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Una pequeña vía por la Cuaresma

  • EL PADRE DWIGHT LONGENECKER

La pequeña vía por la Cuaresma está cargada del deseo de hacer pequeños sacrificios que ardan con el corazón del amor de Cristo en el mundo.


ThereseSaint Thérèse of Lisieux
1873-1897

Un año, en los tiempos en que era un joven sacerdote anglicano, decidí tomarme la Cuaresma en serio. En el patio de mi casa en Inglaterra, había un cenador: un hermoso cobertizo con ventanas y una puerta en el que uno podía sentarse para tomar un té o disfrutar de la lectura en un día de verano. Decidí que durante los días helados de febrero y marzo dormiría allí. También decidí dejar de comer carne, totalmente, y para no apartarme de este estilo ermitaño, también dejé que me creciera la barba.

Enseguida comenzó a hablarse en el entorno de la parroquia sobre los extremos a los que se sometía el joven cura y la respuesta fue admiración entre los más jóvenes y preocupación entre los más grandes y sabios por creer que solo estaba "llamando la atención".

La experiencia fue alegre y austera y aprendí mucho a través de ella sobre mí mismo y sobre el ascetismo y su relación con la oración y la vida espiritual. Nunca desalentaría a nadie que quiera tomar la Cuaresma en serio de este modo, pero aprendí de Santa Teresa de Lisieux que también existe una pequeña vía por la Cuaresma.

Santa Teresa tenía una inclinación juvenil por los actos heroicos.

Quería ser una valiente guerrera para Cristo. Hay una fotografía encantadora de ella vestida con una armadura como Santa Juana de Arco. Escribió "me puse el peto del Todopoderoso y Él me armó con las fuerzas de sus brazos. A partir de este momento, ningún temor puede lastimarme ya que ¿quién puede ahora separarme de su amor? A su lado, avancé hacia el campo de batalla, sin temerle al fuego ni al acero; mis enemigos descubrirán que soy una reina y la esposa de un Rey". En otra parte dice "Deseo cumplir con las obras más heroicas; siento dentro mío el coraje de un cruzado. ¡Moriría en el campo de batalla para defender a la Iglesia!"

"¡Tendrán que ser santos del todo o no serlo en absoluto!" es su grito de batalla y en su lecho de muerte dice "¡Moriré con las armas en mis manos!".

Sin embargo, esta noble alma se da cuenta de que no tiene la constitución ni se encuentra en las circunstancias que se necesitan para ser un Francisco Javier o un Ignacio de Loyola. Está encerrada en un convento con mujeres aburguesadas. Es una niña pequeña y además enfermiza.

Entonces, se emociona cuando descubre el misterio secreto de la pequeña vía. Al leer el capítulo 13 de la primera carta de San Pablo a los Corintios, se da cuenta de que el amor es el corazón ardiente de la Iglesia y de que su vocación es el amor.

En el capítulo 11 de Historia de un alma, nos narra cómo fue su descubrimiento: "La caridad fue la clave de mi vocación. Comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo, compuesto de diferentes miembros, no podía faltarle el más necesario, el más noble de todos ellos. Comprendí que la Iglesia tenía un corazón, y que ese corazón estaba ardiendo de amor. Comprendí que sólo el amor podía hacer actuar a los miembros de la Iglesia; que si el amor llegaba a apagarse, los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre. Comprendí que el amor encerraba en sí todas las vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempos y lugares ¡porque es eterno!"

La santa cae en la cuenta de que ninguna obra heroica vale si no se hace con amor. Escribe "Saben muy bien que nuestro Señor no mira tanto la grandeza de las obras, ni siquiera su dificultad, sino que el amor con el que las hacemos".

De ahí surge lógicamente que las obras más pequeñas hechas con el poder del don del amor se vuelven grandes a los ojos de Dios. Entonces, esta pequeña doctora de la Iglesia nos enseña que: "el Señor no exige de nosotros grandes obras ni pensamientos profundos. Como así tampoco nos exige inteligencia o talentos. Él ama la simplicidad". La pequeña vía por la Cuaresma está cargada del deseo de hacer pequeños sacrificios que arden con el corazón del amor de Cristo en el mundo.

Si decidimos tomar esta pequeña vía por la Cuaresma, nuestra oración debe servir simplemente para compartir el don del amor divino que descubrió Santa Teresa. Una vez que ofrecemos ese don, los pequeños sacrificios que hacemos son minúsculos, pero verdaderamente preciosos. Son gemas centelleantes de bondad que brillan y arden con el fuego reflejado del amor divino.

Algunos se preocupan porque piensan que esta "pequeña vía" es en verdad un "camino fácil", es decir, que es una forma de evadirse.

Santa Teresa dijo que eso fue lo que la ayudó a comprender los tiempos difíciles: En una carta a su hermana Celina, escribió "En tiempos de aridez, cuando soy incapaz de orar y de practicar la virtud, busco pequeñas ocasiones, meras naderías, para agradar a Jesús; por ejemplo, una sonrisa, una palabra amable cuando me inclino a quedarme callada o a reflejar mi cansancio. Si no encuentro ocasiones, al menos le digo una y otra vez que lo amo; eso no es difícil y mantiene vivo el fuego de mi corazón. Incluso cuando pareciera que el fuego de este amor está extinto, aún arrojaría unas pequeñas pajas en las brasas y estoy segura de que se reavivará".

Algunos se preocupan porque piensan que esta "pequeña vía" es en verdad un "camino fácil", es decir, que es una forma de evadirse. La pequeña vía es simple, pero no fácil. Es simple porque se basa por completo en la gracia de Dios y en el don de su amor divino en nuestras vidas. No es fácil porque para recibir este don de la gracia y la plenitud del amor de Dios, debemos purificar nuestras vidas y abandonarnos en Él.

El nombre religioso de Teresa fue Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz y así como se llamaba era su naturaleza. Nos ofrece una manera al estilo de los niños de llegar a Dios: una vía que contempla el rostro de Cristo, a través de quien recibimos el don del amor.

Este es el don que modifica todas nuestras acciones: colmando nuestras vidas con amor y haciendo que la pequeña vía que recorremos por la Cuaresma sea una adecuada preparación para el triunfo pascual. 

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Agradecimiento

longenecker El Padre Dwight Longenecker. "Una pequeña vía por la Cuaresma." (A Little Way Through Lent). National Catholic Register (1-7 de marzo de 2009).

Este artículo se reproduce con el permiso del National Catholic Register. Para suscribirse a National Catholic Register llame al 1-800-421-3230.  

Sobre El Autor

Longenecker1LongeneckerEl padre Dwight Longenecker es párroco de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario en Greenville, Carolina del Sur. Es autor de varios libros sobre apologética, relatos de conversión y espiritualidad benedictina, entre los que se incluyen los siguientes:  The Romance of Religion — Fighting for Goodness, Truth and BeautyCatholicism Pure and SimpleSt. Benedict and St. Therese: The Little Rule & the Little WayAdventures in OrthodoxyPraying the Rosary for Inner Healing, Listen My Son: St. Benedict for FathersChallenging Catholics: A Catholic Evangelical DialogueSt. Benedict and St. Therese: The Little Rule & the Little WayMary: A Catholic-Evangelical Debate y The Path to Rome. Visite su sitio haciendo click aquí y su blog aquí, allí podrán escuchar los podcasts de sus conferencias y homilías.

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