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Recupera a tus hijos: Como enseñarles a respetar y a que te respeten

  • WILLIAM J. DOHERTY

Estamos frente a una epidemia de padres inseguros. Es posible que la generación de padres de hoy en día sea la que más presta atención a los intereses de los niños -algo nunca antes visto en este mundo-, pero a la vez es la que se muestra más confundida e insegura.  


parenting3Esta generación está decidida a no repetir los errores de sus propios padres, quienes esperaban obediencia incondicional. Sin embargo, al rechazar estos modelos anticuados de autoridad, los padres ahora son veleidosos a la hora de imponer cualquier tipo de autoridad.

Los niños criados por padres inseguros crecen demasiado rápido, se empiezan a preocupar por los bienes de consumo y la aceptación de los pares y centran sus vidas en una actividad frenética fuera del hogar.  Saben que sus padres los aman profundamente y quieren comunicarse delicadamente con ellos, pero también saben que sus padres son inseguros en cuanto a lo que les exigen y al momento en que deben decirles que "no".

Una familia que ahora está haciendo terapia tiene un niño de 10 años, que es un ángel en la escuela, pero que ha empezado a llamar "perra" a su madre en casa.  En vez de ejercer autoridad legítima, su madre le responde sintiendo dolor porque su hijo esté tan angustiado.  (Un ejercicio adecuado de autoridad parental: "NUNCA JAMÁS me hables a mí de ese modo, ni siquiera cuando estás enojado.  Vete a tu habitación y regresa cuando estés decidido a pedirme disculpas sinceras".)

Otro ejemplo: El periódico local ha distribuido una serie sobre alcohol y adolescencia.  Los niños de generaciones anteriores bebían alcohol, muchas veces en exceso.  La diferencia, según los artículos del periódico, es que ahora son los padres quienes les dan el barril de cerveza, les prestan la casa o les pagan la habitación en un hotel, como así también quienes les solventan el viaje para que disfruten de una juerga de sexo y alcohol en México durante el receso de primavera. A la mayoría de los padres que fueron entrevistados les costaba darles permiso a sus hijos para que fueran a México durante las vacaciones de primavera este año, pero no pudieron decirles que "no", especialmente cuando la mayoría de los otros niños ya habían dicho que irían.

La cultura del consumo en la niñez

En la nueva cultura de la niñez, a los niños se los ve como consumidores de los servicios parentales y a los padres se los ve como proveedores de servicios parentales e intermediarios de los servicios comunitarios para niños.  Lo que se pierde es el otro lado de la ecuación humana: niños que asuman responsabilidades frente a sus familias y a la comunidad.

Los niños no sólo deben recibir cosas de los adultos, sino que además deben contribuir activamente con el mundo que los rodea, ayudar a cuidar a los más jóvenes y enfermos, dejar su impronta en la calidad de vida familiar y contribuir con el bien común en sus escuelas y comunidades.  Si los niños viven sólo como consumidores de servicios parentales y comunitarios, no son miembros activos de familias y comunidades.

Si nos vemos sólo como proveedores de servicios para nuestros hijos, terminamos confundidos sobre nuestra autoridad, nerviosos por no contrariar a nuestros hijos, inseguros por si no les estamos ofreciendo suficientes oportunidades y preocupados porque no tenemos el mismo rendimiento que otros padres.  En una economía de mercado, el proveedor de servicios debe ofrecer lo más novedoso y lo mejor y debe evitar por todos los medios decepcionar a sus clientes.

Cuando se aplica a la familia, estamos frente a una receta para padres inseguros y niños avasallantes.  (Un niño de 17 años dijo a sus padres: "¿Por qué tengo que cortar el césped?  No es mi césped".)

La cultura terapéutica para la crianza de los hijos

Como esperar y recibir respeto

1.  Respeta a tu hijo Deja que tus hijos expresen sus propias opiniones, gustos y valores - si lo hacen con respeto.

2.  Espera respeto.. El respeto debería ser algo esperable en tu familia porque sin respeto nada puede salir bien. Utiliza términos como "respeto", "falta de respeto", "educación" y "mala educación" para desarrollar un lenguaje común de respeto.

3.  Explica tu nueva política sobre el respeto a tus hijos. Si antes le has permitido expresarse de manera irrespetuosa, luego no sabrá cuándo está siendo irrespetuoso. Reúnete con tus hijos en un momento tranquilo y explícales las nuevas normas.

