2do Jueves de adviento

Creo que es justo decir que realmente no podemos comprender a Jesús a menos que comprendamos a Juan, que es precisamente la razón por la que los cuatro evangelistas nos narran la historia del Bautismo como una suerte de introducción a la historia de Jesús.

Juan no dirigió la atención hacia sí mismo. Más bien, se presentó como una preparación, como un predecesor, como un profeta que preparaba el camino del Señor. Estaba resumiendo en sí mismo gran parte de la historia de Israel, pero resaltando que su historia permanecía abierta, aún sin terminar.

Por todo esto resulta muy poderoso cuando se nos dice que Juan, en cuanto ve a Jesús acercándose para ser bautizado, dice, "Éste es el Cordero de Dios." Para ningún israelita del siglo primero hubiera pasado desapercibido el significado de estas palabras: he aquí aquél que ha venido a ser sacrificado. He aquí el sacrificio, que resumirá, completará, y perfeccionará al Templo. Asimismo, he aquí el cordero pascual, quien concentrará todo el sentido de aquel evento y lo llevará a plenitud.

Es por eso que Juan afirma, "Es necesario que él crezca y que yo disminuya." En otras palabras, la introducción ha sido completada, y la gran ópera acaba de iniciar. La obra preparatoria de Israel ha llegado a su fin, y ahora ha comenzado el reinado del Mesías.