Lecciones sobre conducta

¿Quieres enseñar a tus hijos a que no anden con chismes?  No andes con chismes.  ¿Quieres enseñar a tus hijos a rezar?  ¡Reza!  ¿Quieres enseñar a tus hijos a que sean amables con los demás?  Sé amable con ellos y con la gente que se topa contigo.  ¿Quieres enseñar a tus hijos a no perder la calma?  No la pierdas tú.  Lamentablemente, no importa cuánto lo intentes, pues algunas veces no lograras educarlos de ese modo.  Hay veces en que todo sale mal y todo te pone nerviosa hasta que... ¡BOOM!... Mamá comienza a gritar y a agitar sus brazos de un lado al otro, dando un curso intensivo e improvisado sobre cómo hacer un berrinche.

Cuando se calman los ánimos, una profunda sensación de fracaso se apodera de su corazón maternal.  ESTE, precisamente este, es el momento que tu hijo guardará en su memoria y no los cientos de veces que te mostraste airosa y paciente bajo presión.  Esta será la última imagen tuya como madre.  ¿Quién eres para decirle a tu hijo que se porte bien, cuando ni siquiera tu misma puedes hacerlo?  Como no puedes revertir estos momentos, es necesario que los evites tanto como sea posible.  Queremos educar con buenos ejemplos.  Sin embargo, en ese momento tranquilo de vergüenza y derrota, recuerden que no todo está perdido.  Aún existe una posibilidad de poder educarlos con el ejemplo.

Hay algo que sólo puedes enseñar a tus hijos cuando efectivamente te equivocas y es uno de los ejemplos más importantes que puedes darles: cómo decir que lo sientes y cómo admitir que te has equivocado.  Entonces ¡no bajes los brazos!  Aquí hay un gran momento para que te luzcas.  Toma esa sensación de vergüenza y decepción y haz que se convierta en una victoria.  "Lo siento. Mamá no tendría que haber hecho eso".  Sin excusas.  Tal vez puedas explicar las circunstancias que te llevaron a cometer ese error y así demostrarles que podías haber actuado de otra manera. Claro, si estás segura de que tienes una justificación…  Conversa sobre cómo las personas trabajan toda su vida para ser mejores y que siempre hay mucho más por hacer.  Enséñales a tus hijos lo que es la humildad.

Luego, llénalos de abrazos.  Al final, descubrirás que tú también puedes aprender algo de los niños: saber perdonar.