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La opción de Borromeo

  • EL PADRE THOMAS G. WEINANDY, OFM, CAP.

Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia católica luchó para renovarse. 


borromeoEste cambio se encontró con muchos problemas (litúrgicos, doctrinarios, morales y pastorales). El progreso fue laborioso, con algunos éxitos y frecuentes reveses, aun así la Iglesia continúa avanzando y esforzándose para rejuvenecerse en santidad y verdad.

Aunque los desafíos teológicos, las circunstancias históricas y las necesidades pastorales hoy son bastante diferentes a lo que eran en la época posterior al Concilio de Trento, hay suficientes similitudes que sería absurdo no recuperar algo de la sabiduría de aquel momento. No hay mejor persona a la cual observar que San Carlos Borromeo (1538-84).

El nepotismo en general no es algo bueno y a menudo es pecaminoso. En el caso de Carlos Borromeo, Pío IV (su tío) lo convirtió en una virtud. Al nombrar cardenal y obispo de Milán al joven Carlos, Pío le otorgó a la Iglesia una gracia significativa y transformadora ya que Carlos pasó a ser una destacada luz pastoral, teológica y eclesiástica dentro de una institución agobiada por las preocupaciones.    

Carlos encarnó las reformas doctrinales, morales y pastorales del Concilio de Trento y, por lo tanto, no solo renovó su diócesis sino que se convirtió en el modelo para la renovación de la Iglesia en general.

A pesar de su importancia, Carlos Borromeo es poco conocido y apreciado dentro del mundo angloparlante, principalmente porque se tradujeron pocos trabajos suyos. Este vacío ahora se llenó con la publicación de Charles Borromeo: Selected Orations, Homilies and Writings. J.R. Cihak y A. Santogrossi nos proporcionaron una edición y traducción magníficas de algunos de los textos más importantes de Carlos.

La introducción de Cihak provee una corta, pero espléndida, biografía de Carlos y una guía de los escenarios históricos, eclesiásticos y pastorales de sus escritos. La siguen cuatro secciones que resaltan diferentes aspectos del trabajo de Borromeo.

La primera presenta oraciones que Carlos brindó en sus concilios provinciales. Aquí articula la necesidad de la reforma y su naturaleza. El santo señala que el obispo verdadero “a menudo está orando y en contemplación de temas celestiales”. Se encuentra «habitualmente presente en la residencia episcopal y del mismo modo dedicado y entregado por completo a sus tareas eclesiásticas». Es «un verdadero padre y pastor para los pobres, viudas y huérfanos, un patrono de los lugares sagrados y diligente al fomentar las santas observancias».

Existe, sin embargo, «otro obispo». «Es descuidado o negligente con todas estas cosas, o lo que es peor, hace lo opuesto». Para Carlos, sus compañeros obispos y sacerdotes deben ser hombres del Evangelio que aman la Iglesia y las personas a las que sirven. Sobre todo, deben ser santos pastores como su supremo Pastor: Jesús mismo.

Por ende, Carlos despliega tanto su amor por ellos como así también la necesidad de desafiarlos si es que la Iglesia y el pueblo de Dios van a crecer en santidad.  

La segunda parte contiene sermones acerca de la Eucaristía, muchos de los cuales fueron recitados en la Fiesta de Corpus Christi. Estos manifiestan el amor de Carlos por la misa y por la presencia de Cristo en aquel sacramento. Jesús mostró su gran amor hacia nosotros al brindar:

su ser mismo a los hombres como alimento. Tu, Jesucristo, que eres el pan de ángeles, no menospreciaste convertirte en comida de hombres rebeldes, de los pecadores más desagradecidos. ¡Oh dignidad de excelencia humana, y cuánto más grande es la recuperación que la caída! ¡Cuánto la sublimidad de su dignidad supera las calamidades previas! ¡Oh favor más singular nos concedió Dios! ¡Oh inexplicable amor de Él hacia nosotros!

Tales pasajes profundos no solo emocionaron los corazones y mentes de su rebaño, sino que también movilizaron los de aquellos que los leen en la actualidad.

La tercera y más larga sección examina lo que significa ser un buen pastor. Aquí Carlos es categórico con que, de acuerdo con el Concilio de Trento (y ahora Vaticano II), «el deber principal del obispo» es «predicar la palabra de Dios».

Durante la plaga de 1576, Carlos exhorta a sus sacerdotes y religiosos a arriesgar sus vidas en el cuidado del cuerpo y el espíritu del asolado rebaño. En cuanto a sí mismo, el santo declara: «He decidido no escatimar esfuerzos o peligros para cumplir mi tarea pastoral y servir al rebaño que me fue encomendado de cualquier forma que me sea posible para su salvación». Carlos también se refiere a la necesidad de nutrir la humildad y derrotar la vanidad, crecer en santidad y la vida virtuosa, y sobre todo ser pastores alertas.

La sección final contiene escritos acerca de cómo santificar al mundo. En 1577, inmediatamente luego de la devastadora plaga, Carlos escribió un folleto sobre todo para padres y madres de familia que todavía hoy es útil. El santo presentó principios prácticos del Evangelio, prácticas y devociones que los nutrirían en santidad y por lo tanto les permitiría ser levadura en el mundo. También escribió sobre la necesidad de estar abiertos al Espíritu Santo y, en cierto modo sorprendente, del valor de imitar a la Sagrada Familia.

En todo lo mencionado, Carlos despliega su amor por el Evangelio de manera incansable, su afecto por la Iglesia y su siempre presente solicitud por los fieles de Milán. Este amor contagioso por Jesús, en todos sus misterios, es lo que Carlos ofreció a sus compañeros obispos, a los sacerdotes y a las personas a su cargo. De este modo, la Iglesia en Milán se propuso alejarse del pecado, recibir vida del Espíritu Santo y entonces dar gloria a Dios Padre.

Este es un excelente libro que sería un gran regalo para seminaristas, sacerdotes y hasta (o sobre todo) para obispos. Todos los que leen y reflexionan acerca de las alocuciones, las homilías y los escritos de Carlos Borromeo serán instados a ayudar con la difícil renovación de la Iglesia en nuestra época, como Carlos, y así convertirse en santos.

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Agradecimiento

El padre Thomas G. Weinandy, OFM, Cap. "La opción de Borromeo." The Catholic Thing (6 Septiembre, 2017).

Reimpreso con el permiso de The Catholic Thing.

Sobre El Autor

weinandyEl padre Thomas G. Weinandy, OFM, Cap., nuevo colaborador de The Catholic Thing, enseñó Teología en diferentes universidades católicas de Estados Unidos y fue miembro, por doce años, de la Facultad de Teología en la Universidad de Oxford. En la actualidad se dedica a escribir a tiempo completo y es miembro de la International Theological Commission.

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