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Introducción a la Cuaresma 3: ¿Por qué los católicos deben ayunar?

  • MIKE AQUILINA

Esta pregunta la hizo un Boy Scout no católico de la tropa de mi hijo.


platePasamos un largo y empapado fin de semana en medio del bosque. Y ahora, domingo a la mañana, los adultos anunciaron que debía demorarse el desayuno para que los católicos pudieran hacer el ayuno previo a la comunión. El acampante no se puso muy contento.

Su pregunta vuelve a surgir al inicio de la Cuaresma porque el ayuno es la práctica más distintiva de este tiempo. Dos días durante la Cuaresma, el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, los católicos limitamos nuestra alimentación a una sola comida completa sin carne. Todos los viernes de Cuaresma hacemos abstinencia de carne.

¿Por qué los católicos ayunan? Nuestros motivos encuentran una base sólida en la Biblia.

Cuando ayunamos, seguimos el santo ejemplo. Moisés y Elías ayunaron durante cuarenta días antes de estar en presencia de Dios (Ex 34, 28, 1 R 19, 8). Ana la profetisa ayunó para prepararse para la venida del Mesías (Lc 2, 37). Todos querían ver a Dios y consideraban que el ayuno era una condición previa básica. Nosotros también queremos estar en presencia de Dios y por eso ayunamos.

Jesús ayunó (Mt 4, 2). Como Él no necesitaba ningún tipo de purificación, seguramente lo hizo sólo para que nos sirva de ejemplo. De hecho, asumió que todos los cristianos debían seguir Su ejemplo. "Cuando ayunéis", decía, "no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan" (Mt 6, 16). Observen que no dijo "SI ayunan" sino "cuando ayunen".

Y CUANDO es ahora. En la Cuaresma, la Iglesia extiende el concepto de ayuno, más allá de saltearse una mínima comida, a un programa más trascendental de abnegación. Jesús dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo... cada día" (Lc 9, 23). Entonces "renunciamos" a algo que habitualmente disfrutaríamos: dulces, gaseosas, nuestro programa de televisión favorito o al botón de "aplazar" de la alarma.

El ayuno aporta beneficios para la salud, pero no es lo mismo que hacer dieta. El ayuno es algo espiritual y mucho más positivo. El ayuno es un banquete espiritual. Es al alma lo que los alimentos son al cuerpo.

La Biblia explica en detalle los beneficios espirituales específicos del ayuno. Produce humildad (Sal 69, 10). Demuestra nuestro dolor por los pecados (1 S 7, 6). Despeja un camino hacia Dios (Dn 9, 3). Es un medio para distinguir la voluntad de Dios (Esd 8, 21) y un método poderoso de oración (8, 23). Es un símbolo de la verdadera conversión (Jl 2, 22).

El ayuno nos ayuda a despegarnos de las cosas del mundo. No ayunamos porque las cosas terrenales sean malas, sino que lo hacemos precisamente porque son buenas. Son dones que Dios nos hizo, pero son tan buenos que algunas veces preferimos los dones más que al Dador. Practicamos la autocompasión más que la abnegación. Tendemos a comer y tomar hasta un punto en que nos olvidamos de Dios. Dicha indulgencia es realmente una forma de idolatría. Es lo que San Pablo quiso decir con: "cuyo Dios es el vientre... que no piensan más que en las cosas de la tierra" (Flp 3, 19).

¿Cómo podemos disfrutar de los dones de Dios sin olvidarnos del Dador? El ayuno es un buen punto de partida. El cuerpo quiere más de lo que necesita, por lo que deberíamos darle menos de lo que quiere.

San Juan de la Cruz dijo que no podemos elevarnos hacia Dios si estamos atados a las cosas de este mundo. Entonces renunciamos a cosas buenas y de a poco nos volvemos menos dependientes de ellas, menos necesitados.

Todo ello es parte de nuestra preparación para el cielo, ya que de todos modos estamos destinados a perder nuestros bienes terrenales. El tiempo, la edad, la enfermedad y las "órdenes de los médicos" pueden sacarnos nuestro gusto por el chocolate, nuestra capacidad de disfrutar de una cerveza bien helada e incluso del abrazo íntimo de un ser querido. Si no tenemos disciplina sobre nuestros deseos, dichas pérdidas nos dejaran un sabor amargo y nos distanciarán de Dios. Sin embargo, si seguimos a Jesús con abnegación, encontraremos un consuelo más habitual en la bondad última, que es Dios mismo.

