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El Cardenal Sarah y los innovadores

  • EL REVERENDO GERALD E. MURRAY, J.C.D.

Hace poco, El cardenal Robert Sarah brindó una alocución que lleva la imagen de una advertencia profética sobre la naturaleza de la crisis de fe actual en la Iglesia.


SarahCon franqueza y sin dudar afirma muchas cosas que ciertamente inspiran a muchos y enojan a otros tantos. Estoy seguro de que apunta a ambos efectos. Su crítica refiere al título de su primer libro, Dios o nada. Los católicos infligen un gran daño sobre la Iglesia cuando se ensalzan y ponen sus propias teorías por encima de Dios y sus doctrinas reveladas.

Esta actitud, que se ve en todas las áreas de la vida de la Iglesia, se manifiesta de manera más clara en al reino de la liturgia. El cardenal Sarah sostiene:

Como Benedicto XVI con frecuencia subrayaba, en la raíz de la liturgia se encuentra la adoración, y por lo tanto, Dios. Entonces es necesario reconocer que la crisis seria y profunda que afectó a la liturgia y a la Iglesia misma desde el Concilio se debe al hecho de que su CENTRO ya no es más Dios y su adoración sino que lo son los hombres y su supuesta capacidad de «hacer» algo para mantenerse ocupados durante las celebraciones eucarísticas.

Los conceptos de adoración, veneración, reverencia y homenaje son desconocidos por grandes cantidades de católicos, incluidos los asiduos a la misa. Un sacerdote amigo mío hace poco describió una gran iglesia nueva como un sitio que no es «un lugar donde se pueda rezar». Estuve en tales «espacios». Una descripción más precisa de ellos sería como un decorado para puestas en escena dirigidas a un público cómodamente sentado. El tabernáculo se puede encontrar utilizando Google Maps.

El cardenal prosigue:

Hasta hoy en día, un número significativo de líderes de la Iglesia subestiman la seria crisis que está atravesando: el relativismo en la enseñanza doctrinal, moral y disciplinaria, graves abusos, la desacralización y trivialización de la Sagrada Liturgia, una simple visión social y horizontal de la misión de la Iglesia.

Muchos creen y declaran, en voz alta y de manera prolongada, que el Concilio Vaticano II trajo un verdadero reverdecer en la Iglesia. Sin embargo, una cantidad cada vez mayor de referentes de la Iglesia ven a esto como un rechazo, una renuncia de su herencia de siglos, o hasta de un cuestionamiento radical de su pasado y tradición. Se reprende a la Europa política por abandonar o negar sus raíces cristianas; aunque la primera en haber abandonado dichas raíces y su pasado es, sin discusión, la Iglesia católica posconciliar.

Como estudiante del sacerdocio en Roma, se me informó que los interiores de sus numerosas y magníficas iglesias habían sido preservados de las «renovaciones» destructivas debido a que el gobierno italiano tenía que aprobar cualquier cambio que afectara a estos tesoros artísticos nacionales, algo que sus curadores detestaban hacer.

Ay, los innovadores litúrgicos y doctrinales no estaban obligados por ninguna restricción equivalente externa o interna. El padre Thomas Reese, S.J., por ejemplo, hace poco escribió una asombrosa desestimación de la enseñanza de Jesús acerca de la indisolubilidad del matrimonio: «De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido… Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio». (Mt. 19, 6-9)

Al no estar convencido de la enseñanza clara e inequívoca por parte de la Iglesia de que Nuestro Señor quiso decir exactamente lo que manifestó, el padre Reese observa: «Jesús afirmó muchas cosas que literalmente se presentan con excepciones…No detalla ningún castigo al divorcio y otro nuevo casamiento…Considero a su enseñanza acerca de este tema como la primera legislación feminista porque una mujer divorciada era dejada en la calle sin bienes ni cuota alimentaria. En la actualidad vivimos en un mundo diferente. ¿Cómo podemos estar tan seguros de que Jesús respondería de la misma manera al divorcio hoy en día?

La Iglesia instruyó sobre la indisolubilidad en muchas épocas y circunstancias diferentes, en cada parte del planeta, desde que Jesús estableció esta doctrina. ¿Cómo está tan seguro el padre Reese de que las condiciones modernas les dan a él y a aquellos que concuerdan, una licencia para cambiar lo que siempre y en todos lados se enseñó?

El cardenal Sarah ve a esta clase de subversión insidiosa por lo que es, y no teme hablar sin tapujos:

Muchos se niegan a hacer frente al trabajo de autodestrucción de la Iglesia por medio de la demolición deliberada de sus cimientos doctrinales, litúrgicos, morales y pastorales. A pesar de que más y más voces de prelados de alto rango afirman en forma obstinada los obvios errores doctrinales, morales y litúrgicos que fueron condenados cientos de veces, y trabajan para destruir la poca fe que queda en la gente de Dios, la barca de la Iglesia surca el mar embravecido de este mundo decadente, las olas la golpean y ya se está llenando de agua. Un número cada vez mayor de líderes de la Iglesia y de fieles gritan: «Tout va très bien, Madame la Marquise!» [«Todo está bien, señora marquesa»,  el estribillo de una canción popular cómica de la década de 1930, en la cual los empleados de una mujer noble le informan sobre una serie de catástrofes].

Para algunos en la Iglesia actual, la doctrina católica está sujeta a reescritura, la veneración a Dios litúrgica es principalmente una oportunidad para las personas de reunirse y expresarse, la enseñanza moral católica ahora debe ser considerada como un ejemplo de rigorismo obsoleto, y la asistencia pastoral a los fieles significa decirles que hagan lo que desean siempre y cuando se sientan «felices».

Sin embargo, ¿sentimos felicidad cuando rechazamos la doctrina de Nuestro Señor e intentamos convencernos de que eso es precisamente lo que Él querría que hiciéramos? ¿No es por el contrario que cualquier manipulación de ese tipo acerca de la verdad de Cristo produce un espíritu de ansiedad y amargura que de forma inexorable se manifiesta en un intento frenético de destruir el resto de la enseñanza y práctica católica?

Realmente es cuestión de Dios o nada.

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Agradecimiento

murrayEl reverendo Gerald E. Murray, J.C.D. "El Cardenal Sarah y los innovadores." The Catholic Thing (24 Abril 2017).

Reimpreso con el permiso de The Catholic Thing.

Sobre El Autor

El reverendo Gerald E. Murray, J.C.D. es pastor de la iglesia Holy Family, en New York, NY, y también es abogado canónico.

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