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La Verdadera Enfermedad Holandesa

  • BARBARA KAY

Se acepta tanto la eutanasia que ahora los doctores deben justificar por qué prolongar la vida. 


LifeblurredEn 1994, el compañero del periodista holandés Gerbert van Loenen fue sometido a una cirugía para extraerle lo que se pensaba era un tumor del tamaño de una arveja. Resultando más complicada de lo esperado, la operación tuvo como resultado un daño cerebral que dejó a Niek discapacitado de por vida, aunque con la posibilidad de disfrutar de una buena calidad de vida.

Van Loenen por propia voluntad reorganizó su vida para cuidar de Niek en casa. Pero luego de cuatro años, los requerimientos de su carrera lo obligaron a mudar a Niek a una unidad con acceso a silla de ruedas, al otro lado de la calle en un asilo, donde estuvo contento durante seis años más hasta que el tumor regresó, por lo cual murió de una muerte natural.

Van Loenen se encontró dándole muchas vueltas a las reacciones de ciertos amigos acerca de esta situación. "Hubiera sido mejor que muriese," dijo uno al principio.  Otro le dijo a Niek cuando expresaba su frustración, “Tú elegiste seguir viviendo, así que no tienes derecho a quejarte."  Habiendo sido alguna vez "un holandés promedio que pensaba que la eutanasia era una de las joyas de la corona de nuestro país liberal," van Loenen se convirtió en "alguien que se sentía impactado por el tono duro que los holandeses usaban cuando hablaban de la vida con discapacidades.”

Se preguntaba si sus actitudes podrían remontarse a la ley holandesa de la eutanasia del año 2002. El resultado de su curiosidad es un próximo libro, ¿Llamas a Esto Vida? Límites Confusos sobre el Derecho a Morir en las Leyes Holandesas. En él, el autor le sigue la pista a la evolución intelectual detrás de la ley de la eutanasia, la discrepancia entre lo que la gente piensa que la ley permite y lo que realmente dice, y el cambio de la auto-determinación— el principio en base al cual siempre empiezan las discusiones sobre el suicidio asistido y la eutanasia— a la mentalidad que emite el juicio de "mejor muerto" de la que fue testigo van Loenen en las respuestas de sus amigos a Niek.

El candidato ideal de los activistas para promover la eutanasia o el suicidio asistido es un individuo torturado por el dolor o discapacitado (o que está a punto de convertirse en uno de ellos) cuya mente se encuentra clara como el cristal y que exige el derecho a morir según sus propias condiciones. Los activistas ven a estos individuos como valientes, quienes rechazarían ayudarlos por ser cobardes, y su "derecho" a morir como obvio. Tales activistas a menudo apuntan a Holanda como su modelo de progresismo en relación a la eutanasia.

Pero la ley de eutanasia en Holanda no reconoce tal derecho. En 1984, la Corte Suprema aceptó la eutanasia, pero rechazó la autodeterminación como causante. La ley de hecho se enfoca en el derecho del médico a ejercer su compasión en lo que se considera una "situación de necesidad."  Los ciudadanos "pueden pedir," pero no exigir la eutanasia.  De hecho, entonces, la ley respalda una especie de "paternalismo" medico.  Van Loenen sostiene que esta perspectiva basada en la compasión "es lo opuesto a la auto-determinación," y que él sigue apoyando.

Una de las convicciones resueltas de van Loenen es que lo que empieza en la compasión invariablemente se apodera del lado oscuro. Se matan hasta 1,000 ciudadanos holandeses al año sin su consentimiento expreso, según van Loenen, ya sea porque son incompetentes (demencia) o están en coma, o son demasiado jóvenes.  El 14% de los casos en los que no existe consentimiento, las personas en realidad son competentes, pero no se les consulta. Los motivos típicos que los médicos dan para realizar la eutanasia en tales casos son "consultarles les haría más daño que bien," o "este proceder fue claramente el mejor para este paciente," o fue "lo que la familia deseaba o solicitó" — algo muy distinto al principio de determinación con el que se inició el debate.

Estos médicos han actuado en contra de la ley, pero pocas veces son condenados, ya que los jueces son reacios a llamar asesinato al "término de la vida no solicitado." 

Estos médicos han actuado en contra de la ley, pero pocas veces son condenados, ya que los jueces son reacios a llamar asesinato al "término de la vida no solicitado."  Ciertamente, señala van Loenen, la aceptación cultural de la eutanasia ha avanzado hasta el punto que ya no es el médico que acaba que la vida de alguien quien debe justificar sus acciones; sino que quien siente la presión societal es el médico que decide prolongar una vida percibida como carente de sentido.

Para mí, el aspecto más perturbador de este libro fascinante y a la vez informativo es la marginación del actor central— la persona que "estaría mejor muerta"— a medida que la discusión gira cada vez más alrededor de las sensibilidades de quienes enfrentan la continuación de su existencia.

En una ilustración perturbadora de este giro, van Loenen describe un documental holandés ganador de un premio del año 2006 sobre la resucitación, Nunca quiero ser famoso, que presenta presumiblemente a un antiguo violonchelista, Tobías, discapacitado luego de un paro cardiaco y una difícil recuperación luego de ser resucitado. Van Loenen observa que Tobías parece bastante conforme y mucho menos preocupado por su condición limitada que algunos de sus familiares, que señalan con franqueza que desearían que hubiese muerto.

Un punto de discusión es si Tobías debería ser resucitado en un incidente futuro. La familia se encuentra impactada al descubrir que el establecimiento de salud antroposófico de Tobías cuenta con una política de resucitación. La madre consternada se queja, "Nadie me dijo… que existen tantos tabús."  Su hermana dice, "Estoy segura que esto no es lo que él hubiese querido.  Estoy segura que hubiese dicho: ¡eutanasia!" A lo cual Tobías dice, muy claramente, "No quiero morir."  Nadie responde.  Esta película no es realmente sobre él, o sus deseos, o sus derechos.  

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Agradecimiento

NationalPostBarbara Kay " La Verdadera Enfermedad Holandesa." National Post, (Canadá) 28 de enero, 2015.

Reimpreso con permiso de la autora, Barbara Kay, y el National Post.  

Sobre El Autor

kay Barbara Kay es una escritora que viven en Montreal. Ha sido columnista de la página de comentarios (los mércoles) en el National Post desde setiembre de 2003. Se puede contactar con ella aquí.

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