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La gloriosa misión de la teología

  • CASEY CHALK

Hace poco le comenté a mi nuevo jefe que estaba haciendo un máster en teología.


chalknicea«¡Ah, teología!» dijo. «Cuando estudiaba en Europa conocí algunas personas que les interesaba la materia. Debe ser agradable tener la posibilidad de recostarse y simplemente reflexionar sobre esas preguntas importantes e incomprensibles».

Seguro lo quiso decir como un halago, pero hizo que el área sonara oscura e impráctica. Para alguien de afuera, la doctrina de la Trinidad, la homoousion (o teología sacramental) puede parecer poco clara. Sin embargo, estoy cada vez más convencido que si el estudio teológico solo resulta en meditaciones esotéricas, por completo desconectadas de la vida cristiana, entonces es probable que se estén entendiendo mal algunas cosas.

Las sospechas acerca de la teología era un tema común en mis décadas de protestantismo. El pastor principal en mi mega iglesia advertía a la congregación sobre centrarse demasiado en ella. Otro pastor evangelista le dijo a un amigo que, por un lado, estaba todo lo esotérico que había aprendido en el seminario; por el otro, el conocimiento real que se necesita para ser un buen pastor y cristiano.

Un pariente baptista de una chica con la que yo salía, al descubrir que en ese momento estaba en un seminario presbiteriano, observó, «Ah, teología, me solía interesar, pero después decidí solo concentrarme en seguir a Cristo». La suposición en todo esto es que el estudio teológico es un obstáculo, sino lo opuesto, a la vida cristiana práctica.

Hay muchos motivos por los que tanto cristianos como los que no lo son ven a la teología como poco práctica. El material puede, en efecto, parecer totalmente abstracto. ¿Importa en verdad si Cristo tenía una o dos voluntades, acerca de lo cual el Tercer Concilio de Constantinopla dictaminó en el año 681 d.C.? A veces los conflictos sobre temas religiosos en apariencia confusos, tuvieron como resultado un derramamiento de sangre. En Rusia en el siglo XVII, la cuestión acerca de hacer la señal de la cruz con dos dedos (enfatizando la naturaleza humana y divina de Cristo) o con tres (enfatizando la Trinidad), condujo a levantamientos y persecución violenta.

No obstante, a pesar de la mala prensa, hay buenas razones por las que la teología fue considerada la «reina de las ciencias» en la historia. Busca respuestas a las preguntas más importantes: «¿Quién soy? ¿A dónde voy? ¿Cómo vivo una vida plena? En verdad, todas las otras corrientes de pensamiento deberían hacer lugar a la teología, la cual tiene cosas para decir acerca de la filosofía y la política, la economía y la cultura, y hasta la física. Nos ayuda a determinar lo que significa no solo ser humano sino un buen humano.

La teología puede —y debería— informar a la ley, la ética médica, la política económica, y casi cualquier otra consideración práctica. Por otra parte, hasta los temas teológicos que parecen mayormente esotéricos tienen consecuencias. Aquí hay solo tres ejemplos:

#1-Una de las primeras herejías que la antigua Iglesia encontró fue el gnosticismo. Los gnósticos, en ese entonces y ahora, son dualistas en esencia, ven al mundo material como inherentemente malo (algunos proponen que fue creado por el «malvado» Dios del Antiguo Testamento). El mundo espiritual, en contraste, es bueno. Esto naturalmente genera una percepción de que lo corporal, incluido el cuerpo humano, sea fundamentalmente separado del espíritu humano.

Lo anterior tuvo serias implicaciones para el cristianismo: la encarnación, crucifixión, y resurrección son acciones físicas y afirman la bondad inherente del cuerpo y la creación de Dios. San Juan apóstol y san Ireneo, el obispo de Lyon del siglo II, hicieron grandes esfuerzos para combatir las tendencias gnósticas en la antigua Iglesia. Como san Juan declaraba, «Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios» (1 Juan 4, 2-3) Curiosamente, el obispo Robert Barron y muchos otros vieron una conexión entre el antiguo gnosticismo y el auge del movimiento transgénero, el cual también afirma que el cuerpo físico puede ser separado por completo de nuestro «ser verdadero».

#2-Otra herejía de aquella Iglesia era la iconoclastia, la cual rechazaba la veneración de imágenes. Especialmente despiadada en el este, la controversia desgarró la Iglesia del siglo VIII y terminó en la destrucción de gran cantidad de arte cristiano antiguo de gran belleza. Aun luego del Segundo concilio de Nicea (787 d.C.), las batallas entre los iconoclastas y los ortodoxos continuaron por décadas.

Varias corrientes en la Reforma Protestante, con su aversión a la imaginería y las estatuas, pueden verse como un resurgimiento de la herejía iconoclasta. La veneración de imágenes todavía es una cuestión muy real en las conversaciones ecuménicas entre los protestantes y católicos. Asimismo, se observan tendencias iconoclastas similares en el islam, el cual desdeña cualquier representación física o corpórea de Dios por ser blasfema. No obstante, si Cristo es la «imagen del Dios invisible» (Colosenses 1, 15), entonces Dios Padre mismo parece culpable de dicha blasfemia.

#3-Por último, y quizás más peligroso a la vitalidad de la antigua Iglesia, era la herejía del arrianismo. Arrio, un prominente clérigo egipcio de Alejandría en el siglo IV, enseñaba que Jesús no era de la misma esencia que Dios Padre, lo cual en efecto creó un abismo infinito entre Cristo y Dios. Por un tiempo, esta doctrina se volvió una fuerza dominante en todo el mundo cristiano, adoptada tanto por una mayoría de obispos como un número de tribus germanas en los bordes del Imperio Romano. Aun después de que el Primer Concilio de Nicea la condenara (325 d.C.), tomó varias generaciones erradicarla.

El arrianismo otra vez se convirtió en una fuerza en algunas iglesias cristianas, como también en la cultura occidental en general. Muchas personas aceptan que Jesús fue un gran hombre. Sin embargo por supuesto, argumentan, no podría ser Dios. Muchas sectas religiosas en la actualidad, como los mormones (y, otra vez, el islam) son en efecto arrianos en su teología.

Muchos otros movimientos intelectuales y sociales hoy en día tienen su origen en las antiguas herejías condenadas por los concilios de la antigua Iglesia. Con frecuencia vemos sus consecuencias sociales, pero también necesitamos entender sus raíces en los errores teológicos para contrarrestarlos en forma efectiva. El estudio teológico, aunque a veces abstracto y difícil, es una herramienta esencial para lograr esta tarea. Como la Carta a los hebreos nos exhorta, «Por eso, dejando aparte la enseñanza elemental acerca de Cristo, elevémonos a lo perfecto» (Hebreos 6,1) Cristo mismo nos llamó a la gloriosa misión de la teología.

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Agradecimiento

Casey Chalk. "La gloriosa misión de la teología." The Catholic Thing, (7 febrero, 2018).

Reimpreso con el permiso de The Catholic Thing.

Sobre El Autor

chalkCasey Chalk vive en Tailandia, es escritor y editor del sitio web ecuménico Called to Communion, y estudiante gradudado de la Escuela de Posgrado en Teología de Notre Dame en Christendom College. Además, escribió acerca de la comunidad de refugiados paquistaníes en Bangkok para New Oxford Review y Ethika Politika.

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