Algo a partir de la nada

Aplica no sólo a la creación en el gran sentido metafísico, sino también a la creación en el sentido espiritual y físico. 

La historia de Elías y la viuda de Sarepta lo demuestra.  La historia ocurre en una época de una gran sequía en Israel, y Elías estaba desesperado.  Así que Yahvé le instruye y le insta a que confíe.  Pero el Señor manda a este profeta al lugar donde aparentemente menos probable era que fuera socorrido: con una viuda en un pueblo a las afueras de Israel. 

Las viudas en aquel tiempo prácticamente estaban indefensas y, en efecto, cuando Elías le pide algo para comer, ella le indica que sólo tiene lo suficiente para una última comida para ella y para su hijo.  Pero luego tiene lugar una acto muto de fe.  Elías confía en que Dios le ha enviado al lugar correcto, y le pide a ella que haga un pan.  Por su parte, ella confía en él y hace como dice.  ¿Qué ocurre entonces? La harina y el aceite no se agotaron durante todo un año. 

Tanto el profeta como la viuda estaban pasando por grandes dificultades y ambos encontraron lo que necesitaban.  Pero la historia continúa.  Elías permaneció con la viuda y su hijo, y posteriormente el hijo se enferma gravemente y finalmente muere.  La viuda — quien ya había perdido a su esposo, y ahora carente de cualquier medio de soporte, tanto emocional como financiero — se desespera y despotrica contra el profeta. 

Pero, nuevamente, ahora que está tocando fondo, el profeta le pide que confíe: “Dame a tu hijo”, le dice.  Elías toma al joven escaleras arriba, y clama con voz potente a Dios.  Luego, recostándose tres veces sobre el cuerpo inerte del hijo, suplica nuevamente al Señor.  ¡Y éste vuelve a la vida! 

Una situación absolutamente carente de esperanza se convierte en un lugar de esperanza.  No fue solamente que el joven regresara a la vida, sino que la viuda también recobró su fe. 

Si nos sentimos desesperanzados o desanimados esta Cuaresma, recordemos que Dios puede obtener algo a partir de la nada.