que correrían si se lograra imponer un Califato.  Todos tienen una suerte de presencia yihadista dentro de sus límites que busca asumir el control en nombre de su propia supervivencia.  Hubo y hay cristianos y otras minorías toleradas en mayor o menor grado dentro de estos estados pero que, al no ser musulmanes, reciben el tratamiento de ciudadanos de segunda clase.  El movimiento islámico renueva ese lado purista del islam que insiste en erradicar o expulsar las presencias no musulmanas en sus tierras.

El arzobispo de Mosul, al ver el exilio y exterminio de su pueblo por ser forzados a optar entre conversión y muerte, subrayó que habían destruido sus monumentos y hecho desaparecer todos los archivos y registros de la prolongada presencia del cristianismo en esa área.  Les advirtió que tarde o temprano las naciones de occidente recibirán este tipo de tratamiento.  Existen hoy en día enclaves musulmanes importantes en todas partes de América y Europa que deben ser objeto de gran preocupación ya que podrían convertirse en futuros centros de levantamientos dentro de cada ciudad.  Existen ahora miles de mezquitas en Europa y América, fuertemente financiadas por el dinero del petróleo, que son parte de un enclave cerrado que excluye la ley local y aplica la ley musulmana.

Sin embargo, podemos preguntarnos lo siguiente: ¿el Estado Islámico no es más que una quimera?  Ningún Estado Islámico tiene una posibilidad seria de derrotar a las fuerzas armadas modernas.  Sin embargo, irónicamente, ya no piensan que se necesiten ejércitos modernos.  Están convencidos de que tienen éxito a través del uso generalizado del terrorismo y otras formas de disturbios civiles.  Nadie tiene en realidad la voluntad ni los medios necesarios para controlar las fuerzas destructivas con que cuenta el Estado Islámico.

Es que todos los pensadores musulmanes saben que no pueden, en base al Corán, condenar el uso de la violencia para expandir su religión. Hay demasiada evidencia para justificar que este uso está permitido y negarlo equivaldría a menoscabar la integridad del Corán.

Los estrategas del Estado Islámico piensan que es posible dar otro paso en la expansión del islam, para retomar nuevamente el ataque a Europa que debieron abandonar en Tours y Viena.  Los ejércitos musulmanes siempre han sido conocidos por su crueldad y astucia.  Los hombres muchas veces mueren de miedo ante sus amenazas, tal como ellos lo pretenden.  Un teórico musulmán sostuvo una vez que su objetivo era que las calles de las ciudades occidentales se vieran como los campos de batalla que forman parte del paisaje de las ciudades de Medio Oriente.  Una vez más, valiéndose de los atentados y creyentes suicidas, quienes se dice que son "mártires", esto es posible.

Finalmente, el caso del Estado Islámico y de los yihadistas no es una mera amenaza emergente de la misión del islam de conquistar el mundo para Alá, sino que  también es una cuestión moral. Como la vida de occidente es atea y decadente,  no merece su prosperidad y posición.  La misión del género humano es la sumisión a Alá en todas las cosas.  Una vez que se haya logrado la sumisión, terminará la etapa de guerra.  No serán necesarias ni se tolerarán más decapitaciones o autobombas.  No será posible ni se permitirá ningún desacuerdo dentro del islam.  Habrá paz cuando impere la ley del islam.  Este es el objetivo religioso del Estado Islámico.  Es una locura pensar en ello de otra manera.

Sin embargo, con gran oposición tanto de occidente como del interior de los estados islámicos a esta visión, ¿existe alguna posibilidad de éxito?  Pat Buchanan pensó que uno de estos días un grupo de Seals eliminaría al nuevo Califa.  Los funcionarios del gobierno musulmán saben que tienen los días contados si llegara a triunfar el Estado Islámico.  Sin embargo, al mismo tiempo, esta visión parece ser el ímpetu real del pueblo islámico.

Es fácil declarar que este movimiento es fanático y despiadado, que de hecho lo es.  Suena horroroso para el mundo exterior, pero sospecho que no lo es así para aquellos que creen en sus verdades y ven con alivio el renacimiento actual del islam.  El ranking de segunda o tercera clase del islam en el mundo moderno ya terminó.  Sin embargo, en la medida que juzguemos erróneamente lo que está motivando la renovación del islam, nunca entenderemos porqué existe del modo en que existe. 

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Agradecimiento

school El Padre James V. Schall, S.J. Es momento de tomar en serio al estado islámico ("It's Time to Take the Islamic State Seriously"). Mercatornet (17 de septiembre de 2014).

Reimpreso con el permiso de MercatorNet.com bajo una Creative Commons Licence. Ver el artículo original aquí.

Sobre El Autor

Schall1Schall3James V. Schall, SJ (1928-2019), quien se desempeñó como profesor en la Universidad de Georgetown durante treinta y cinco años, fue uno de los escritores católicos más prolíficos de América y autor de varios libros en las áreas de cuestiones sociales, espiritualidad y literatura, entre los que se incluyen los siguientes: The Mind That Is Catholic: Philosophical & Political Essays, On the Unseriousness of Human Affairs: Teaching, Writing, Playing, Believing, Lecturing, Philosophizing, Singing, Dancing; Roman Catholic Political Philosophy; The Order of Things; The Regensburg Lecture; The Life of the Mind: On the Joys and Travails of Thinking; Schall on Chesterton: Timely Essays on Timeless Paradoxes; Another Sort of Learning, Sum Total Of Human Happiness, y A Student's Guide to Liberal Learning.

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