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Formando el carácter católico: 5 cosas que los padres pueden hacer

  • THOMAS LICKONA

¿Qué es el "carácter católico", por qué tiene importancia y qué podemos hacer los padres para formarlo en nuestros hijos?


happyfamily La mejor manera de responder a esas preguntas es comenzando con una mucho más básica: ¿Cuál es el significado de la vida? Las Escrituras y la Iglesia nos enseñan que tenemos tres propósitos divinamente ordenados que dan sentido a nuestras vidas:

  1. La salvación: encaminarnos a salvar nuestras almas eternas y ayudar a salvar las almas de los demás (dicha salvación, según enseña la Iglesia, es un don gratuito de Dios, pero necesita de nuestra cooperación a través de la fe en Dios, el cumplimiento de sus mandamientos y el arrepentimiento de nuestros pecados graves). 

  2. El servicio: utilizar los dones que Dios nos dio para construir su reino aquí en la tierra.

  3. La santidad: crecer en santidad.

El tercero de estos propósitos de la vida, la santidad, es fundamental para formar el carácter católico. Al final del Sermón de la Montaña, Jesús dijo algo muy contundente: "Ustedes sean perfectos como su Padre celestial es perfecto" (Mt 5, 48). San Gregorio lo dijo con estas palabras: "El fin de una vida virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios".

Las Escrituras nos dicen, "Dios es amor" (1 Jn 4, 16). Si queremos ser como Dios, nuestra vocación es amar. La esencia del amor es sacrificarse por el otro, como hizo Jesús. El amor es la entrega de uno mismo.

Entonces, ¿cuál sería nuestra meta si queremos formar el carácter católico en nuestros hijos y en nosotros mismos? El carácter de Cristo. Una vida de entrega.

En resumen, la misión principal de toda familia católica, como así también la misión de la Iglesia en su conjunto, es convertirnos en pequeños Cristos. Consiste en fomentar, con la ayuda de la gracia de Dios, la "transformación en Cristo" que el Espíritu Santo inició en nuestro bautismo —un proceso que debe continuar a lo largo de toda nuestra vida. 

¿Qué virtudes debemos fomentar?

El objetivo principal de un carácter parecido al de Cristo se erige sobre la base de lo que la Iglesia llama las "virtudes naturales". Entre las virtudes naturales que las familias y las escuelas deben cultivar, encontramos las cuatro virtudes que nos propusieron los griegos de la antigüedad de las que se hace mención en las Escrituras (Sab 8, 7) y que fueron adoptadas por la Iglesia como "virtudes cardinales":

  1. la prudencia, que nos permite discernir lo que debemos hacer; 

  2. la justicia, que nos permite respetar los derechos de los demás y darles lo que se les debe; 

  3. la fortaleza, que nos permite hacer lo correcto en medio de las dificultades; 

  4. la templanza, que nos permite controlar nuestros deseos y evitar el abuso incluso de placeres legítimos.

Estas virtudes naturales se fortalecen por medio del esfuerzo y la práctica y con la ayuda de la gracia de Dios.

Primero, darnos cuenta de que preparar a nuestros hijos para seguir a Cristo es prepararlos para tomar el camino menos transitado. Vivir una vida de virtudes cristianas siempre ha sido contracultural, pero nunca más que en estos tiempos que vivimos en un mundo impulsado por los medios, materialista, sexualmente decadente y moralmente relativista.

Sin embargo, para poder formar un carácter como el de Cristo, necesitamos mucho más que las virtudes naturales. También necesitamos las tres virtudes sobrenaturales o "teologales":

  1. La fe en Dios, que nos permite creer en Dios y en las enseñanzas de su Iglesia.

  2. La esperanza en Dios, que hace que veamos la vida eterna como nuestra meta más importante y que pongamos toda nuestra confianza en Dios.

  3. El amor de Dios, que nos permite amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Las tres virtudes teologales se consideran sobrenaturales porque vienen de Dios y porque tienen el fin de hacernos participar en la vida divina de Dios.

Como enseña el Catecismo (1813), las virtudes teologales no están separadas de las virtudes naturales; sino que "más bien, fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano".