¿Cómo es que algunas personas pueden mantenerse serenas y alegres en medio de un sufrimiento extremo e incluso cuando se enfrentan con una muerte inminente? No es sólo una cuestión de temperamento. Se han preparado para ese momento renunciando a las cosas de este mundo, una pequeña cosa por vez. Se fueron acostumbrando tanto al pequeño sacrificio que uno grande no es tan grave.

Nadie dice que ayunar sea fácil. De hecho, el sacerdote benedictino Thomas Acklin, autor de The Passion of the Lamb: God's Love Poured Out in Jesus, dijo que "el ayuno puede parecer muy arduo y puede darnos la impresión de que si no comemos, estaremos débiles y no podremos trabajar, rezar ni hacer cualquier otra cosa”.

"Pero existe un momento maravilloso," agrega, "en el que, luego de algunas horas, mi estómago deja de gruñir y olvido a qué había renunciado, cuando aparece una luminosidad, una libertad, una claridad de los sentidos y un resplandor de actitud y sentimiento, una cercanía incomparable al Señor".

La Cuaresma es un tiempo especial, pero Dios quiere que estos cuarenta días tengan un efecto duradero en nuestras vidas. Entonces, en un sentido, el ayuno es para siempre. El Padre Rene Schatteman, un capellán del Opus Dei en Pittsburgh, dice que recibió esta lección directamente de un santo canonizado. "Aprendí de San Josemaría Escrivá, a quien tuve el privilegio de conocer personalmente, que una persona debe hacer un pequeño sacrificio en cada comida todos los días, no sólo durante la Cuaresma".

El Padre Schatteman hace hincapié en la importancia de las pequeñas cosas y en el gran efecto que pueden tener: "Todos deberíamos sentir la necesidad de ayudar a Cristo a redimir el mundo ofreciendo sacrificios a diario en lo que solemos comer y tomar... tomar un poco menos o un poco menos de lo que más nos gusta, evitar comer entre comidas, saltarnos un aperitivo o postre, etc., sin hacerse un gran problema por ello".

Un empresario de Pittsburgh (que pidió mantener el anonimato) me contó que hace mucho tiempo que ayuna los viernes, "un ayuno de 12-15 horas de comida, sólo agua". Dijo, sin embargo, que puede ser difícil llevarlo a cabo, pero no por el hambre sino que porque puede afectar a la vida familiar. "Es muy duro sentarse a la mesa familiar y no comer. No se trata tanto de resistir la tentación de la comida, sino que siempre sentí que estaba faltando al compañerismo. Parecía que mi ayuno era egoísta, que estaba quitando parte de nuestro tiempo juntos en familia".

Desde entonces modificó su ayuno para "cortarlo en la cena familiar".

¿Por qué los católicos ayunan? Nuestro empresario anónimo lo explicó muy bien: "Es medicina para mi mayor problema: egoísmo y falta de autocontrol. Es muy bueno forzarme a dominar mis apetitos, no satisfacer mis deseos aunque sea por un corto período de tiempo. Considero que también es muy bueno ofrecer un pequeño sacrificio a Dios por mi familia, por la gente que tiene hambre sin haberlo elegido".

Los tres signos característicos de la Cuaresma

rezar
ayunar
dar limosna

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Agradecimiento

esolen Mike Aquilina. "Intro to Lent:  Why do Catholics have to fast?" The St. Paul Center blog (27 de febrero de 2012).

Reimpreso con el permiso del autor, Mike Aquilina.

El Centro San Pablo de Teología Bíblica es un instituto de educación e investigación sin fines de lucro que promueve el estudio de las escrituras que transforman la vida en la tradición Católica. El Centro asiste al clero, laicos, estudiantes y especialistas con herramientas de investigación y estudio -de libros y publicaciones en multimedios y programación online.

Sobre El Autor

AquilinaAquilina3Mike Aquilina es vicepresidente del Centro San Pablo de Teología Bíblica y presentador, junto con Scott Hahn, de varias series de televisión en EWTN. Es autor o coautor de Living the Mysteries: A Guide for Unfinished Christians, Fathers of the Church: An Introduction to the First Christian Teachers, The Way of the Fathers: Praying with the Early Christians, y Praying in the Presence of Our Lord: With St. Thomas Aquinas. Visite el blog de Mike Aquilina "The Way of the Fathers" aquí.

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