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Podemos hacerlo mejor

  • EL DOCTOR RICHARD FITZGIBBONS

Muchas familias católicas tenían la esperanza de que el Sínodo de la familia trataría el grave problema de la epidemia del divorcio y sus daños a largo plazo que afectan a los jóvenes, al cónyuge inocente, al sacramento del matrimonio, a la cultura y a la Iglesia.  


divorce6La plaga del divorcio ha provocado un gran sufrimiento en las familias católicas de todo el mundo.  Es necesario que la Iglesia aliente a las parejas casadas para que no renuncien a sus matrimonios durante momentos de mucha tensión e infelicidad y para que perseveren en la fidelidad a sus votos matrimoniales.

Los conflictos que provocan la decisión de divorciarse no suelen ser graves.  Por ejemplo,  un importante estudio de investigación de 15 años sobre matrimonios y niños, A Generation at Risk: Growing up in an Era of Family Upheaval, reveló que menos de un tercio de los divorcios se daba en matrimonios sumamente conflictivos.

En los últimos cuarenta años, jamás he trabajado con un matrimonio católico en el que ambos cónyuges quisieran el divorcio.  En la mayoría de los matrimonios que atraviesan una situación tensa, uno de los esposos continúa sintiéndose feliz con su matrimonio, cree que el conflicto puede resolverse y es fiel al vínculo sacramental.

Los esposos que no son felices y que quieren divorciarse y anular su matrimonio suelen rehusarse a tratar sus propias debilidades y, en cambio, se describen como víctimas de un tratamiento insensible o de abuso emocional.

La realidad psicológica es que todos los esposos aportan dones especiales al matrimonio, pero también aportan debilidades psicológicas, que con mucha frecuencia se encuentran profundamente arraigadas fuera de su percepción consciente.

Las debilidades que comúnmente se aportan en el matrimonio son el resultado de la ausencia de una relación de amor segura con uno de sus progenitores, con mayor frecuencia el padre; egoísmo, descripto por muchos papas como el principal "enemigo" del amor marital; debilidades graves a la hora de confiar en el otro; comportamientos emocionalmente distantes que provocan soledad conyugal; comportamientos controladores e irrespetuosos que provienen de heridas no resueltas con uno de sus padres; imposibilidad de dominar el enojo a diario mediante el desarrollo de la capacidad de perdonar; enojos con el cónyuge cuando en realidad están enojados con uno de sus padres u otras personas; debilidades en la confianza; ansiedad excesiva asociada con la irritabilidad; tristeza/soledad de la familia de origen que el amor conyugal no puede resolver; adopción del modelo de una debilidad parental importante; experiencia de adulto cuyos padres fueron alcohólicos o que han sentido ira o desconfianza a causa de su divorcio; e imposibilidad de entender el matrimonio católico y su base en el amor y la gracia de Dios.

La mayoría de los esposos que quieren divorciarse -según nuestra experiencia con miles y miles de parejas- nunca ha trabajado estos problemas.  Esto explica, en parte, a qué se debe que la encuesta nacional de hombres y mujeres divorciados, a cargo de la Office of Survey Research (Oficina de Investigaciones basadas en Encuestas) de la Universidad de Texas en Austin, haya permitido develar el hallazgo honesto de que sólo uno de cada tres divorciados manifestó que tanto ellos como sus ex cónyuges hicieron todo lo posible para intentar salvar el matrimonio.

Hay motivos para tener esperanzas en que los problemas maritales pueden resolverse.  En un estudio importante a cargo de la Universidad de Chicago entre esposos que calificaron a sus matrimonios como muy infelices, el 86 por ciento de aquellos que perseveraron informaron cinco años después que estaban felizmente casados.

Un peligro mucho más grave para los matrimonios y familias católicos a partir de las modificaciones que el Santo Padre hizo en el derecho canónico (sin un estudio minucioso por parte de una comisión de expertos) es que los esposos no tendrán ningún tipo de motivación para embarcarse en la dura tarea de tratar sus debilidades psicológicas y espirituales personales.  En cambio, intentarán divorciarse con la creencia de que tienen derecho a una nulidad si pueden cumplir con los criterios allí citados, entre los que se incluye uno nuevo: "etcétera".

Debemos tener la esperanza de que se redescubrirá la sabiduría de San Juan Pablo II como una herramienta para fortalecer los matrimonios y familias católicos y para conducir a una reforma en el código de derecho canónico actual.

Con el debido respeto, la declaración de nulidad por parte de un único sacerdote o de un obispo en un plazo de 30 a 40 días está gravemente viciada porque ellos carecen de la capacitación en salud mental que se necesita para descubrir y evaluar los numerosos y complejos conflictos psicológicos que llevaron a los cónyuges a la decisión de divorciarse.  Este nuevo proceso es una grave injusticia y en consecuencia una manifestación de la profunda falta de misericordia hacia el sacramento del matrimonio, hacia los esposos y niños inocentes y hacia las familias católicas.

Para cerrar su discurso en el Sínodo, el Santo Padre criticó a los obispos y sacerdotes que según él se esconden detrás de doctrinas rígidas e ignoran a las familias heridas.  De hecho, este cambio radical en el derecho canónico respecto de las anulaciones, que se hizo antes del Sínodo, debilitará y dañará a los matrimonios y familias católicos.

Debemos tener la esperanza de que se redescubrirá la sabiduría de San Juan Pablo II como una herramienta para fortalecer los matrimonios y familias católicos y para conducir a una reforma en el código de derecho canónico actual. Escribió: "Cuando un matrimonio atraviesa dificultades, los pastores y los demás fieles, además de tener comprensión, deben recordarles con claridad y fortaleza que el amor conyugal es el camino para resolver positivamente la crisis.  Precisamente porque Dios los ha unido mediante un vínculo indisoluble, el esposo y la esposa, empleando todos sus recursos humanos con buena voluntad, pero sobre todo confiando en la ayuda de la gracia divina, pueden y deben salir renovados y fortalecidos de los momentos de extravío".  

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Agradecimiento

fitzgibbons El doctor Richard Fitzgibbons, M.D. "Psychological Science and the Evaluation of Nullity." The Catholic Thing (9 de noviembre de 2015).

Reimpreso con el permiso de The Catholic Thing. Todos los derechos reservados. Para derechos de reimpresión, escribir a: info@thecatholicthing.org.

Sobre El Autor

FitzgibbonsRick Fitzgibbons es director del Institute for Marital Healing outside Philadelphia. Es coautor de Helping Clients Forgive: An Empirical Guide: An Empirical Guide for Resolving Anger and Restoring Hope con el doctor Robert D. Enright. APA Books también ofrece un DVD sobre el perdón preparado por él y el doctor Enright. Es doctor Fitzgibbons es profesor adjunto en el Pontifical John Paul II Institute for Studies on Marriage and Family en Catholic University y miembro de la junta del International Institute for Forgiveness www.forgiveness-institute.org.  Es asesor en la Congregación para el Clero de la Santa Sede. Su página es maritalhealing.com

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