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¿Cómo sabemos que los Evangelios son históricos?

  • EL PADRE DWIGHT LONGENECKER

Cualquiera que desee involucrarse en una exploración reflexiva e inteligente de la fe cristiana tendrá que preguntarse si los evangelios son confiables históricamente.


evangelists ¿Podemos creer que las historias en los Evangelios son un relato veraz y exacto de la vida de Jesús de Nazaret?

Al responder a esta pregunta, lo primero que tenemos que entender es qué tipo de documentos son los evangelios. Para hacerlo, tenemos que decir qué cosa no son. Los Evangelios no son relatos noticiosos basados en los hechos. No son una lista escueta de eventos y testimonios de los testigos presenciales como se podrían compilar, por decirlo así, en una denuncia policial: "Señora, solo los hechos."  No son la biografía típica del trabajo de un historiador profesional.  Los Evangelios tampoco son documentos históricos académicos con los que se realizan referencias cruzadas con múltiple evidencia documental, arqueológica o anecdótica. No pretenden que sea un documento de este tipo, por lo que es ridículo culparlos por no serlo.

Los evangelios en realidad son documentos totalmente únicos. Son recuentos registrados de las experiencias personales de múltiples individuos dentro de una comunidad de fe. Son el registro escrito de las historias contadas y los sermones dados por los seguidores inmediatos de Jesucristo acerca de su vida, enseñanza y muerte. Fueron registrados por la comunidad de fe que seguía las enseñanzas de Jesús y sus discípulos.

En este sentido, difieren no solamente de cualquier tipo de documento histórico, sino también de cualquier tipo de documento religioso. Se afirma que el Libro del Mormón y el Corán fueron dictados por un ángel al fundador de la religión. Virtualmente cada dos religiones cimentadas en libros basan su religión en un libro escrito por su fundador. Jesucristo nunca escribió palabra alguna. Él no dejó un libro con sus enseñanzas.  Por qué es importante esto se aclarará en un momento.

Mientras tanto, avancemos por un camino paralelo por un momento y preguntémonos primero que nada, si cualquier historia se puede escribir de manera objetiva. ¿Es posible que un historiador escriba un relato histórico sin ningún tipo alguno de sesgo? No. Cada historiador está limitado por sus suposiciones filosóficas y culturales. Todo historiador se aproxima a su tarea con ciertos principios guía que cree son verdaderos o valiosos o útiles. Estos principios guía hacen que interprete la historia que registra. No puede evitar tener juicios de valor sobre las acciones que registra. Es más, esos juicios de valor en efecto se encuentran en cada aspecto del trabajo del historiador. ¿Cómo elige sobre qué periodo de la historia va a trabajar? ¿Cómo elige qué eventos son trascendentales? ¿Cómo elige la manera en que va a priorizar los eventos que registra? ¿Cómo selecciona los personajes y eventos importantes del pasado? Tan pronto selecciona algo sobre lo que va a escribir o estudiar, le está dando protagonismo y por lo tanto está expresando su preferencia. La única manera en la que la historia pudiera ser "objetiva" es si se trata de una lista de hechos en orden cronológico. El historiador que es tan ingenuo como para imaginarse que no está parcializado está más involucrado aún porque su parcialidad es invisible para él y por ello, es más influyente.

Dado el hecho que el estudio de la historia debe ser parcializado, es mucho mejor entonces si la pretensión de la objetividad se deja de lado. Es mucho más claro si sabemos por adelantado que un estudio histórico se escribe desde un punto de vista particular. Podemos entonces hacer la concesión por el sesgo y leer trabajos desde otras perspectivas para lograr el balance. Si sé que un historiador en particular es un marxista o una feminista o un ateo posmoderno, comprenderé sus sesgos frente a la historia, y mientras más abiertos estén en este sentido, tratando aún de ser lo más objetivos posibles, mejor será el ejercicio.

¿Por qué la autoría sugiere autenticidad? Precisamente porque dos de los cuatro escritores de los evangelios NO son apóstoles.

Entonces, para regresar a los evangelios, tenemos ante nosotros documentos que pretenden registrar eventos históricos. Los evangelios dicen que son escritos "de manera que puedas saber que Jesucristo es el Hijo de Dios." Se derivan de la experiencia de la primera comunidad cristiana y son escritos para ayudar a que las personas se conviertan a la fe cristiana. Por ello somos bastante conscientes del sesgo y la intención de los documentos. ¿Acaso esto los descalifica por completo?