4.  Sintoniza tus oídos para captar tonos de respeto y de falta de respeto. Algunas veces los padres no reconocen el tono irrespetuoso de sus hijos porque se están concentrando demasiado en el contenido de lo que se dice (interrupciones, acusaciones, insultos) y no están escuchando el tono de voz del niño. Un tono de voz elevado no es necesariamente un signo de falta de respeto, pero el tono y las palabras de ataque, impertinentes, sarcásticas y malas, sí lo son.

5.  Cortar el comportamiento irrespetuoso de raíz. Responder de inmediato diciendo claramente: "Eso fue irrespetuoso".

6.  Usa un tono de voz especial en respuesta a la falta de respeto que transmita a tu hijo el mensaje: "Estás en territorio peligroso - retírate de inmediato".

7.  Utiliza tiempos fuera por falta de cooperación cuando el niño no cesa su comportamiento irrespetuoso. Luego de señalar el comportamiento irrespetuoso con un tono de voz firme, si tu hijo continúa haciéndolo, dale la advertencia de que se aplicará un tiempo fuera si no deja de comportarse así. Si eso no funciona, entonces aplica un tiempo fuera. No permitas que continúe la conversación desagradable. Con un adolescente, es probable que quieras retirarte de la conversación más que intentar forzar un tiempo fuera contra su oposición física. La clave es indicar que el comportamiento es irrespetuoso y termina la conversación en vez de dejar que se intensifique.

8.  Sé firme, pero mantén la calma. El padre seguro de sí mismo casi siempre es calmo y firme y está concentrado y tranquilo en los momentos de conflicto.

9.  Combina tolerancia cero con una visión a largo plazo. Enfrenta todos los comportamientos irrespetuosos sin excepción -porque esa es la única manera en que tu hijo entenderá cuáles son tus expectativas y el sentido del comportamiento que quieres erradicar. No esperes un cese inmediato de la mala educación, sino que una continua disminución hasta llegar a cero.

10.  Si el problema es crónico y estas estrategias no funcionan, considera asistir a terapia familiar para centrarte en tus capacidades para educar a tus hijos. Si los padres no pueden llegar a un arreglo en cuanto al estilo de crianza, consideren buscar ayuda profesional.

También vivimos en la era de la crianza terapéutica.  Los padres se convierten en un terapeuta juvenil y lo vemos al niño como si necesitara tratamiento especial que sólo un profesional - o un padre capacitado - puede ofrecer.  Allá en los años 70, con el popular libro Técnicas Eficaces para Padres de Thomas Gordon, se les ha enseñado a los padres a actuar como terapeutas con sus hijos.

Se supone que un terapeuta debe estar constantemente atento, debe ser discreto, tolerante, no directivo y no sentencioso.  Cuando un niño fastidia en una sesión de terapia, o sea, le habla irrespetuosamente al terapeuta, la tarea del terapeuta es explorar las razones subyacentes más que centrarse en el comportamiento inmediato del niño.  Además de distorsionar las reacciones de los padres ante el mal comportamiento de sus hijos, la cultura terapéutica de la crianza sugiere que las psiques de los niños son frágiles y que pueden quebrarse fácilmente a causa de padres que dicen algo que no es correcto.

La realidad, según una parva de investigaciones, es que si el cuidado y apego parental subyacente están presentes, la mayoría de los niños tienen capacidad de recuperación ante los errores comunes de sus padres a la hora de educarlos.  Si los niños pueden manejar la mayoría de nuestros errores no abusivos, no hay dudas de que pueden manejar las respuestas fuertes que les damos cuando éstas son más que necesarias.  La mayoría de las veces los niños se dan cuenta de que están equivocados y se sienten más seguros cuando sus padres intervienen con firmeza.

Sabemos a partir de investigaciones y observaciones que los padres tienen una fuerte influencia en el comportamiento de los adolescentes.  Los adolescentes cuyos padres les hablan con regularidad sobre evitar las drogas tienen menos probabilidades de consumirlas.  Los adolescentes cuyos padres les dan límites educativos y firmes son menos propensos a participar en una actividad sexual.  También es más probable que se esfuercen en sus estudios.

