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Stephen Fry y la bondad de Dios

  • J. FRASER FIELD

La idea de un Dios bueno y todopoderoso no tiene sentido para Stephen Fry.  


fry Cuando en RTE le preguntaron a Stephen Fry, un ateo entusiasta, qué le diría a Dios si llegara a las puertas del Paraíso y descubriera que todo era verdad, él respondió:

"¿Cáncer de huesos en los niños?  ¿Qué significa eso?  ¡Cómo te atreves!  ¿Cómo te atreves a crear un mundo en que hay tanta miseria que no es nuestra culpa?  No está bien.  Está total y absolutamente mal.  ¿Por qué debo respetar a un Dios estúpido, caprichoso y mezquino que crea un mundo tan repleto de injusticia y dolor…?"

Su respuesta, toda ella (pueden verla aquí) constituye un desafío apasionado y por cierto bellamente expresado a la idea de la bondad absoluta y del poder absoluto de Dios.  Se hizo viral en YouTube con más 6 millones de visualizaciones en tres semanas y causó un gran revuelo en los medios. El ex arzobispo de Canterbury Rowan Williams fue sometido a un interrogatorio en torno a todo esto en la BBC.

Desde ya que este es un problema con antecedentes de larga data.  Se planteó formalmente en la Summa de Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII y a las mil maravillas en el popular libro de C. S. Lewis, El problema del dolor (ver un resumen en inglés de El problema del dolor aquí.)

Stephen Fry parece no darse cuenta de que al expresar su indignación de este modo, lo único que hace realmente es debilitar su propia postura.  Está poniendo en palabras una prueba brillante de la existencia del mismo Dios que él cree que está negando.

Si los seres humanos no fueran sujetos sagrados ni chispas de lo divino, sino que mera materia, no debería importarnos un rábano que les sucedió.  No existen motivos para preocuparse por lo que les suceda a disposiciones especiales de químicos y átomos.  Todos estaríamos en paz y nos sentiríamos a gusto en un universo de "dientes y garras ensangrentadas".  Pero no es el caso.

El hecho de sentir esta indignación moral, esta sensación de violación e injusticia respecto del sufrimiento de los inocentes es en sí mismo un reconocimiento de que los seres humanos son sujetos preciosos, personas con una dignidad inherente que va más allá de lo que puede dar cuenta una existencia meramente física.

Sin embargo, el acertijo que articulan Stephen Fry y muchos otros -muchos de los cuales son creyentes religiosos- se mantiene de todas maneras y el cristianismo no lo esquiva.

Algunas veces les resulta difícil a ateos como Stephen Fry entender que la respuesta y la solución al problema del sufrimiento humano no es una propuesta, sino que una persona.

De hecho, este problema se encuentra en el mismísimo centro de nuestra fe. 

La crucifixión y muerte de Cristo en la cruz seguramente es la representación más gráfica y penosa del terrible sufrimiento del que puede haber sido objeto un ser humano inocente.  Y en esa crucifixión está una de las respuestas al acertijo que se presenta aquí.

Algunas veces les resulta difícil a ateos como Stephen Fry entender que la respuesta y la solución al problema del sufrimiento humano no es una propuesta, sino que una persona.

Aún así, la pregunta se mantiene "¿Qué debe decir Dios a su favor en respuesta al sufrimiento del género humano y al mal en el mundo, los cuales parecen en la superficie ser una acusación en contra de Dios y de su supuesta bondad o una prueba directa de que Dios no existe?"

Peter Kreeft nos ofrece los primeros esbozos de una respuesta a esa pregunta tan importante en su artículo "¿Cuál es la respuesta de Dios al sufrimiento humano?"   

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Agradecimiento

fraserJ. Fraser Field "Stephen Fry and the goodness of God." CERC (12 de febrero de 2015).

Reimpreso con el permiso evidente del autor.

Sobre El Autor

J. Fraser Field es el director editorial del Centro de Recursos para la Educación Católica.  

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