No.  La razón por la cual deseo convencer en realidad a mi lector de una conclusión en particular es debido a que los hechos que deseo relatar son tan convincentes. Si deseo convencer al lector que JFK fue asesinado por una conspiración de la mafia y de Lyndon Johnson, eso no necesariamente significa que los hechos que yo presento son totalmente falsos. La selección de los hechos y la interpretación de los hechos podrían ser dudosos y estar abiertos a la crítica, pero el mero hecho que el documento sea persuasivo en su intención no significa que es o bien fabricado o fraudulento.

Por lo tanto, debemos considerar la veracidad de los documentos mismos. Se presentan como el registro del relato de los testigos oculares. Se presentan al lector como un registro de hechos históricos. Por lo tanto, tenemos que preguntar si es posible que los evangelios, en efecto, registran los relatos de los testigos oculares de la vida de Jesucristo. La primera forma en que lo hacemos es ver quiénes son sus autores. La mayoría de investigadores concluyen que los evangelios sinópicos (Mateo, Marcos y Lucas), fueron redactados antes de la muerte de San Pedro y San Pablo en el año 65 D.C., y que el evangelio de Juan fue redactado alrededor del año 90D.C.  Algunos investigadores señalan que el Evangelio de Juan fue el primer evangelio en escribirse — en los años 50 — tan solo 20 años después de la muerte de Cristo (JAT Robinson).

De quienes escribieron los tres evangelios sinópticos, Mateo es el único que fue apóstol. Juan también fue escrito por un apóstol. Marcos fue un discípulo de Pablo y de Pedro, y las tradiciones tempranas señalan que él registró los sermones de Pedro y los relatos de la vida de Cristo. Lucas también fue un compañero de Pablo y las tradiciones antiguas indican que él fue el doctor que viajaba con Pablo, y que Lucas también conoció a la Virgen María. ¿Por qué la autoría sugiere autenticidad? Precisamente porque dos de los cuatro escritores de los evangelios NO son apóstoles. A los críticos les gusta sugerir que los evangelios son creaciones bastante posteriores— y que su autoría fue asignada falsamente a los apóstoles. Sin embargo si ese fuese el caso, ¿no hubiesen asignado a los autores de los evangelios de Marcos y Lucas no a Marcos y Lucas sino a Pedro y Pablo? Si los evangelios hubieran sido escritos por otros que no fuesen los apóstoles en una fecha muy posterior, pero hubiesen utilizado los nombres de los apóstoles para darle peso a sus escritos, los hubiesen escrito bajo el nombre de uno de los apóstoles— no de Marcos o Lucas — que no fueron apóstoles.

Por ello podemos concluir con la mayoría de los investigadores que el evangelio de Marco de hecho fue escrito por Juan Marco, el compañero de Pedro, y que el evangelio de Lucas fue escrito por Lucas, el compañero de Pablo. Sus fuentes, por lo tanto, fueron Pedro y Pablo — ambos testigos oculares de los eventos relatados en el evangelio. Además, estos evangelios fueron escritos tan solo treinta años después de los hechos que describen. Esto sería como que nosotros escribiésemos sobre eventos que sucedieron en 1982.  Había muchas personas vivas que recordaban los hechos. Además, estos testigos oculares de los hechos eran miembros de las comunidades en las cuales se originaron los evangelios.

Las historias fueron registradas y leídas en voz alta en oración por las personas que recordaban los hechos y que hubiesen corregido cualquier error evidente. Muestra de ello es Marcos 15.21 donde Marcos registra que Simón de Cirene — quien ayudó a cargar la cruz de Cristo — fue el "padre de Rufus y Alejandro."  Marcos probablemente escribía el relato para que fuera utilizado por la Iglesia en Roma, donde la historia registra que servía como ministro con Pedro.  En la epístola de San Pablo a la misma Iglesia romana, menciona a Rufus como uno de los fieles. (Romanos 16.13) Uno casi puede escuchar a Pedro hablando sobre Simón de Cirene y añadiendo: "Y él fue el padre de Rufus — quien está aquí con nosotros ahora."