Como enseñarles a los adolescentes a respetar

Podemos recuperar la confianza de los padres en su autoridad sin tener que retornar a la crianza autoritaria.  Existe un punto medio entre ser dictatorial e insensible por un lado y sobornar a los niños y debatir con ellos por el otro.

Otro ejemplo personal: Cuando mi hijo Eric tenía 13 años, tuvimos un encuentro breve, pero memorable, en la cocina.  Yo estaba hablando con un amigo por teléfono a la tardecita.  Sin yo saberlo, Eric quería llamar a uno de sus amigos.  Cuando corté, Eric me preguntó en un tono de voz irritado y perentorio: " ¿Con quién hablabas?".

¿Cómo piensas que debía haberle contestado?  Piensa en varias respuestas posibles y luego te diré la que terminé dándole:

Respuesta 1 (en un tono suavemente defensivo): "Estaba hablando con Mac.  No sabía que necesitabas el teléfono".

El problema con esta respuesta es que admite el derecho del niño de interrogar a su padre sobre las cosas que hacen los adultos.  El problema no es la pregunta en sí misma, sino el modo irrespetuoso en que la formula.

Respuesta 2 (con una suave reprimenda): "No sabía que estabas esperando para usar el teléfono.  Debías habérmelo dicho.  ¿Cómo podría saberlo?"

Esta podría ser una respuesta adecuada para tu cónyuge u otro adulto que tenga los mismos derechos que tú sobre el teléfono y que en consecuencia tiene la libertad de expresar su enojo en caso de que estuvieras obstaculizando su uso.  Sin embargo, una contestación así para Eric hubiera significado que aceptaba el reclamo implícito de su condición de igual, como cuando compite con un hermano para darse una ducha o ver televisión.

Respuesta 3   (con una dura reprimenda): "¿A quién quieres llamar tú?  Estás demasiado tiempo al teléfono.  Deberías estar haciendo tu tarea".

Este contraataque parece fuerte, pero omite el punto principal: El problema no tiene que ver con la forma en que Eric utiliza el teléfono, sino con la pregunta irrespetuosa que hizo.  Ejercer la autoridad parental en el uso que hace del teléfono lo haría sentir resentimiento y no le daría ninguna enseñanza sobre su actitud irrespetuosa ni impediría que lo hiciera otra vez.

Yo también cometí errores como padre, pero en alguna oportunidad aprendí a tener la capacidad instantánea de darme cuenta de cuándo mis hijos me faltaban el respeto- y hacer que ese fuera el punto central de mi respuesta.  Entonces, esto es lo que le dije, haciendo contacto visual y hablando con firmeza:

No puedes hacerme esa pregunta y mucho menos con ese tono de voz.

La discusión estaba terminada.  Eric absorbió mi comentario y luego se dirigió a la otra sala para hacer su llamada.  No nombré a la persona con la que estaba hablando.  No me defendí.  No contraataqué.  No dejé que Eric se defendiera.  No lo castigué.

Lo que hice fue directamente defender y hacer valer mi derecho a ser respetado como padre.  Y no me sentí enojado con él durante el resto de la noche.  Durante los años siguientes tuvimos los rollos normales entre padres y adolescentes, pero nunca más me habló de manera irrespetuosa.

Si hubiera tomado otro camino esa tarde, uno que pudiera llevarnos a situaciones similares en el futuro, la adolescencia de mi hijo y la vida familiar podría haber sido muy distinta.

Enseñar respeto a los más pequeños

Jason, de cuatro años de edad, desarrolló el irritante hábito de exigir su comida.  A la hora de la cena, gritaba "¡Dame leche!" o "¡Dame más papas fritas!".

No era que Jason tenía un problema para controlar sus impulsos.  Era un modelo de comportamiento inadecuado en el preescolar donde las normas de amabilidad eran claras y coherentemente exigidas.

¿Cómo respondían sus padres a este comportamiento demandante?  Muchas veces intentaban silenciarlo buscando rápidamente lo que exigía.  Otras veces se enojaban con él y le decían que lo pidiera amablemente, pero aún le buscaban la comida sin exigirle que repitiera el pedido de manera educada.  Los psicólogos describen esto como reforzar el comportamiento del niño.

Los padres cuyos hijos los tratan de manera irrespetuosa terminarán teniéndoles miedo y sintiendo resentimiento hacia ellos.  Los padres empezarán a aislarse emocionalmente o se volverán punitivos.  Tendrán explosiones de enojo que luego los harán sentirse mal.  O se volverán sarcásticos y agresivos pasivos.

