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Golpeando Herejes

  • EL PADRE DWIGHT LONGENECKER

El futuro Santa Claus, harto de este sinsentido, se paró y administró un poco de amor.


nicholasandarius Había un hombre insoportable llamado Frank en nuestra iglesia fundamentalista cuando yo era niño, que tenía una prole de niños muy malcriados. Cuando a uno de ellos le daba una rabieta, Frank lo arrastraba fuera del santuario y le daba una paliza. Cuando reaparecía con el desafortunado retoño, Frank mascullaba santurronamente: "a veces hay que administrarles amor a nuestros hijos".

Ese recuerdo me trae a la memoria otra gresca en la Iglesia en tiempos más remotos. En el Concilio de Nicea, el Obispo Nicolás de Mira le dio un puñetazo al hereje Arrio en el rostro. Se le había pedido a Arrio que defienda su doctrina de que Jesucristo era solamente un ser creado y no Dios encarnado. El futuro Santa Claus, harto de este sinsentido, se paró y le administró un poco de amor. San Nicolás también es conocido como Nicolás El que Hace Milagros. Un poco de trabajo. Y un poco de milagros.

Nicolás no era el único de los Padres inclinado a las expresiones físicas de la ortodoxia. San Juan Crisóstomo estaba tan preocupado por los cristianos que defendían la abstinencia de alcohol que predicó una homilía alentando a los fieles a la revuelta:

Pablo no está avergonzado... de escribir a Timoteo, para ofrecerle que se refugie en la virtud sanadora de tomar vino. ¿No tomar vino? ¡Dios nos libre! Pues tales preceptos le pertenecen a los herejes… si llegan a escuchar a alguien entre el público que pasa, o en medio del foro, blasfemando contra Dios; vayan donde él y repréndanlo; y si fuera necesario darle un golpe, no se frenen. Golpéenlo en la cara; denle en la boca; santifiquen su mano con el golpe, y si alguien los acusara y los llevara ante la justicia, síganlo, y cuando el juez los llame a dar explicaciones, ¡digan con valentía que el hombre blasfemó contra el Rey de los Ángeles!

La mayoría de nosotros dudaríamos en seguir el sólido consejo de Crisóstomo. Explicarle al comisario que golpeamos a un cristiano progresista porque había "¡blasfemado al Rey de los Ángeles!" no es nuestro estilo. Nuestra nueva bienaventuranza es "benditos los pusilánimes puesto que heredarán una vida pacífica". Preferimos tener batallas con las palabras y no con las espadas, porque estamos seguros que los dedos que tocan los teclados son más efectivos que los puños que golpean los rostros.

No obstante, las actitudes agresivas, injuriosas e incluso violentas hacia los herejes son parte de las mismas Sagradas Escrituras. San Pablo lanzó vituperios contra los legalistas que insistían que los gentiles conversos debían ser circuncidados, diciendo que desearía que fueran hasta el final y se castraran a sí mismos.  (Gal.5:12)

Mientras que San Pablo escribió las siguientes palabras elegidas sobre los herejes:

Habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas. . . Muchos seguirán su libertinaje y, por causa de ellos, el Camino de la verdad será difamado. Traficarán con vosotros por codicia. . . pero estos, como animales irracionales. . . injurian lo que ignoran. . . tienen por felicidad el placer de un día, hombres manchados e infames, que se entregan a los placeres mientras banquetean con vosotros. Tienen los ojos llenos de adulterio, que no se sacian de pecado. Seducen a las almas débiles, tienen el corazón ejercitado en la codicia. ¡Hijos de maldición! . . . Estos son fuentes secas. . . a quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas. . . Les ha sucedido lo de aquel proverbio tan cierto: "El perro vuelve a su vómito", y "La puerca lavada a revolcarse en el cieno".  (2 Pedro)

Ciertamente, mientras que el Nuevo Testamento canta dulcemente los regocijos de seguir a Cristo, también hace eco de las imprecaciones contra los legalistas y los falsos profesores libertinos. Los apóstoles podrían no consentir la violencia física contra los herejes, pero ciertamente no tienen tiempo para comprometerse con las palabras deshonestas, ignorando la inmoralidad y las medias verdades sentimentales que tapizan las mentiras y pretenden que no existen las divisiones.