El origen comunitario de los evangelios los hace documentos completamente únicos en la historia humana. En ningún otro lugar tenemos cuatro recuentos de un personaje de la historia antigua escritos en los sesenta años posteriores a su muerte, recopilados no solamente por una persona sino por la experiencia de la comunidad.

El hecho que los evangelios fueran sermones para la Iglesia primitiva fortalece la postura de la confiabilidad histórica porque la comunidad misma ejercería cierta forma de revisión y balance con el registro histórico. Dado que fue una actividad comunitaria — en vez del trabajo de un autor de manera aislada — la revisión de los hechos sería parte de la vida comunitaria.  Ahí radica la importancia de que el Nuevo Testamento no sea un trabajo tan solo de Jesús. Un autor fácilmente puede tener prejuicios, estar confundido, estar mal informado o simplemente estar loco. Cuando el fundador de una religión escribe un libro, todo el libro se sostiene o cae según sus credenciales. Es por ello que se afirma que muchos textos religiosos fueron dictados por un ángel — ¡no hay manera de discutir contra eso! Por el contrario, Jesús no escribe un libro.

También es importante recordar que Jesús no solo no escribe un libro, sino que tampoco Mateo, Marcos, Lucas y Juan simplemente se sientan a escribir una biografía de Jesús. La crítica textual muestra que los escritores de los evangelios no estaban haciendo su propio trabajo. Se basaban en fuentes escritas anteriores y en fuentes orales anteriores de la comunidad. Mateo, Marcos, Lucas y Juan escribieron los evangelios, pero no crearon los evangelios como un solo autor moderno lo haría. Por el contrario, ellos fueron como editores — reuniendo las distintas historias que circulaban en la comunidad y compilándolas para crear los evangelios como los tenemos actualmente. Nuevamente, es importante enfatizar cuán únicos son estos documentos. No son la creación de un individuo, sino el registro de las historias y recuentos y memorias de muchos individuos.

Estos orígenes variados le dan una notable confiabilidad a los evangelios. En vez de un solo recuento — como una biografía única — de la vida de Cristo, no solo tenemos cuatro versiones distintas (algo nunca antes escuchado sobre algún personaje de la historia antigua) sino que esas cuatro versiones en sí mismas son recopilaciones de los relatos de muchos individuos que estuvieron presentes en los hechos. Esta multiplicidad de fuentes añaden un sorprendente nivel de veracidad a los evangelios, dado que esas muchas fuentes distintas revisan y dan balance y se corrigen entre sí.

El origen comunitario de los evangelios los hace documentos completamente únicos en la historia humana. En ningún otro lugar tenemos cuatro recuentos de un personaje de la historia antigua escritos en los sesenta años posteriores a su muerte, recopilados no solamente por una persona sino por la experiencia de la comunidad. Estos documentos no han sido recopilados por un solo historiador que no solamente es propenso a un sesgo, sino a los errores y malentendidos. Dado que los evangelios provienen de esta experiencia vivida y compartida, tienen mucha mayor probabilidad de ser relatos de lo que realmente pasó. Si se hubiese escrito algo abiertamente falso, la comunidad lo hubiera corregido.

Además de esto debemos considerar el contexto judío de la antigua Iglesia. La memorización estricta de las Sagradas Escrituras es parte de la tradición judía. Los niños judíos incluso hoy en día, para su Bar Mitzvá, tienen que memorizarse parte de las Escrituras y se les revisa que así sea palabra por palabra. En el siglo primero, con la escasez de manuscritos, a los niños se les enseñaba a memorizar todo el Antiguo Testamento y a recitar los relatos de la historia de su pueblo palabra por palabra.

Es fácil desestimar la tradición oral de algún tipo de juego de “Teléfono Malogrado” — en el que la historia es exagerada cada vez más por la persona que la vuelve a contar. Si bien esto es comprensible desde nuestro punto de vista, muestra ignorancia de la cultura y tradición judía en la que la tradición oral— en vez de ser poco confiable, era más confiable que la tradición escrita. Los manuscritos escritos— el argumento señala — pueden ser alterados y editados.  Cualquiera puede escribir un manuscrito y decir lo que desee. Los manuscritos escritos pueden perderse y destruirse. Por otro lado, la tradición oral, es una parte viva y activa de toda la comunidad. El profesor y toda la clase se reunían juntos mientras que el niño recitaba las historias antiguas palabra por palabra. Le corregían para asegurarse que no deje nada atrás o agregase algo. Esta era, después de todo, la Palabra de Dios, y por ello debía ser tratada con la máxima sacralidad y cuidado. Esta era parte de una tradición sagrada viva, y ha demostrado que, en vez de ser una manera poco confiable de transmitir una tradición, es de hecho una forma bastante confiable.

