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Introducción a la Cuaresma 2: Dar limosna

  • MIKE AQUILINA

De los tres signos de la Cuaresma – rezar, ayunar y dar limosna – este último es verdaderamente el más descuidado.


poorSin embargo, en el único lugar de la Biblia en el que se reúne a los tres, el autor inspirado hizo hincapié en el último: "Buena es la oración con ayuno; y mejor es la limosna con justicia... Mejor es hacer limosna que atesorar oro. La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado. Los limosneros tendrán larga vida" (Tob. 12, 8-9).

¿Por qué dar limosna es mejor que rezar y ayunar? Porque es una oración, que también requiere ayuno. Dar limosna es una forma de oración porque es "dar a Dios" y no mera filantropía. Es una forma de ayuno porque exige dar con sacrificio: no sólo dar algo, sino renunciar a algo, dar hasta que duela.

Jesús nos enseñó que dar limosna es una parte necesaria de la vida cristiana: "cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha". (Mt. 6, 2-3). No dice SI das limosna, sino CUANDO des limosna. Como sucede con el ayuno y la oración, el deber de dar limosna no se negocia.

Los primeros cristianos sabían esto. "No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían campos o casas los vendían, traían el importe de la venta, y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según su necesidad". (Hechos 4, 34-35).

Esta es la encarnación viva de un principio básico de la doctrina social de la Iglesia, lo que la tradición llama "el destino universal de los bienes". El Catecismo de la Iglesia Católica lo expresa en forma sucinta: "Los bienes de la creación están destinados a todo el género humano". (2452)

Pero no pueden llegar a ese destino a menos que nosotros los pongamos ahí y eso exige esfuerzo.

Así como con la oración y el ayuno, lo mismo sucede con dar limosna. Si lo planeamos, nos resultará más fácil hacerlo. A lo largo de la historia, muchos cristianos llevaron a cabo la práctica del Viejo Testamento de "diezmar" como guía: es decir que destinaban una décima parte de sus ganancias "a Dios". En la práctica, significa dárselo a los pobres, a la parroquia o a instituciones de caridad.

Mi amigo Ed Kenna, octogenario y padre, recuerda el día en que decidió comenzar a diezmar. "Cuando estaba en los últimos años del secundario, allá por el año 1939-40, leí un artículo sobre donaciones benéficas en un periódico católico", recuerda. "Tenía un montón de testimonios sobre los frutos de diezmar. Los que sostenían a sus familias hablaban de cómo Dios proveía cuando estaban necesitados o tenían una emergencia. En ese mismo momento y lugar, decidí comenzar a diezmar y lo sigo haciendo desde entonces".

Durante esos 65 años, las finanzas de Kenna tuvieron altibajos. Formó parte del ejército durante la Segunda Guerra Mundial, fue a la universidad y crió a una familia de nueve hijos. Pese a todo por lo que ha pasado, dice, muchas veces fue tentado, pero nunca vaciló en seguir donando el diezmo. "Hubo muchas oportunidades en las que llegué a un punto en el que decía 'Algo hay que ceder, pero no voy a dejar de diezmar'".

Es una cuestión de confianza en Dios, agrega Kenna, "y Dios no se deja jamás vencer en generosidad".

La caridad empieza por casa, en donde optamos cada día por dar nuestro tiempo, nuestra atención, nuestra sonrisa de afirmación y lo hacemos con generosidad. Sin embargo, la caridad no debe terminar allí, porque para los católicos nuestra "casa" es universal y nuestra familia es tan grande como el mundo.

Jesús dijo: "Mayor felicidad hay en dar que en recibir". (Hch 20, 35), pero los que diezman muchas veces se encuentran a sí mismos del lado de los que también reciben. "Trabajé como ingeniero industrial en los avatares de la industria de mi país", recuerda Kenna. "En dos oportunidades, mi trabajo fue víctima de fusiones corporativas, pero el teléfono siempre sonó en el momento justo. Nunca perdí ni una hora de trabajo a causa de los despidos".

Kenna considera que los tiempos difíciles son formas que tiene Dios de probar nuestra confianza en Él. "Es particularmente difícil al principio. Con el primer salario, duele. Con el segundo, el dolor es más leve. Ya en el tercer o cuarto salario, uno no siente más dolor. Te acostumbras. Es un hábito. Pero debes tomar una resolución firme: lo voy a hacer y no me voy a dar por vencido."