Sin convertirse en Bautistas de Westboro, nuestra era pusilánime podría utilizar al inusual pugilista teológico. Pocos de entre nosotros se correrán el riesgo de golpear a un hereje, pero ¿cuáles son nuestras opciones? Primero que nada, está la claridad. Existe la falsa enseñanza porque existe la verdadera enseñanza. La fe católica es verdadera. Por ello es dogmática, tiene límites, no todo se aplica. Es posible estar fuera de la iglesia, y llegamos a conocer sus límites mediante la catequesis sólida y sustancial.

La claridad, luego la caridad, y yo le añadiría un toque de hilaridad.

Si sabemos con claridad que existen límites, también tenemos claro que los falsos maestros empañan los límites, diluyen la fe, oscurecen la verdad. Lo hacen tanto en la doctrina como en la moral. Si sabemos con claridad que existe la herejía, entonces también debemos odiarla. Odiamos las falsas enseñanzas porque está en juego la suerte de las almas. Las falsas enseñanzas conducen a malas creencias y a malos comportamientos; y las malas creencias y comportamientos empujan a las almas hacia ese camino amplio que conduce a la destrucción.

La claridad está en primer lugar.  La caridad está segunda. El segundo capítulo del Apocalipsis de San Juan narra las palabras de Cristo a los creyentes en Éfeso. Dice: "Tienen esto a su favor.  Ustedes odian las palabras de los nicolaítas, que yo odio también".  (Los nicolaítas eran una secta de mala reputación por su desenfreno sexual y falsas enseñanzas)  Observe, sin embargo, que el amable San Juan señala que odia las labores de los nicolaítas. Luego, entonces, hemos de odiar la herejía, pero amar al hereje.

La claridad, luego la caridad, y yo le añadiría un toque de hilaridad. Chesterton era un guerrero efectivo a favor de la fe porque era un guerrero feliz. Pocas veces los herejes están felices. El buen humor, por lo tanto, es a menudo el mejor antídoto contra la cara de pocos amigos y la seriedad mojigata de la herejía.

Lamentablemente, los herejes son tan odiosos como la herejía. No es fácil desenredar el pecado del pecador y no es fácil filtrar la herejía del hereje. La tentación de darles una cachetada permanece y por ello también permanece nuestra oración: "no nos dejes caer en tentación" y ayúdanos a administrar el amor a través de formas mejores.

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Agradecimiento

longenecker El Padre Dwight Longenecker. "Golpeando Herejes."On Punching Heretics." The Catholic Thing (4 de mayo, 2014).

Reimpreso con permiso de The Catholic Thing (La Cuestión Católica). Todos los derechos reservados. Para pedir los derechos de reimpresión, escriba a: info@thecatholicthing.org.

Sobre El Autor

Longenecker1LongeneckerEl padre Dwight Longenecker es párroco de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario en Greenville, Carolina del Sur. Es autor de varios libros sobre apologética, relatos de conversión y espiritualidad benedictina, entre los que se incluyen los siguientes:  The Romance of Religion — Fighting for Goodness, Truth and BeautyCatholicism Pure and SimpleSt. Benedict and St. Therese: The Little Rule & the Little WayAdventures in OrthodoxyPraying the Rosary for Inner Healing, Listen My Son: St. Benedict for FathersChallenging Catholics: A Catholic Evangelical DialogueSt. Benedict and St. Therese: The Little Rule & the Little WayMary: A Catholic-Evangelical Debate y The Path to Rome. Visite su sitio haciendo click aquí y su blog aquí, allí podrán escuchar los podcasts de sus conferencias y homilías.

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