Menu
A+ A A-

Redescubrimiento del sistema de asistencia sanitaria ideal

  • JOHN HORVAT II

Hay muchas personas que no caen en la cuenta de que el hospital, tal como se le conoce hoy en día, fue un invento de la Edad Media. Se crearon a partir del deseo de extender la caridad cristiana a los pobres y a los más necesitados.


nunhealthHay una idea predominante de que los sistemas de asistencia sanitaria deben ser necesariamente complejos y costosos. Sin embargo, mucho tiempo atrás, existió un sistema de asistencia sanitaria ideal que además era increíblemente simple. El sistema no contemplaba ninguna lista de beneficios, indicadores clínicos ni datos financieros. Era un sistema que no ponía tanto énfasis en su estructura administrativa, sino que en el cuidado y en la salud tanto del cuerpo como del alma de los pacientes.

Faith Wallis describe este sistema en su libro Medieval Medicine: A Reader. Este “sistema de asistencia sanitaria medieval” nos recuerda el tipo de atención del que lamentablemente carecemos hoy en día.

Al proponer un sistema de asistencia sanitaria medieval como ideal, no estoy queriendo decir que la medicina medieval -primitiva como era- sea la fórmula ideal para el mundo de hoy. La medicina medieval fue de avanzada en aquellos tiempos, pero no hay dudas de que hoy no lo es para nada. Sin embargo, el espíritu con el que se trataba a la gente sí constituye un ideal que puede y debe imitarse.

Los hospitales vuelven a sus raíces

Hay muchas personas que no caen en la cuenta de que el hospital, tal como se le conoce hoy en día, fue un invento de la Edad Media. Se crearon a partir del deseo de extender la caridad cristiana a los pobres y a los más necesitados. A principios de la Edad Media, los hospitales eran un anexo de los monasterios, siendo los monjes quienes se ocupaban de los enfermos y moribundos. Ninguna otra civilización fue capaz de crear nada ni remotamente comparable.

Los hospitales medievales ofrecían atención gratuita a los pobres y a los más necesitados. En general, estaban bajo la supervisión de una orden religiosa integrada por miembros que hacían votos de pobreza, castidad y obediencia. Dedicaban sus vidas a Dios y a atender alegremente a quienes pedían su ayuda - inclusive a los no cristianos.

No contentos con los pacientes que se presentaban en el hospital, los asistentes del hospital tenían la obligación de salir a las calles y de traer a quienes necesitaban tratamiento.

Recepción de pacientes

La recepción de pacientes era sumamente conmovedora por el gran amor con que eran acogidos.

Se hacía todo lo posible para cuidar también de sus necesidades espirituales. Una vez que ingresaban al hospital, los pacientes que eran católicos se confesaban y recibían la Santa Comunión, como primera medida para iniciar el proceso de curación. Con ello, lograban tener serenidad espiritual, lo cual solía tener repercusión en la salud física del paciente.

Una vez que ingresaban, los pacientes eran considerados como otro Cristo. Cada uno de ellos era tratado como el dueño de casa, dado que efectivamente tenían ese carácter, según los estatutos del hospital. Atendían todas sus necesidades, como si se tratara del mismo Cristo.

Durante una visita al Hospital de Jerusalén, que contaba con 2000 camas, perteneciente a los Caballeros de San Juan de Jerusalén, un clérigo advirtió: “Sucedió en varias ocasiones que cuando ... el espacio era insuficiente para la multitud de los pacientes, éstos pasaban a ocupar los dormitorios de los hermanos, quienes terminaban durmiendo en el suelo”.

Quienes cuidaban de los enfermos no pensaban que su rol fuera una mera tarea que debían cumplir. No pensaban en su comodidad ni en su beneficio. Consideraban que su servicio era algo que le daba sentido y propósito a sus vidas. El cuidado de los demás era un medio importante para garantizar su salvación.

Atención de excelencia

La atención fue lo más excelente que podía ser para la época. Traían especialistas para atender casos extraordinarios. Los médicos hacían rondas diarias para controlar la evolución de los pacientes que estaban a su cargo. Las normas exigían que los pacientes siempre debían contar con alguien que los ayudara y que las enfermeras debían trabajar en todo momento, tanto de día como de noche. 

El ambiente era limpio y reconfortante. De hecho, se pintaban importantes obras de arte en las paredes y en los techos del hospital para deleitar y edificar a los pacientes, utilizando las mismas técnicas artísticas con las que adornaban las iglesias.

El ambiente era limpio y reconfortante. De hecho, se pintaban importantes obras de arte en las paredes y en los techos del hospital para deleitar y edificar a los pacientes, utilizando las mismas técnicas artísticas con las que adornaban las iglesias. Aún podemos ver esas obras de arte en los edificios que sobrevivieron. 

Se prestaba especial atención a la limpieza, ventilación y confort. Los pacientes recibían cochones limpios, sábanas de lino blancas y frazadas de lana. La atención era tan excelente que el clérigo que visitó el Hospital de Jerusalén informó que había "gente adinerada que se hacía pasar por pobre para quedarse en el hospital".

