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Un año para la misericordia

  • EL PADRE RAYMOND J. DE SOUZA

Hace poco el papa Francisco inauguró el Jubileo de la Misericordia tras abrir la puerta santa reservada para tales ocasiones en la basílica de San Pedro.


francis789 Los años santos católicos, arraigados en la práctica judía de los jubileos cada 50 años, en general se llevan a cabo cada 25 o 50 años, el último de los cuales fue el Gran Jubileo del Año 2000 en el umbral del tercer milenio del cristianismo.  El papa Francisco decidió que tuviéramos un jubileo extraordinario dedicado a la misericordia de Dios.

Es una iniciativa audaz e imaginativa que podría tener consecuencias de mucho alcance para la religión en el siglo XXI.  La propuesta de un Dios cuya relación fundamental con el mundo es la misericordia supone un desafío tanto para el aumento del fanatismo religioso como para el secularismo que hoy en día suele proponerse como la alternativa liberal.  Dado que en el futuro inmediato la religión será una fuerza dominante en cuestiones globales, el año de la misericordia podría ofrecer la esperanza que tanto se necesita.

Fue San Juan Pablo quien puso a la misericordia divina en el centro de la proclamación de la Iglesia, trayendo a la Iglesia universal una devoción que antes había sido sólo polaca: la "Misericordia Divina".  Hoy en día, la mayoría de las parroquias católicas en Canadá tienen imágenes de la Divina Misericordia en lugares destacados.  Cuando el cardenal Joseph Ratzinger -quien luego sería elegido Benedicto XVI- predicó en su funeral en 2005, propuso a la misericordia divina como la verdad central del pontificado histórico de Juan Pablo II.

"La misericordia divina es el límite que Dios le pone a la maldad en el mundo", citó Ratzinger a Juan Pablo II.  Fue la percepción que Juan Pablo formó cuando era joven en Cracovia y tuvo que soportar los estragos de la ocupación nazi -los alemanes construyeron Auschwitz cerca de allí- sólo para ser "liberado" por décadas de brutalidad comunista.   El totalitarismo se basa en la lógica de la violencia; quien controla los medios de la violencia y desea utilizarlos, ejerce el poder.  En cambio, el camino de la misericordia significa que los fuertes utilizan su poder para levantar a los débiles.  El tirano considera que eso es debilidad, lisa y llanamente.

Los totalitarios del siglo XX estaban arraigados en la lectura hegeliana de la historia como una competencia entre amos y esclavos.  La salvación para los esclavos significaba alzarse contra el amo, derrocándolo y tomando su lugar.  Por otro lado, el amo debía de retener al esclavo, no sea que un cambio de fortuna lo convirtiera a él mismo en un esclavo.  Abundan las pruebas históricas para esta lectura.

Juan Pablo propuso que más antigua y más real que la rivalidad de amo-esclavo es la relación de padre-hijo.  Es más real ya que coincide con el carácter trinitario de Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo.  Es por eso que, cuando Juan Pablo regresó a Polonia en 1979, el grito de "queremos a Dios" por parte de un millón de personas en la Plaza de la Victoria de Varsovia no fue una mera expresión de piedad, sino que el rechazo de la lógica de la violencia totalitaria en favor de la comunión fraterna.

En el siglo XXI, podemos decir que la mayoría de los totalitarios ha desaparecido.  Sin embargo, la propuesta de misericordia continúa siendo provocadora.  El papa Francisco eligió el tema "misericordioso como el Padre" para el jubileo.  Al igual que Juan Pablo II, el papa Francisco también propone que la paternidad, más que la tiranía, es la lectura adecuada que debe dársele a la historia humana en su mayor profundidad.  Esa lectura de la historia propone un desafío para los dos fenómenos dominantes en nuestra vida común.

En cambio, el camino de la misericordia significa que los fuertes utilizan su poder para levantar a los débiles.

Primero, ¿debe entenderse que Dios es principalmente un padre que utiliza su poder para levantar a los débiles - para vendar sus heridas según la favorecida frase de Francisco?  O bien, ¿Dios es principalmente el omnipotente ante quien la sumisión es la respuesta más adecuada?  Es una cuestión teológica con un impacto bastante directo en los asuntos mundanos y si bien esa cuestión se da intensamente dentro de la casa del islam, no puede limitarse solamente a los musulmanes. En segundo lugar, la paternidad misericordiosa de Dios es un desafío agudo para el ethos que impera en el secularismo militante.  No sólo porque ese secularismo rechaza la idea de Dios, sino que además porque la misericordia implica la necesidad de ayuda, perdón y reconciliación.  Hace caso omiso de la autonomía radical y de la autosuficiencia libertaria que el secularismo radical pregona a los cuatro vientos.  La paternidad en sí misma implica tanto dependencia filial como gratitud filial, ninguna de las cuales es agradable para el ideal del hombre que ha alcanzado su posición gracias a sus propios esfuerzos.

Es dable destacar que, en la puja por la eutanasia, se ha dejado completamente de lado el término antiguo "mercy-killing" (que literalmente significa "asesinato misericordioso").  No se debe sólo a que la palabra "asesinato" suena como una política pública mala, sino a que la muerte debe considerarse como el último acto del triunfo autónomo de la voluntad, más que como un acto dependiente marcado por la misericordia (patética).

El hombre del siglo XXI no está buscando demasiado la misericordia ni se desespera por encontrarla, sino que considera que no la necesita para nada.  Desea el reconocimiento de su propia fortaleza; él es un amo y la misericordia es para los esclavos.

Esa no es la concepción cristiana de la historia y el papa Francisco, popular en todo el mundo, ha propuesto que en este año se ofrezca la alternativa que propone el Evangelio.

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Agradecimiento

npEl padre Raymond J. de Souza, "A year for mercy." National Post, (Canadá) 8 de diciembre de 2015.

 

Sobre El Autor

desouza El padre Raymond J. de Souza es capellán de Newman House, la misión católica apostólica y romana en Queen's University, Kingston, Ontario. Es editor en jefe de Convivium y senior fellow de Cardus, además de escribir para National Post y The Catholic Register. Para visitar el sitio del padre de Souza haga clic aquí. El padre de Souza es miembro del Comité Asesor del Centro de Recursos para la Educación Católica. 

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