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Introducción a la Cuaresma 1: Oración

  • MIKE AQUILINA

¿Cómo saben que estamos en Cuaresma?


prayer65No es tanto por la marca de las cenizas en sus frentes o por los peces que aparecen en el calendario como se indica en algunos lugares. La tradición nos dice que la Cuaresma tiene tres signos característicos: la oración, el ayuno y la limosna.

Esta serie de tres partes nos introducirá en esas prácticas. La oración seguramente es el mejor punto de partida porque es la que unifica a todos los demás. Ayunar y dar limosna son en sí mismos sólo formas de oración.

Hay dos definiciones clásicas de oración. La que aparece en la mayoría de los catecismos proviene de San Juan Damasceno (siglo ocho): "La oración es la elevación de la mente y el corazón a Dios." La otra proviene de San Clemente de Alejandría (siglo tres), quien definió a la oración como "una conversación con Dios".

Cuando rezamos, hablamos con Dios y Él habla con nosotros. Como en cualquier relación, esta conversación toma muchas formas. Piensen en todas las formas en que se comunican los esposos: votos formales de matrimonio, charlas superficiales, guiños en una sala abarrotada de gente, caricias afectuosas y frases que nunca se cansan de repetir.

Nuestra comunicación con Dios incluye una variedad similar de expresiones: frases hechas, conversación tranquila, gestos como la señal de la cruz y el abrazo íntimo de los sacramentos. Tal como un hombre y una mujer crecen en el amor repitiendo "te amo", nosotros los cristianos crecemos en el amor repitiendo una y otra vez las oraciones de la Iglesia.

La oración se presenta de muchas formas y con variados estilos. En general se divide en oración "vocal" y "mental". Las categorías son útiles, pero no irrebatibles. La oración, después de todo, debe involucrar a nuestra mente; así, en un sentido, toda oración es oración mental. Los escritores modernos algunas veces hablan de los dos tipos como oración formal y oración espontánea.

En este caso las distinciones también son útiles. Sin embargo, debemos apartarnos de ellas por un momento. Si vemos nuestra oración como una conversación, podemos cambiar la forma en que la llevamos a cabo. Pensar que la oración es una conversación nos ayuda también a sobrellevar los obstáculos — tales como distracciones, aridez, incapacidad para concentrarnos — porque todos estos elementos surgen también en la conversación humana.

La oración es una conversación que nunca termina. En las Sagradas Escrituras, San Pablo dice: "Orando en toda ocasión" (Ef 6, 18), "Orad constantemente" (1 Ts 5, 17) y "perseverantes en la oración" (Rm 12, 12). San Pablo consideraba a la oración como una conversación incesante.

Parece mucho pedir, pero es realmente la mejor forma de pensar en eso. Si queremos rezar de esta manera, debemos formar el hábito de rezar. Y, como con cualquier buen hábito o habilidad, la oración requiere un esfuerzo continuo a lo largo del tiempo y mucha repetición.

A muchas personas se les ponen los pelos de punta cuando escuchan hablar de la disciplina en la oración. Piensan que la oración siempre debe ser espontánea. Y muchas veces la oración sí aparece en forma espontánea, como cuando vivimos una situación de mucha felicidad o de mucha tristeza. Pero la espontaneidad es muchas veces el fruto de la disciplina. Son los músicos mejor capacitados los que pueden improvisar con mayor libertad. Hacer algo bien lleva tiempo, dedicación y perseverancia paciente en la práctica de ejercicios muchas veces tediosos.

La forma más efectiva de disciplinar nuestra vida de oración es siguiendo un programa, una especie de horario: lo que el fallecido Cardenal Joseph Bernardin llamaba "un plan de acción para el cristiano". El mejor momento para diseñar ese plan es la Cuaresma.

Un "plan de vida" es un cronograma firme, pero flexible, que fija horarios para nuestra oración en medio de los deberes habituales de nuestro trabajo, vida familiar y actividad social. Un plan diario debe incluir algunas oraciones vocales, tales como el Rosario u otras devociones, además de leer la Biblia o algún libro de espiritualidad (los escritos de los santos son los mejores), asistir a Misa (al menos los domingos y fiestas de guardar, pero con mayor frecuencia si es posible) y un tiempo tranquilo para tener una conversación más concentrada con Dios en oración mental. El mejor lugar para este tipo de oración es la iglesia, ante Jesús en el tabernáculo.