El escritor católico Peter Kreeft señala que "el cristiano es prudente, justo, valiente y se domina a sí mismo por la fe en Dios, la esperanza en Dios y el amor a Dios." Tanto las virtudes sobrenaturales, como las naturales, se fortalecen a través del esfuerzo y la práctica, en cooperación con la gracia de Dios.

¿Qué podemos hacer como padres para formar el carácter católico de nuestros hijos, tanto con las virtudes naturales como las sobrenaturales?

Primero, darnos cuenta de que preparar a nuestros hijos para seguir a Cristo es prepararlos para tomar el camino menos transitado. Vivir una vida de virtudes cristianas siempre ha sido contracultural, pero nunca más que en estos tiempos que vivimos en un mundo impulsado por los medios, materialista, sexualmente decadente y moralmente relativista.

Con eso en mente, aquí les presentamos cinco principios para que los padres puedan formar el carácter católico de sus hijos.

1. Construir una relación de amor

Pasar tiempo juntos. A los niños les importan nuestros valores cuando se dan cuenta de que a nosotros también nos importan. Es especialmente importante que pasemos tiempo a solas con ellos para que se sientan amados y para ejercer más influencia en la personalidad que están adquiriendo. El difunto Christian Barnard, quien llevó a cabo el primer trasplante de corazón, recuerda los momentos que pasaba junto a su padre:

Si estábamos enfermos, mi padre se levantaba en las noches para cuidarnos. Cuando mi padre escuchaba mi llanto en la noche a causa de unas doloras infecciones en las uñas del pie, se levantaba y me las curaba con un emplasto de leche y migas de pan o de jabón blanco y azúcar. Cuando estaba resfriado, me aplicaba un ungüento en el pecho y lo cubría con un pañuelo rojo de franela. Los domingos por la tarde caminábamos juntos hasta la cima del cerro junto al dique. Una vez allí, nos sentábamos sobre unas piedras y observábamos el pueblo que estaba a nuestros pies. Luego, yo le contaba mis problemas y él me hablaba de los suyos.

Es especialmente importante que pasemos tiempo a solas con ellos para que se sientan amados y para ejercer más influencia en la personalidad que están adquiriendo.

El amor como una manera de comunicarse. La calidad de nuestro amor muchas veces se reduce a la calidad de nuestra comunicación. Para mantener una buena comunicación a la hora de la cena, por ejemplo, debemos escoger un tema: "¿Cuál fue el mejor momento de tu día?" "¿De qué manera ayudaste a otra persona hoy?" "¿Quién tiene un problema con el cual pueda ayudar el resto de la familia?"

El amor como una manera de sacrificarse. Una madre dice: "Lo más importante que pueden hacer los padres por sus hijos es amarse el uno al otro y mantenerse unidos". En un importante cambio de rumbo en comparación con una generación atrás, tanto los consejeros matrimoniales seculares como los religiosos están instando a las parejas casadas con problemas para que hagan todo lo que esté a su alcance para encontrar una solución a sus dificultades y salvar su matrimonio. Los padres católicos pueden fortalecer sus matrimonios si sacan provecho de las gracias del sacramento tanto en los buenos como en los malos momentos. Los estudios demuestran que cuanto más piadosos son los esposos, tanto mejor es la relación entre ellos y la crianza de sus hijos.

2. Valerse del poder de un buen ejemplo

Nuestro ejemplo -especialmente cuando viene acompañado de una relación afectuosa- es una de las formas más importantes de ejercer influencia en el carácter de nuestros hijos. Nuestro ejemplo tiene que ver no sólo con cómo tratamos a nuestros hijos, sino que además con cómo nos tratamos el uno al otro como esposos y cómo tratamos a los demás y cómo hablamos de ellos (parientes, amigos, vecinos y maestros).

La fuerza de nuestro ejemplo aumenta cuando exponemos a nuestros hijos a otros modelos buenos para imitar. El proyecto Giraffe Heroes ha recopilado más de 1000 historias sobre héroes cotidianos de todas las edades que han demostrado compasión y valentía al jugársela por los demás.