Las historias de Jesucristo fueron contadas y recontadas dentro de este contexto judío por los judíos que fueron los primeros cristianos. La alabanza de los cristianos del primer siglo fue un fruto de la religión y la cultura judías, por lo que tendrían el mismo respeto y cuidado por la nueva tradición sagrada de su Señor tal y como la tuvieron por las anteriores historias y escritos sagrados.

A los críticos de la historicidad de los evangelios les gusta hablar en términos vagos sobre los "elementos mitológicos" que se deslizaron en el relato del evangelio. Sin embargo, nadie en realidad cita el capítulo y el versículo. Eso es porque no hay tales "elementos mitológicos." Quienes hablan sobre los "elementos mitológicos" son claramente ignorantes no solamente de los evangelios mismos, sino de aquello en lo que en realidad consiste la mitología. A lo que a menudo se refieren por 'elementos mitológicos' es lo sobrenatural.  Los evangelios en efecto contienen elementos sobrenaturales, pero estas experiencias sobrenaturales — ángeles que se les aparecen a las personas o que ocurran milagros — se relatan como hechos reales que fueron registrados porque fueron eventos reales, y por lo tanto fueron más extraordinarios aún. Los elementos sobrenaturales presuponen creer en una dimensión sobrenatural.

Dentro de una comunidad de fe (ya sea la Palestina del siglo primero o los Estados Unidos de Norteamérica del siglo XXI) las experiencias sobrenaturales son parte de una visión del mundo.  De eso se trata, después de todo, aquello que constituye una religión. Que los documentos religiosos registran experiencias sobrenaturales no es más inusual que una página de deportes registren los goles de fútbol.

Los elementos sobrenaturales en una historia no exigen una creencia religiosa, y tampoco exigen la creencia que los hechos sobrenaturales sucedieron tal y como se señala, ni tampoco exigen estar de acuerdo con la totalidad de la premisa de lo sobrenatural. Lo que sí exigen es que el lector acepte que son el registro de una experiencia real por parte de una persona histórica. Entonces, por ejemplo, uno podría dudar que Jesús caminó sobre las aguas. Uno podría salir con todo tipo de explicaciones diferentes. Sin embargo, uno debe aceptar que Pedro y los demás discípulos experimentaron a Jesús caminando sobre las aguas. Lo que realmente sucedió puede estar abierto a preguntas y debate, pero lo que sabemos que pasó es que doce hombres percibieron a otro hombre que caminaba hacia ellos sobre las olas.

Cuando nos vemos confrontados con los relatos de lo milagroso, debemos preguntarnos por qué alguien fabricaría una historia que evidentemente no se puede creer. ¿Qué motivación habría, por ejemplo, para elaborar una historia de Jesús caminando sobre las aguas? ¿Por qué alguien inventaría una historia como esa? ¿Por qué otros doce hombres corroborarían la historia si no hubiese sucedido? La única motivación posible para inventar una historia sería que más personas se uniesen a su religión. Pero esa religión no hizo nada por ellos. No les trajo fama ni fortuna o poder o gloria. Por el contrario, solamente les trajo el ridículo, la persecución, la tortura, adversidades y, eventualmente, la muerte.

Seguramente una persona que fabrica historias — o incluso permitiendo que sean exageradas — no tendría la fortaleza moral luego de morir una muerte atroz por esas mentiras.

La única motivación posible para inventar una historia sería que más personas se uniesen a su religión. Pero esa religión no hizo nada por ellos. No les trajo fama ni fortuna o poder o gloria. Por el contrario, solamente les trajo el ridículo, la persecución, la tortura, adversidades y eventualmente, la muerte.

