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La alegría de estar equivocado

  • EL PADRE DWIGHT LONGENECKER

Alguna vez se han detenido a pensar que el cristianismo es la única religión en la que el primer paso es decir "¿Estoy equivocado?".


Crossofashes Con las cenizas, elevamos nuestras manos al cielo y admitimos que es culpa nuestra. Te preguntas "¿Qué sucede con el mundo?" Con las cenizas decimos "Yo. Soy yo. No busquen más. Yo asumo la culpa".

Alguna vez se han detenido a pensar que el cristianismo es la única religión en la que el primer paso es decir "¿Estoy equivocado?". El primer mensaje que viene de Jesús al inicio del Evangelio es: "¡Arrepiéntete!".

Antes de que puedas hacer cualquier otra cosa en la vida cristiana, debes decir "Jesucristo, mi Señor, Hijo de Dios, ten piedad de mí que soy un pecador". No puede tratarse de una mera rutina. No pueden ser simples palabras de la liturgia extraídas de un libro. Tiene que salir del corazón.

Este primer peldaño en la vida espiritual es de vital importancia. Ello se debe a que la persona religiosa siempre tiene el riesgo de creer que nunca se equivoca. Estamos estimulados para pensar que tenemos razón. Estamos estimulados para buscar la respuesta acertada, la solución correcta y la mejor conducta.

Ni bien pensamos que tenemos razón, esa convicción de que nunca nos equivocamos comienza a expandirse dentro nuestro y cuando eso sucede, comenzamos a apartarnos de Dios y de los demás para meternos cada vez más dentro de nuestro dulce capullo de soberbia. Para los seguidores de Jesucristo, ni bien pensamos que tenemos razón, estamos equivocados, y sólo cuando admitimos que estamos equivocados, tenemos razón.

El poeta E.E. Cummings expresa esta paradoja con unas líneas deliciosas. En el poema "Que mi corazón se abra a las avecillas", escribe:

mi pensamiento vague siempre hambriento y audaz

y ágil y sediento tal si el domingo fuera

siempre pueda decirse que tengo yo la culpa

pues los hombres que tienen la razón no son jóvenes

Que no debería preocuparle tener razón "tal si el domingo fuera" describe un corazón de arrepentimiento alegre.

Antes de que puedas hacer cualquier otra cosa en la vida cristiana, debes decir "Jesucristo, mi Señor, Hijo de Dios, ten piedad de mí que soy un pecador".

Claro está que esto no quiere decir que la doctrina y el dogma no importen. Se trata simplemente de decir que un alma abierta que tiene conciencia de su propia fragilidad y fracaso humanos es mejor que un alma que está cerrada en su propia rectitud y superioridad.

Ponemos cenizas en nuestras cabezas como signo de nuestra propia contrición, pero es inteligente recordar que la lectura del Evangelio del día nos alienta a lavarnos el rostro y estar alegres mientras ayunamos. No se trata solamente de evitar hacer alarde de nuestra piedad, sino también de entender que el arrepentimiento debe ser un ejercicio alegre.

Piensen en todas las cargas de las que pueden deshacerse cuando dicen "¡Estoy equivocado!" Ya no tienen que defenderse en todo momento. ¡Qué agotador debe ser tener siempre razón! ¡Qué frustrante es para otros que siempre tengas razón! ¡Esa no es la forma de ganar amigos e influenciar a la gente! ¡Qué alivio es deshacerse de la carga de tener razón! ¡Qué alegría es equivocarse!

Hay un lado más oscuro de tener razón todo el tiempo. Envenena nuestras relaciones con los demás. Opera así: si tienes razón todo el tiempo, pero el mundo sigue siendo un desastre, entonces debe ser culpa de alguien y si no es tu culpa (porque siempre tienes razón), entonces debe ser culpa de otro.

Por este motivo, las personas con aires de superioridad siempre, siempre, siempre encuentran a otro a quién culpar. Para ellos, siempre es culpa de otro. Es por este motivo que siempre tienen que encontrar un chivo expiatorio. Al culpar a otra persona, le dan a su propia soberbia otro gran impulso. "¡Agradezco a Dios que no soy como ese pecador!", decimos e inmediatamente aumentan nuestros niveles de soberbia.

La persona soberbia dice "Es culpa de los de derecha. Es culpa de los de izquierda. Son los negros. Son los blancos. Es culpa de los pobres. Es culpa de los ricos. Es culpa de los judíos. Es culpa de los cristianos. Es culpa de los ateos. Es culpa de los teístas. Es culpa de los jóvenes. Es culpa de los adultos. Es culpa de los protestantes. Es culpa de los católicos.

La soberbia es endémica en nuestra sociedad. La raza humana está plagada de esta enfermedad social llamada soberbia.

Sin embargo, ni bien nos sentimos verdaderamente arrepentidos, fastidiamos los planes de la soberbia.

Es esta forma de culpar a los demás que provoca una catarata de mal en el mundo. Provoca celos, rencor, venganza, muerte y guerra. El soberbio culpa a otro y la lógica lleva inevitablemente a darse cuenta de que debe acabarse con los culpables. La soberbia es una enfermedad maligna oculta en la raza humana. Endulzada con sonrisas, piedad y aparente bondad, se arrastra por el mundo como la antigua serpiente que la generó. Sin embargo, ni bien nos sentimos verdaderamente arrepentidos, fastidiamos los planes de la soberbia. La segunda mitad de la acción fundamental cristiana consiste en tener fe en Cristo. Cuando imponemos las cenizas, decimos "Arrepiéntete y cree en el Evangelio".

El primer paso es admitir que estamos equivocados. El segundo paso es aceptar que Cristo tiene razón. Después de asumir la culpa, nos damos cuenta de que él asumió toda la culpa. Podemos equivocarnos, pero en él, tenemos razón. Sólo si estamos en él y él en nosotros con fe nos volvemos rectos.

Entonces, deberíamos llevar las cenizas con un abandono amable y alegre este Miércoles de Cenizas. Llevémoslas como una señal de coraje. No es la marca de la bestia, es la marca del mejor; ya que sólo el mejor puede decir "Soy el peor", y sólo cuando nos unamos a Cristo, el Recto, podremos dar los pasos hacia nuestro destino último - ser uno con la rectitud del mismo Dios.

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Agradecimiento

longenecker El Padre Dwight Longenecker. "The Joy of Being Wrong." National Catholic Register (18 de febrero de 2015).

Este artículo se reproduce con el permiso del National Catholic Register. Para suscribirse a National Catholic Register llame al 1-800-421-3230.

Sobre El Autor

Longenecker1LongeneckerEl padre Dwight Longenecker es párroco de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario en Greenville, Carolina del Sur. Es autor de varios libros sobre apologética, relatos de conversión y espiritualidad benedictina, entre los que se incluyen los siguientes:  The Romance of Religion — Fighting for Goodness, Truth and BeautyCatholicism Pure and SimpleSt. Benedict and St. Therese: The Little Rule & the Little WayAdventures in OrthodoxyPraying the Rosary for Inner Healing, Listen My Son: St. Benedict for FathersChallenging Catholics: A Catholic Evangelical DialogueSt. Benedict and St. Therese: The Little Rule & the Little WayMary: A Catholic-Evangelical Debate y The Path to Rome. Visite su sitio haciendo click aquí y su blog aquí, allí podrán escuchar los podcasts de sus conferencias y homilías.

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