¿Cómo hicieron los padres de Jason para que no tuviera ese comportamiento en la cena?  Lo desafiaban firmemente cada vez que pedía algo de mal modo y esperaban a que reformulara su pedido con educación antes de darle lo que pedía.  Si se negaba a pedirlo correctamente, no le entregaban lo que pedía y continuaban cenando.  Jason finalmente aprendió a ser "educado" y la incidencia del comportamiento demandante en la mesa se redujo drásticamente.

¿Por qué no sirve que los padres nunca se enojen?

Para muchos padres, el enojo es un pequeño paso antes del abuso verbal o físico de los niños.  Sin embargo, el enojo es una emoción humana normal que señala que "algo debe cambiar - ahora mismo". Sin el enojo, los padres son flojos ante la terquedad de sus hijos.  El miedo de mostrar enojo a nuestros hijos es el núcleo del problema de impotencia que sufren muchos de los padres contemporáneos.

Recientemente, observé el siguiente escenario: Un niño (de 4 años aproximadamente) y su madre estaban caminando por la playa.  El niño corría adelante.  Pasó por debajo de una cerca y llegó hasta un jardín lleno de flores que estaba aproximadamente a dos metros de una caída de nueve metros que daba a las vías del tren.

Mientras la madre se acercaba al niño, escuché que le decía en un tono muy amable: "Cariño, me parece que no es buena idea que camines por ahí".

El niño se detuvo y esperó a que ella llegara.  Inclinándose sobre la cerca, le tendió los brazos y le dijo:

"Jeffrey, ven.  Por favor, sal de ahí.  Estás pisando las flores y estás muy cerca de las vías del tren".

Sin moverse y desafiante, el niño no hacía más que mirarla.  "Ven, toma mi mano", le rogaba.  Aún no se movía.  No cabía duda de que el niño estaba disfrutando de ese momento de victoria obstinada.

Mientras mi esposa y yo continuábamos nuestra caminata, me daba la vuelta para ver si habían hecho algún avance.  La madre se inclinaba por encima de la cerca lo más que podía y le suplicaba al niño que le tomara la mano, mientras él la miraba fijo.

Escenas como estas señalan el peligro de educar a los niños sin enojarse.  Intentar mantenerse sereno y racional en una situación de rebeldía y peligro hace que los padres se vean tontos.

Consejos problemáticos de los "expertos"

Ningún experto hubiera estado de acuerdo con el enfoque de súplica lastimera que utilizó esta madre, pero ¿cómo hubieran recomendado los expertos que respondiera?

El libro Técnicas Eficaces para Padres de Thomas Gordon le hubiera aconsejado que con calma le diera un mensaje enfocado en ella misma, como por ejemplo "me da mucho miedo verte allí parado porque es muy peligroso".

Se supone que tu hijo decidirá cooperar espontáneamente si le expresas tus verdaderos sentimientos.

Sin embargo, ¿qué pasaría si tu hijo, como el niño que se encuentra del otro lado de la cerca, disfruta viendo el miedo que sientes para demostrar que no tienes ningún tipo de control sobre él?  Compartir tus sentimientos vulnerables no logrará cumplir con tu objetivo en este caso.

El enfoque de las consecuencias

Otra escuela importante de consejos para padres a partir de los años setenta (sobre la que escribió mucho Haim Ginott) recomendaría el enfoque de las "consecuencias".  Le darás una opción a tu hijo: Si continúa allí parado, está eligiendo aceptar una consecuencia negativa que le has prometido.  Le puedes decir que ya no saldrán más a caminar esta semana a menos que él coopere.

Presentar consecuencias y esperar que el niño elija es una técnica normal para la crianza efectiva.  Cuando el adolescente no quiere lavar los platos en el momento oportuno, en general es mejor vincular la tarea con una consecuencia -como por ejemplo, no ver televisión o hablar por teléfono esa noche- y darle al niño la opción de cooperar.  Las consecuencias irán aumentando a medida que el niño no ceda en su actitud de no cooperar hasta que terminará dándose cuenta de que es mucho más fácil lavar los platos sin discutir.

