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La verdadera presencia de la Eucaristía - Parte 1

  • GRAHAM OSBORNE

P: ¿Por qué los católicos creen que Jesús se encuentra "verdaderamente presente" en la Eucaristía?


eucharist Esta objeción a la enseñanza de la Iglesia católica sobre la verdadera presencia de Jesús en la Eucaristía nos remonta al tiempo de los apóstoles: "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?", murmurarían muchos de los judíos (Jn 6, 60).

Empecemos con los milagros.  Si Dios puede resucitar a los muertos y crear el mundo de la nada, puede convertir el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre "porque no hay nada imposible para Dios" (ver Lc 1, 37).  Aún queda el interrogante: ¿Dios hizo todo eso?

Vayamos ahora a la Última Cena.  En Mt 26, 26-30, Jesús dijo "Tomen y coman, esto ES mi Cuerpo". Luego tomo una copa... Y dijo "Beban todos de ella, porque esta es MI Sangre, la Sangre de la Alianza...".  Jesús no da ningún indicio de que esté hablando en forma simbólica.  El principio más básico de la interpretación bíblica es que el sentido literal de un pasaje es el sentido primario, a menos que sea claramente problemático.  Cualquiera que quisiera sugerir que Jesús está hablando en forma simbólica, debería imponer su propia interpretación de este pasaje, ya que a todas luces no es así.  El sentido literal claro y llano es que Jesús le está dando a los Apóstoles su Cuerpo para comer y su Sangre para beber.

Incluso el mismo Martín Lutero escribiría: "¿Quién diablos se ha tomado el atrevimiento de arrancar las palabras de las Sagradas Escrituras? ¿Quién ha leído alguna vez en las Sagradas Escrituras que "mi cuerpo" es lo mismo que "este es un signo de mi cuerpo"? ¿O que "es" es lo mismo "significa"? ¿En qué idioma del mundo se ha hablado así?" Resulta sorprendente para algunos que Lutero haya creído de manera incuestionable en una forma de la verdadera presencia.

En algunos casos, otros pasajes de la Escritura pueden ayudar a arrojar luz sobre un pasaje relacionado.  En este caso, Juan 6 ofrece una confirmación creíble de que Jesús estaba hablando de manera literal en la Última Cena.

A lo largo de nueve versículos, Jesús dice unas increíbles ¡¡TRECE VECES!! que debemos comer su carne y beber su sangre para "tener vida eterna".   Aquí les presento un ejemplo: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.  El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.  Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.  El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él" (Jn 6, 53-57). ¡Increíble!

Y este no es sólo un caso de gente que malinterpreta las palabras de Jesús.  Los judíos entienden claramente lo que está diciendo y "murmuran" sobre eso: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?" (Jn 6, 52).  Las Escrituras confirman que "Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: '¿Esto los escandaliza?' ... Desde ese momento, muchos de sus discípulos...   dejaron de acompañarlo".  Jesús sabía que los judíos entendían que él estaba hablando al pie de la letra y que podían apartarse debido a ello.  No los corrige ni les pide que regresen.  LOS DEJA IR - ¡PORQUE ESTÁ HABLANDO LITERALMENTE!

En otras ocasiones, cuando la gente malinterpretaba el uso que Jesús hacía de los simbolismos, éste no se demoraba en dejarlo en claro.  De hecho, en Mateo 16, 11-12, cuando Jesús habla nuevamente sobre el pan, sus discípulos no logran entender el simbolismo.  Al darse cuenta de esto, Jesús lo aclara de inmediato: " '¿Cómo no comprenden que no me refería al pan?  ¡Cuídense de la levadura de los fariseos y de los saduceos!'. Entonces entendieron que les había dicho que se cuidaran, no de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos".

A lo largo de nueve versículos, Jesús dice unas increíbles ¡¡TRECE VECES!! que debemos comer su carne y beber su sangre para "tener vida eterna".

Sin embargo, Jesús no hace ningún tipo de aclaración en Juan 6.  De hecho, como los judíos presionan cada vez más a Jesús con sus enseñanzas, la respuesta de Jesús no consistiría en adentrarse en un lenguaje cada vez más simbólico.  De hecho, hace exactamente lo contrario.  Se vuelve más literal, más visceral y más enfático.  Las palabras en griego que comienza a utilizar se tornan muy gráficas, ya que literalmente significan masticar o roer.  Y se repite a sí mismo una y otra vez.

Y por sobre todo esto, en el simbolismo de los tiempos de Jesús, si de verdad tuvieras la intención de hablar simbólicamente y decir que ibas a comer el cuerpo de alguien o a beber su sangre, significaba que lo ibas a perseguir y asesinar, ¡y esto no es de ninguna manera el mensaje que Jesús quería transmitir!

 

A lo largo de nueve versículos, Jesús dice unas increíbles ¡¡TRECE VECES!! que debemos comer su carne y beber su sangre para "tener vida eterna".