El registro de hechos sobrenaturales no niega, por lo tanto, las afirmaciones históricas de un documento. Yo les podría contar la historia de cómo nuestro auto familiar evitó un choque frontal porque los dos autos se desmaterializaron de una manera sobrenatural. Uno podría discutir la existencia del milagro, y decir que debe haber otra explicación y encontrar que ese elemento de la historia no es creíble, pero el mero hecho del elemento sobrenatural no niega el hecho que experimentamos algo que de otra forma sería inexplicable, y que la historia que contamos era por lo tanto, esencialmente verdadera — esto es — era un recuento verdadero de algo que experimentamos.  La existencia de milagros en una historia, por lo tanto, no hace que toda la historia deje de ser histórica.

Volvamos a la pregunta de la historicidad de los documentos mismos. Los críticos apuntan a las discrepancias de los detalles entre los relatos del evangelio. Aquí falta un personaje, allá un incidente ocurrió un poco distinto — aquí hay confusión sobre con quién está relacionado un personaje. Aquí la cronología difiere entre un relato y el otro. Esto se propone como una crítica a la historicidad de los relatos, pero cuando se examina con mayor más atención, en realidad brinda autenticidad a los evangelios. ¿No sería mucho más sospechoso si hubiera cuatro relatos de los mismos hechos y estos encajaran perfectamente? Entonces con seguridad concluirían que sería una invención y se habría realizado un trabajo de edición. Por el contrario, encontramos cuatro relatos que esencialmente concuerdan, pero que difieren en los detalles. Esto es exactamente lo que uno esperaría de cuatro perspectivas distintas de cuatro testigos del mismo hecho. No todos lo ven todo. Los detalles se escapan, una persona observa algunas cosas y la otra no. El testigo uno señala que el sospechoso usaba un sombrero rojo. El testigo dos señala que era un gorro rosado con una franja roja. El detalle es distinto y debido a que es así, se siente bien y es probable que ambas personas sean testigos oculares.

¿Cómo se pone en pie este criterio junto a la práctica de la crítica histórica moderna? Lo que tienes en los evangelios son documentos que registran una multiplicidad de hechos presenciados por testigos oculares y registrados por cuatro editores distintos dentro de un rango de treinta años desde que sucedieron los hechos. ¿Qué otra figura o evento histórico de la antigüedad — o incluso la historia medieval puede reclamar un rango tan amplio de testigos del balance, corrección y corroboración? Ninguna. De hecho el estándar para revisar y hacer un balance de las afirmaciones históricas es mucho más alto y amplio en los evangelios que los que tendrías para muchos hechos y personajes históricos aceptados universalmente.

Es verdad que los evangelios no se miden con los estándares de la práctica histórica crítica moderna. Pero estos no pretenden ser documentos modernos científicamente verificables. Son los registros de los hechos reales experimentados por personas reales dentro de la comunidad de fe que seguía a Jesucristo. Uno de los elementos claves de la creencia de esta comunidad fue que estos hechos asombrosos realmente sucedieron dentro de la historia humana, y que las historias de los evangelios son el registro de dichos eventos.

Si deciden creer o no en ellos, es otro asunto completamente distinto.

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Agradecimiento

longenecker Padre Dwight Longenecker. "How do we know the Gospels are Historical?" (¿Cómo sabemos que los Evangelios son históricos?) Patheos (Standing on My Head) (July 15, 2012).

Reimpreso con el permiso del Padre Dwight Longenecker. Standing on my head es el blog del Padre Longenecker en Patheos.

Sobre El Autor

Longenecker1LongeneckerEl padre Dwight Longenecker es párroco de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario en Greenville, Carolina del Sur. Es autor de varios libros sobre apologética, relatos de conversión y espiritualidad benedictina, entre los que se incluyen los siguientes:  The Romance of Religion — Fighting for Goodness, Truth and BeautyCatholicism Pure and SimpleSt. Benedict and St. Therese: The Little Rule & the Little WayAdventures in OrthodoxyPraying the Rosary for Inner Healing, Listen My Son: St. Benedict for FathersChallenging Catholics: A Catholic Evangelical DialogueSt. Benedict and St. Therese: The Little Rule & the Little WayMary: A Catholic-Evangelical Debate y The Path to Rome. Visite su sitio haciendo click aquí y su blog aquí, allí podrán escuchar los podcasts de sus conferencias y homilías.

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