Kenna, como muchos otros, interpreta que diezmar significa tomar el diez por ciento de los "primeros frutos" - de la ganancia bruta, más que la neta. Lo divide en "un 5 por ciento para la parroquia y un 5 por ciento para otras instituciones católicas". También dona su tiempo y durante muchas décadas fue voluntario en la Sociedad de San Vicente de Paul.

De hecho, muchos católicos extienden el concepto de dar limosna más allá del dinero para incluir tiempo y talento y donan parte de ellos a causas valiosas.

Cuando a fines del siglo cuarto San Juan Crisóstomo advirtió la buena vida que llevaba la gente en la corte imperial, se hinchó de indignación justificada. Expresó su furia en el nombre de Dios contra todos los que tenían escusados de oro mientras que había otras personas que se morían de hambre en ranchos helados.

Si bien nuestros retretes no están fabricados con materiales tan preciosos, algunas personas en Estados Unidos gozan de un estándar de vida mucho mejor que cualquiera que el emperador Bizantino hubiera jamás conocido. Sistema de calefacción y aire acondicionado central, iluminación eléctrica, comida y agua consecuentemente más segura, antibióticos e incluso aspirinas: estos son lujos que nuestros antiguos ancestros ni en sueños hubieran imaginado.

Vivimos bien, pero ¿estamos dando en la misma proporción?

Es una buena pregunta que podemos hacernos durante la Cuaresma. Es un escándalo, después de todo, que los cristianos tengan roperos desbordados de ropa cuando hay familias que tiritan de frío por no haber podido pagar la cuenta del gas. Es un escándalo que los cristianos sufran una epidemia de sobrepeso cuando sus vecinos más cercanos se acuestan con hambre a la noche.

Debemos hacer donaciones a Dios –a quien encontramos en nuestros hermanos– hasta que estos problemas desaparezcan. Lo que damos, no importa si es la décima o vigésima parte o la mitad, es simbólico de la donación mayor que define a la vida del cristiano. Así como Dios se entregó por completo a nosotros, nosotros debemos entregarnos por completo a Él. En la Eucaristía, Dios no se queda con nada. Nos da Su cuerpo, sangre, alma y divinidad: todo lo que tiene. Esta es la donación que debemos imitar.

La caridad empieza por casa, en donde optamos cada día por dar nuestro tiempo, nuestra atención, nuestra sonrisa de afirmación y lo hacemos con generosidad. Sin embargo, la caridad no debe terminar allí, porque para los católicos nuestra "casa" es universal y nuestra familia es tan grande como el mundo. Debemos cavar hondo y dar mucho en donde la necesidad es mayor. Pero, siempre que sea posible, nuestra caridad también debe incluir actos personales, no tan sólo retiros automáticos de nuestra cuenta bancaria. El Papa Juan Pablo nos pidió que viéramos "la cara humana de la pobreza" y que nos vieran a través de ella.

Damos lo que tenemos hasta que no tenemos nada más para dar. Mi amigo y algunas veces coautor, Regis Flaherty, recuerda a su hermana Pat como a una mujer que solía dar la vida por sus hermanos, marido, hijos y amigos. Al final, dio lo que pudo. "En sus últimos días perdía y recobraba la conciencia, pero cuando nos miraba siempre nos regalaba una sonrisa: absolutamente sorprendente considerando lo mucho que estaba sufriendo".

A veces lo único que podemos dar es una sonrisa, pero algunas veces ese es el mayor sacrificio, la mejor oración y -aún más- la más generosa y sacrificada de las limosnas.

Los tres signos característicos de la Cuaresma

rezar
ayunar
dar limosna

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Agradecimiento

esolen Mike Aquilina. "Intro to Lent:  Almsgiving" The St. Paul Center blog (27 de febrero de 2012).

Reimpreso con el permiso del autor, Mike Aquilina.

El Centro San Pablo de Teología Bíblica es un instituto de educación e investigación sin fines de lucro que promueve el estudio de las escrituras que transforman la vida en la tradición Católica. El Centro asiste al clero, laicos, estudiantes y especialistas con herramientas de investigación y estudio -de libros y publicaciones en multimedios y programación online.

Sobre El Autor

AquilinaAquilina3Mike Aquilina es vicepresidente del Centro San Pablo de Teología Bíblica y presentador, junto con Scott Hahn, de varias series de televisión en EWTN. Es autor o coautor de Living the Mysteries: A Guide for Unfinished Christians, Fathers of the Church: An Introduction to the First Christian Teachers, The Way of the Fathers: Praying with the Early Christians, y Praying in the Presence of Our Lord: With St. Thomas Aquinas. Visite el blog de Mike Aquilina "The Way of the Fathers" aquí.

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