La preocupación por los enfermos no se limitaba a los médicos y asistentes. Además, todos los cristianos veían a los enfermos de una manera similar a la de Cristo. Los pacientes de los hospitales comunes a menudo eran animados con la visita de personas de rango alto o nobles que eran especialmente caritativos. Entre los visitantes, podemos mencionar a personajes como Catalina de Suecia, Margarita, Reina de Escocia o el rey San Luis IX de Francia.

Una reciprocidad conmovedora

Sin embargo, los enfermos no eran sólo beneficiarios de la caridad. También tenían sus deberes dentro del hospital mediante los cuales a su vez extendían su caridad a quienes los rodeaban.

Conscientes de que Dios escucha especialmente las oraciones de los que sufren, los pacientes, si eran cristianos, se congregaban para interceder por sus benefactores, las autoridades y todos los que estaban angustiados. En la medida que podían, tenían el deber de rezar, asistir a Misa y recibir los sacramentos. Cuando caía la noche, las salas terminaban el día con letanías en las que los “dueños enfermos” de casa rezaban por quienes necesitaban de sus oraciones. De esta manera, los enfermos daban lo mejor de sí para devolver el gran amor que recibían. Por sobre todas las cosas, esta ofrenda le daba sentido y propósito a su sufrimiento.

Surgimiento de los hospitales

Los hospitales de la Edad Media surgieron como consecuencia de prácticas como éstas. Se alentaba a todas las diócesis y monasterios para que tuvieran hospitales. Sólo a la orden de los benedictinos, sin contar a las demás, se le atribuye el haber fundado 2000 hospitales. Imbuidos de este espíritu de caridad cristiana, los particulares, los gremios, las hermandades y los municipios también instalaron y dotaron generosamente a la gente de hospitales. El resultado fue un amplio sistema de asistencia sanitaria que abarcaba el cuidado del cuerpo y del alma en un grado nunca antes visto en la historia.

Las convulsiones del siglo XVI destruyeron este impresionante sistema, cuando la Iglesia y sus hospitales fueron objeto de despojos y saqueos. La infame supresión de los monasterios por parte de Enrique VIII de Inglaterra en el año 1540 también suprimió el sistema de asistencia sanitaria británico, dejando a los pobres en la miseria y terminando con la construcción de hospitales en ese país durante unos 200 años.

En la actualidad, las órdenes religiosas que alguna vez cuidaron de los enfermos de esta manera ahora se enfrentan a un número cada vez más reducido de miembros ya que se adhirieron a corrientes teológicas más “actualizadas" que se centran más en una justicia social quijotesca y "liberadora" que en la atención médica concreta al modo de Cristo.

¿Un ideal perdido que nunca regresará?

Con todo lo que se habla del aumento de la cuota y de los costos del sistema de asistencia sanitaria, tal vez sea hora de redescubrir el sistema de asistencia sanitaria medieval ideal. Atento las burocracias médicas cada vez mayores de hoy en día, necesitamos mucho de este espíritu dedicado. Tal vez sería mejor que la cantidad masiva de complejas reglamentaciones y normas gubernamentales fuera remplazada por el trabajo desinteresado de hombres y mujeres de gran dedicación que simplemente atiendan a los enfermos como si cada uno de ellos fuera el mismo Cristo. 

Los hospitales de la Edad Media surgieron como consecuencia de prácticas como éstas. Se alentaba a todas las diócesis y monasterios para que tuvieran hospitales.

Alguien podría sostener que es imposible implementar este sistema ideal en la era secular y hedonista actual. La gente simplemente no dedicará su vida al servicio de los enfermos y de los más necesitados. El sistema de atención sanitaria medieval ideal es un sueño que jamás volverá a aparecer. 

Esto no es verdad. Hay congregaciones religiosas, como las Hermanitas de los Pobres, que están plagadas de mujeres juveniles y alegres que se ocupan de ancianos pobres siguiendo la tradición medieval. Resulta irónico que esas mismas hermanas estén siendo ahora procesadas por el gobierno debido al incumplimiento de mandatos sanitarios gubernamentales que las harían cómplices de la distribución de drogas abortivas a sus empleados.

El problema no es la falta de personas o de dinero, sino la ausencia de un ideal. El sistema de atención sanitaria ideal se redescubrirá cuando renazca la fe cristiana en la sociedad. Hasta que llegue el día en que recuperemos ese orden, las semillas de este sistema siempre estarán dentro de las almas cristianas a la espera de ese bendito día en que podrán rendir frutos.

dividertop

Agradecimiento

horvatJohn Horvat II. "Rediscovering the Ideal Healthcare Plan". Crisis Magazine (8 de junio de 2016).

Reimpreso con el permiso de Crisis Magazine.  

Sobre El Autor

horvatJohn Horvat II es vicepresidente y miembro del directorio de la American Society for the Defense of Tradition, Family and Property (TFP). Además, el señor Horvat es miembro de la Association of Christian Economists, The Philadelphia Society, National Association of Scholars y Catholic Writers Guild, y participa en Acton University. Le gusta correr y el esgrima y es el autor de Return to Order.

Copyright © 2016 Crisis Magazine
back to top