En su libro Books That Build Character, William Kilpatrick nos ofrece cientos de cuentos de ficción cuyos personajes admirables quedarán grabados en el corazón y la

imaginación de cualquier joven. El sitio de Internet www.teachwithmovies.com recopila cientos de buenas películas que ofrecen modelos positivos para imitar e importantes temas vinculados con el carácter.

También deberíamos aprovechar los ricos recursos que nos ofrece la vida de los santos (ver The Saints and Our Children de Mary Reed Newland). "Los santos tenían sus ojos puestos en Dios", dijo una madre católica. "Hacen realidad lo que significa seguir a Cristo".

3. Enseñar directamente

Si queremos que nuestro ejemplo tenga el mayor de los impactos, es necesario que nuestros hijos conozcan los valores y las creencias que se esconden detrás. Tenemos que hacer lo que predicamos, pero también tenemos que predicar lo que hacemos.

Debemos enseñar los buenos modales directamente: "Di por favor y gracias", "no interrumpas", "mira a la persona con quien estás hablando".

Debemos hacer una lista de las verdades católicas que les queremos enseñar a nuestros hijos. Una madre católica dice "quiero que mis hijos sepan cuán importantes son los sacramentos - cómo nos dan la fortaleza necesaria para transitar la vida".

Deberíamos enseñar directamente los fundamentos de nuestra fe, comenzando con los tres propósitos de la vida (la salvación, el servicio y la santificación). Debemos hacer una lista de las verdades católicas que les queremos enseñar a nuestros hijos. Una madre católica dice "quiero que mis hijos sepan cuán importantes son los sacramentos - cómo nos dan la fortaleza necesaria para transitar la vida". Un padre dice "quiero que mis hijos entiendan que la verdad existe y que cuando el Papa enseña sobre fe y moral, nos habla con la voz de Cristo."

Las otras verdades católicas que hay que transmitir son:

  • La vida es sagrada desde la concepción hasta la muerte natural.

  • Tenemos el deber especial de ayudar a "los más pequeños" de Cristo -los pobres, los que no tienen hogar, los discapacitados, los enfermos, los oprimidos y los aún no nacidos.

  • El sexo es un don hermoso que nos regaló Dios, pero que Dios mismo reserva para el matrimonio entre un hombre y una mujer.

  • Cuando unimos nuestros sufrimientos a la cruz de Cristo, nos hacemos más como Jesús y participamos de su obra salvífica.

  • La misa es la única parte más importante de nuestra fe a través de la cual Jesús sigue redimiendo al mundo (y tenemos la obligación de asistir a Misa todos los domingos bajo pena de pecado mortal).

  • Una relación con la Santísima Virgen es el camino seguro hacia una relación con su Hijo.

 

4. Ejercer la autoridad con sabiduría

Como padres, debemos tener un fuerte sentido de nuestra autoridad moral y luego ejercerla sabiamente de tres maneras. Primero, tenemos que mantener posturas firmes que se correspondan con nuestros valores católicos. Por ejemplo, ¿qué cosas prohibimos? ¿Los videojuegos violentos? ¿Los programas de televisión y películas que contienen escenas de sexo, violencia o palabrotas? ¿La pornografía en todas sus formas? ¿La música con letras profanas, indecentes o denigrantes? ¿La moda impúdica? ¿Las fiestas donde se consume alcohol? ¿Las fiestas de graduación que duran toda la noche?

Segundo, debemos aplicar la disciplina sabiamente. Debemos tomar en serio hasta las cosas que parecen menos importantes, como por ejemplo un comentario desagradable a un hermano. La disciplina más eficaz hace que los niños asuman la responsabilidad: "¿Cuál piensas que puede ser una consecuencia justa de lo que has hecho?" "¿Qué puedes hacer para repararlo?" Para ayudarlos a que se hagan responsables de sus propios actos también es importante que los niños adquieran el hábito de confesarse -hacer un examen de conciencia, sentir dolor de los pecados, experimentar el perdón de Cristo y hacer un propósito de enmienda (por cierto, somos nosotros mismos los que tenemos que dar ejemplo en este sentido).