Del mismo modo, en 1 Cor. 11, 27-29, San Pablo nos escribe que quien reciba la Eucaristía "indignamente tendrá que dar cuenta del Cuerpo y de la Sangre del Señor... y ... si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación.  Por eso, entre ustedes hay muchos enfermos y débiles, y son muchos los que han muerto". Según San Pablo, muchos de quienes han recibido el Cuerpo y Sangre sin merecerlo, ¡están enfermos o han muerto!  ¡Esto no es mero simbolismo!

 

El contexto de Juan 6 ayuda aún más.  Vemos que Jesús acaba de hacer el milagro de alimentar a cinco mil personas con cinco panes y dos pescados.  Sin embargo, los judíos no estaban suficientemente impresionados.  Le preguntan "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti?  ¿Qué obra realizas?  Nuestros padres comieron el maná en el desierto" (Jn 6, 30-31).  Los judíos preguntaban: "¿Qué signos haces" para demostrar que eres el Mesías?  Dios había hecho el milagro de alimentar a cerca de un millón o más de sus ancestros en el desierto durante décadas.  Jesús sólo alimentó a cinco mil en una tarde.

Entonces, ¿qué mejor "signo" podía hacer?  La respuesta de Jesús será la Eucaristía.  Dará su cuerpo y su sangre para que lo reciban cientos de miles de personas, algunas a diario, y de ese alimento y de esa bebida recibirán la vida eterna.  "Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera" (Jn 6, 49-50).  Si la Eucaristía fuera sólo un símbolo, este sería un hermoso y pobre "signo" con el que podría contestar a los judíos.

Sin embargo, ¿qué sucede con la Iglesia primitiva?  ¿Creía en la verdadera presencia?  Sin lugar a dudas, ¡sí!  Y Martín Lutero tiene más para decir sobre esto.  "Ninguno de los padres, si bien son tan numerosos ... dijo 'Es sólo pan y vino'; o 'el cuerpo y sangre de Cristo no están presentes allí'... De hecho, habiendo tantos padres... podríamos haber encontrado al menos uno que lo negara si hubieran pensado que el cuerpo y sangre de Cristo no estaban verdaderamente presentes: pero son todos... unánimes". (Obras Completas de Lutero, N° 7, p 39l).

¡Caray!  ¡Tiene razón!  Todos los padres de la Iglesia que escribieron sobre esto durante sus primeros 1000 años creyeron en la verdadera presencia. Nadie escribió lo contrario. ¡Ni uno solo!  No hay dudas de que la Iglesia primitiva creía que Cristo está verdaderamente presente en la Eucaristía.

Por ejemplo, en el año 110 dC, San Ignacio de Antioquía, un discípulo de San Juan, el apóstol, escribió: "Pero observen bien a quienes tienen una opinión heterodoxa ... ellos no admiten que la Eucaristía sea la carne de nuestro Salvador Jesucristo, la cual sufrió por nuestros pecados y el Padre resucitó por su bondad". (Carta a los de Esmirna).

De la misma manera, en el año 150 dC, San Justino Mártir confirma lo siguiente: "A este alimento lo llamamos Eucaristía... porque no los recibimos como pan o bebida comunes ... los alimentos que se han convertido en la Eucaristía mediante la oración que el mismo Cristo pronunció … son el Cuerpo y la Sangre del mismo Jesús encarnado".

Ahora tengamos esto en cuenta. ¿Podía la gente que vio a Jesús en persona más de 2000 años atrás decir, con la ayuda de sus sentidos únicamente, que el hombre ante ellos era verdaderamente Dios?  Lo mismo sucede ahora ya que no podemos percibir a Jesús verdaderamente presente en la Eucaristía con nuestros sentidos únicamente sino que a través de la fe en la palabras que él nos dice: "este es mi cuerpo".

¡Así sea, así sea!  ¡Estén atentos a la segunda parte de este artículo!

La verdadera presencia de la Eucaristía - Parte 2

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Agradecimiento

osborne Graham Osborne.  "Real Presence of the Eucharist – Part 1." The B.C. Catholic (2011).

Reimpreso con el permiso de Graham Osborne.

Sobre El Autor

Graham Osborne es fotógrafo profesional de la naturaleza y biólogo. Ha dedicado los últimos veinte años estudiando las Sagradas Escrituras y las enseñanzas de la Iglesia y da clases de Sagradas Escrituras y Apologética para los Institutos trimestrales de la Oficina de Catequesis de la Arquidiócesis de Vancouver. Además enseña cursos de educación en la fe para adultos y brinda retiros y conferencias en parroquias a lo largo de la Arquidiócesis. Graham tiene su hogar en Chilliwack, B.C. junto con su esposa y sus 3 hijos. Puede encontrar su sitio web aquí.

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