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Una ética de sentimientos

  • DAVID CARLIN

Hoy en día, muchos estadounidenses son escépticos morales, es decir, niegan que exista una cosa tal como el conocimiento moral.


feelingEn especial, es el caso de aquellas personas que piensan que son “progresistas” políticos y culturales. Esta gente reconoce que hay creencias morales, pero no conocimiento moral. Dan por sentado la no existencia de la revelación divina. Cómo podrían hacerlo (como los progresistas suponen en general) cuando falta una buena razón para creer que Dios existe. Quizás sí, quizás no; aunque lo haga, qué tonto pensar que realizaría una revelación escribiendo un libro, la Biblia.

En lo que respecta a la afirmación de que la Iglesia Católica es el custodio de la revelación divina, los progresistas creen que una mirada a su historia sanguinaria debería ser suficiente para convencer a cualquiera de que Dios, si existiera, elegiría casi cualquier otra organización excepto la Iglesia Católica como un vehículo para su revelación. Además, si no desea tomarse la molestia de analizar su larga y escandalosa historia, mírela en la actualidad. Vea, en otras palabras, a la iglesia de los pedófilos y sus protectores.

Si hubiera un Dios, y si fuera tan peculiar como para hacer una revelación por medio de una organización creada por el hombre, ¿por qué elegiría una tan corrupta como la Iglesia Católica? ¿No es más probable que hubiera favorecido, por ejemplo, a las Naciones Unidas o la Corte Internacional o el Comité del Premio Nobel o la Universidad de Harvard o la cadena de televisión PBS?

Si no hay conocimiento moral por medio de la revelación divina, de acuerdo con estos escépticos, no lo hay por medio de la razón; es decir, por medio de los poderes naturales de cognición de la humanidad. Como humanos, tenemos la capacidad de conocer cosas que tienen características sensoriales: color, sonido, forma, movimiento, etc., y eso es todo. Sin embargo, elementos como lo correcto y lo incorrecto o lo bueno y lo malo no tienen estas características. Podemos saber que el asesinato es sangriento dado que podemos ver la sangre y examinarla en un laboratorio. No obstante, no podemos advertir que el asesinato es incorrecto por un tema de color ni por cuánto pesa ni por un análisis químico.

Mire por todo el mundo. Si podemos conocer lo que es correcto o incorrecto, lo que es bueno o malo, ¿por qué hay tan poco consenso acerca de estos temas? ¿Por qué algunas personas sostienen que el aborto está mal en tanto que otras dicen que está absolutamente bien? ¿Por qué algunas personas afirman que los animales tienen derechos mientras que otras dicen que eso no tiene ningún sentido? ¿Por qué algunos condenan al terrorismo yihadista en tanto otros mantienen que cortar gargantas cristianas es un deber religioso? Etcétera.

Bueno, aquellos de nosotros que creemos que sí existe algo así como el conocimiento moral nos afligimos al enterarnos que hay muchas personas que son escépticos morales. Porque, ¿no es lógico que esto los lleve a la conducta inmoral? Si no pudiéramos saber que X es correcto o incorrecto, ¿no nos sentiríamos libres de hacer X aun si es extremadamente malvado?

A no preocuparse, dice el escéptico moral progresista. Si las convicciones morales no están basadas en el conocimiento, lo deben estar en los sentimientos ya que no hay una tercera posibilidad. Sin embargo, ¿qué sentimientos? Bueno, los de compasión. Los humanos somos animales compasivos por naturaleza. Nos duele ver sufrir a otras personas o animales. Queremos aliviar su dolor, obstaculizar sus causas; y si el origen resulta ser otro ser humano, deseamos impedir la acción de este último.

Si su moralidad está basada en la compasión, usted será una buena persona. No solo se abstendrá de infligir sufrimiento, sino que aliviará el de los otros. Estará del lado de las víctimas, el de los desamparados.

No sorprende que cuando se trata de política, los progresistas sean los defensores inquebrantables de los desvalidos, o de aquellos que supuestamente son víctimas de racismo, sexismo, homofobia, transfobia, xenofobia, islamofobia, y demás. ¿Cómo podría una persona compasiva no defenderlos?

Entonces, ¿qué pasó con Hitler y Stalin? Eran seres humanos, ¿estaban motivados por la compasión?

Si la moralidad se debe basar en el sentimiento, ¿por qué tiene que ser la compasión? ¿Por qué no puede ser, por ejemplo, el enojo o la paranoia? ¿Por qué no puede ser el odio a los judíos o a los negros o a los extranjeros ilegales o a las personas pobres o a los capitalistas o a los sacerdotes o a las personas con quienes se tienen desacuerdos filosóficos? Si una muchedumbre enojada lo ve a usted sufrir, ¿está seguro de que reaccionará de manera compasiva? ¿No es tanto o más probable una reacción con sentimientos sádicos que empeore su dolor? Durante el reino del terror de la Revolución Francesa, ¿cuánta compasión sintió la multitud de espectadores (las personas como Madame Defarge) mientras veían rodar las cabezas desde la guillotina hacia la canasta?

Los progresistas van eliminando al cristianismo y lo hacen en forma paulatina. No lo destruyen de una sola vez. No quieren propinar un impacto tan grande a aquellos que desean convertir. La compasión es el último vestigio de esta religión.

Si usted es discípulo de Jean-Jacques Rousseau, quien creía que la naturaleza humana es buena en esencia, pensará que es seguro confiar en la moralidad del sentimiento. No obstante, si usted es discípulo de San Agustín y recuerda la doctrina del pecado original, opinará que nada puede ser más peligroso.

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Agradecimiento

carlinDavid Carlin. "Una ética de sentimientos". The Catholic Thing (10 Abril, 2017). 

Reimpreso con el permiso de The Catholic Thing. Todos los derechos reservados. Para derechos de reimpresión, escribir a: info@thecatholicthing.org.  

Sobre El Autor

carlin David Carlin es profesor de Sociología y Filosofía en el Community College de Rhode Island, y es autor de The Decline and Fall of the Catholic Church in America.

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