En tercer lugar, debemos llevar a cabo una estricta supervisión. El informe Building a Better Teenager (www.childtrends.org) afirma que los adolescentes cuyos padres tienen una participación activa en sus vidas —que saben dónde están, con quiénes están, qué están haciendo, e incluso cómo usan las redes sociales (¿saben qué hay en su página de Facebook?) — tienen los índices más bajos de actividad sexual, alcoholismo y drogadicción. Como dice un escritor, en el entorno moral de hoy en día "tenemos que vigilar a nuestros hijos como halcones."

5. Proporcionar experiencias auténticas de la fe

Para formar el carácter católico hacen falta auténticas experiencias personales de fe, dentro y fuera de la familia.

Un padre católico descubrió que el haber llevado a su hijo egocéntrico de 15 años a un comedor comunitario para personas de escasos recursos y sin hogar, donde luego ambos se ofrecieron como voluntarios, hizo que el adolescente comenzara a pensar menos en las cosas que quería y más en las necesidades de los demás.

Un padre católico descubrió que el haber llevado a su hijo egocéntrico de 15 años a un comedor comunitario para personas de escasos recursos y sin hogar, donde luego ambos se ofrecieron como voluntarios, hizo que el adolescente comenzara a pensar menos en las cosas que quería y más en las necesidades de los demás.

Otra familia católica tenía la tradición de hacer un ayuno parcial todos los lunes en la noche (caldo para los padres y fruta para los niños) y mandar el dinero que ahorraban a alguna organización católica de caridad.

Conozco a padres católicos cuyos hijos adolescentes dieron un nuevo rumbo a sus vidas luego de asistir a un retiro para jóvenes (en algunos casos a más de uno), en el cual tuvieron la oportunidad de oir misa, rezar el rosario, participar en la adoración eucarística y confesarse (a menudo por primera vez después de su primera confesión) y donde también escucharon los testimonios de adultos y niños sobre cómo habían cambiado luego de permitir que Cristo formara parte de sus vidas.

Nuestro hijo Mark y los tres más grandes de sus siete hijos (de 13, 11 y 8 años ) pudieron asistir a la misa que celebró Benedicto XVI en el estadio de los Yankees en abril de 2008 y cuando vinieron a visitarme se mostraron conmovidos por haber estado con el Papa y con miles de católicos devotos. Las Jornadas Mundiales de la Juventud tuvieron un impacto similar en los jóvenes.

Las experiencias espirituales intensas son especialmente importantes durante la adolescencia, cuando la religión puede parecer como "un montón de reglas" o simplemente algo que tus padres te obligan a practicar.

Una advertencia: ni siquiera los padres que hacen todo bien para formar el carácter católico de sus hijos pueden controlar los resultados de dichos esfuerzos del mismo modo que ni siquiera Dios puede hacer que nosotros seamos buenos. La última forma que puede dársele al carácter de nuestros hijos depende de ellos mismos. 

Dicho esto, la tarea más importante que tenemos como padres es aprovechar las innumerables oportunidades que Dios nos ofrece para ayudar a que nuestros hijos crezcan en bondad y santidad. Porque así como la Iglesia siempre nos lo ha enseñado, la familia es la primera escuela de virtudes.

 

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Agradecimiento

lickona Thomas Lickona "Formando el carácter católico: 5 cosas que los padres pueden hacer." Catholic Education Resource Center (18 de abril de 2012).

Este artículo se reimprimió con el permiso de su autor, Thomas Lickona.

Sobre El Autor

Lickona4Lickona3lickonacharacterThomas Lickona es un psicólogo del desarrollo y profesor de educación en la Universidad Estatal de Nueva York en Cortland. Es autor de En Carácter, Character Matters: How to Help Our Children Develop Good Judgment, Integrity, and Other Essential Virtues y del libro que ganó el Christopher Award Educating for Character. También escribió Raising Good Children y fue coautor de Sex, Love and You. Thomas Lickona jugó un papel decisivo en el desarrollo del Center for the Fourth and Fifth Rs. Forma parte del comité asesor de Catholic Education Resource Center.

Copyright © 2012 Thomas Lickona
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