"En primer lugar, rezar significa que Dios está hablando con nosotros y no al revés," dice el Padre Kenneth Meyers, un sacerdote de la Diócesis de Pittsburgh. "Eso requiere silencio: el arte de escuchar detenidamente al Señor. Y el mejor lugar para hacerlo es en presencia del Santísimo Sacramento. La oración frente al Santísimo Sacramento requiere verdadero esfuerzo y compromiso, pero aún cuando nuestros corazones están secos y pareciera que es inútil continuar rezando, estar frente al Señor Sacramentado es como estar al sol, aún sin hacer nada estamos absorbiendo sus poderosos rayos de luz".

Nuestro plan debe incluir prácticas semanales o mensuales, tales como la confesión, el ayuno, dar limosnas y demás.

Nos ayuda a fijar patrones de tiempo o a adecuar cada práctica a otras actividades, para que nunca nos olvidemos de hacerlo. Podemos guardar el libro de espiritualidad cerca de la cafetera y leerlo todas las mañanas mientras esperamos que termine de hacerse el café. El inicio de nuestra hora de almuerzo puede servirnos como un recordatorio para rezar el Ángelus. Podemos rezar el Rosario mientras esperamos el autobús de vuelta a casa a la tarde. Podemos escuchar diez minutos de la Biblia en el automóvil mientras manejamos.

Debemos plantar oraciones a lo largo del día como vides. Colocar una aquí, otra allá y muy pronto, nuestra oración cubrirá todo el día, tal como la hiedra en una pared.

Esta es la forma en que Jesús modeló la oración para nosotros. Su propia vida de oración fue rica y variada. Algunas veces ofrecía oraciones formales (Mc 12, 29; 15, 34). Respetaba los días sagrados, hacía peregrinaciones y participaba en la rica liturgia de los judíos (Jn 7, 10-14). También rezaba en forma espontánea (Jn 11, 41-42). Además, se hacía de tiempo para rezar solo y en silencio (Lc 3, 21-22). Así también rezaba junto con sus amigos (Lc 9, 18). Ayunaba y estudiaba las Sagradas Escrituras.

Los primeros cristianos siguieron el ejemplo del Señor en todas estas prácticas y nosotros también debemos hacerlo.

No quiere decir que siempre sea fácil hacerlo, pero la calidad formal de la oración nos ayuda a saber qué hacer cuando nos topamos con obstáculos. "¡Nunca, nunca, nunca, nunca te des por vencido!", dice mi amigo Steve Galvanek. Steve, analista de sistemas, esposo y padre, dice que su plan lo sostiene incluso cuando está cansado y preocupado. "Es mucho mejor, en mis débiles intentos de rezar el Rosario, lograr decir al menos uno o dos Avemarías sinceros, que ni siquiera haberlo intentado".

Incluso las cosas más desagradables y difíciles de nuestra vida pueden servir como recordatorios para rezar. La clave es pensar en ellas como oportunidades más que como obstáculos. Una amiga mía, Sarah Scott, admite que es difícil encontrar un momento para rezar. Es madre de cinco niños, tiene una empresa en casa y es voluntaria en el colegio católico de sus hijos. "Ayuda ofrecer todas las pequeñas cosas que no nos gusta hacer", dice. "No me gusta doblar la ropa lavada. Sin embargo, en vez de enojarme, trato de ofrecerlo y de pensar en las cosas que otras personas deben soportar. Este tipo de esfuerzos hace que esté todo el día conversando con Dios".

Los tres signos característicos de la Cuaresma

rezar
ayunar
dar limosna

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Agradecimiento

esolen Mike Aquilina. "Intro to Lent:  Prayer." The St. Paul Center blog (27 de febrero de 2012).

Reimpreso con el permiso del autor, Mike Aquilina.

El Centro San Pablo de Teología Bíblica es un instituto de educación e investigación sin fines de lucro que promueve el estudio de las escrituras que transforman la vida en la tradición Católica. El Centro asiste al clero, laicos, estudiantes y especialistas con herramientas de investigación y estudio –desde libros y publicaciones hasta multimedios y programación online.

Sobre El Autor

AquilinaAquilina3Mike Aquilina es vicepresidente del Centro San Pablo de Teología Bíblica y presentador, junto con Scott Hahn, de varias series de televisión en EWTN. Es autor o coautor de Living the Mysteries: A Guide for Unfinished Christians, Fathers of the Church: An Introduction to the First Christian Teachers, The Way of the Fathers: Praying with the Early Christians, y Praying in the Presence of Our Lord: With St. Thomas Aquinas. Visite el blog de Mike Aquilina "The Way of the Fathers" aquí.

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