Sin embargo, una limitación para el enfoque de las consecuencias a la hora de imponer la disciplina es que no es lo suficientemente poderosa e inmediata en algunas situaciones.  El pequeño rebelde en el arriate necesitaba una respuesta más fuerte, que una enumeración de las consecuencias que sufriría si continuaba parado allí.  En los momentos de confrontación deliberada, a algunos niños no les importan las consecuencias futuras -quieren que las cosas se hagan a su modo en ese mismo instante y punto.  En estas situaciones, el hecho de discutir consecuencias futuras en vez de reaccionar frente a la situación parece una muestra de debilidad.

Quienes aconsejan una crianza racional y sin enojos omiten advertir cuán importante es que los padres de vez en cuando hagan una demostración de poder cargada de enojo.  Digo "de vez en cuando" porque las investigaciones han demostrado claramente que la crianza rígida y autoritaria ("Soy el jefe; tienes que estar tranquilo y hacer lo que te digo") que nunca explica los motivos de una orden ni permite que los niños expresen su punto de vista, es contraproducente porque tiende a provocar ansiedad y rebelión.

Demostración adecuada de poder

¿Qué quiere decir demostración de poder adecuadamente cargada de enojo?  En el caso de la madre y del niño rebelde, yo lo llamaría por su nombre y diría en un tono fuerte y elevado:

"Jefrey, ¡sal de ahí ahora mismo!"

Iría en su dirección mientras digo esas palabras.

Si no regresa de inmediato hacia la cerca, le gritaría:

"¡Ven aquí!", mientras me voy acercando a la cerca.

Si no se acerca de inmediato, me trepo a la cerca y lo retiro yo mismo de ahí.  Luego, me acerco para tenerlo cara a cara y le digo:

"Estoy FURIOSO contigo.  Primero, pasaste por debajo de la cerca y pisaste las flores - y tú bien lo sabías.  Segundo, estabas cerca de las vías del tren - y tú bien lo sabías.  Y tercero, no regresaste cuando te dije que lo hicieras.  Ahora estás en un gran problema".

Lo llevo a casa y fin de la discusión.

Más tarde, le hablaría con calma sobre lo que sucedió en esa caminata y el nivel de cooperación que quiero para las próximas caminatas.  Espero hasta que él acepte cooperar en el futuro.

Hay niveles psicológicos más profundos que los que les he descripto, niveles que pueden explorarse luego de que la demostración de poder original haya sido exitosa.  Tal vez el comportamiento del niño, si no es habitual en él, refleja la tensión de una mudanza reciente.  Tal vez está enojado con su madre por algo.  Tal vez está probando la independencia que recién acaba de descubrir.  Por otro lado, si el comportamiento es crónico, entonces también sugiere un desfase de autoridad entre madre e hijo.

Cualquiera sea el significado más profundo del comportamiento riesgoso y desafiante del niño, su madre debe resolver la situación inmediata.  Si un niño roba porque tuvo una infancia complicada, primero debe dejar de robar; luego podemos hablar sobre el problema subyacente.

El nuevo problema con la crianza es la "fobia al enojo".  Terminamos con padres blandos que se niegan a mostrarse enojados ante sus hijos.  Entonces pierden autoridad y permiten que los niños los pisoteen.  Sin embargo, en mi experiencia como terapeuta, he descubierto que ese tipo de padres puede recuperar a sus hijos si verdaderamente se lo proponen. 

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Agradecimiento

dohertyw William J. Doherty. "Take back your Kids: How to Teach and Get Respect". excellence & ethics (invierno/primavera 2013). 1-4.

Adaptado de Take Back Your Kids de William Doherty.

Reimpreso con permiso. excellence & ethics es una carta educativa publicada por el Center for the 4th and 5th Rs. excellence & ethics se publica una vez al año. Para recibir las próximas ediciones por correo electrónico sin cargo, suscríbete aquí. Para consultar ediciones anteriores, haz clic aquí.

Sobre El Autor

dohertydoherty1 El doctor Doherty es un terapeuta de familia y profesor en el Departamento de Medicina Familiar y Salud Comunitaria en la Universidad de Minnesota. Es autor o editor de 14 libros, entre los que se incluyen Take Back Your Marriage: Sticking Together in a World That Pulls Us ApartThe Intentional FamilyTake Back Your Kids: Confident Parenting in Turbulent TimesPutting Family First. Ver www.drbilldoherty.com.

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